Aguijoneado por mi “Divagaciones” anterior sobre las “damas presidenciables” de Francia en los próximos comicios presidenciales de abril de 2022 y, a la sombra de la ascensión a la Presidencia de Xiomara Castro de Zelaya, me veo compelido a tratar la coyuntura de esa posibilidad en el patio dominicano.

En primer lugar, un punto en contra: nuestra partidocracia es puramente “machista” (la dirigencia es de hombres, salpicada por alguna representante femenina), genéticamente “machote” (ya que considera que hay que ser autócrata, jefe de la manada o de la jauría) y socialmente “misógino” (porque provienen de un entorno exclusivamente asexuado sin una pizca de que somos una especie de hombres y mujeres). Esta es la causa para que una medida mínima para la integración de la militancia femenina sea representada en el mando como la cuota de mujeres en las candidaturas electivas se haya burlado una y otra vez, y otra vez, y otra vez…
En segundo lugar, la memoria histórica es de cortísimo alcance como para creer que con los argumentos que se utilizaron en el pasado se puede reclamar el regreso a una posición anterior, para volver a las truchimanerías en la manipulación de candidaturas: la alternancia entre hombres y mujeres en las listas de candidatos; y, luego, la eliminación del arrastre en la elección de diputados y ediles, es un paso adelante que se quiere borrar con la “unificación” de los comicios.
En tercer lugar, la separación de las elecciones municipales de las congresionales-presidenciales evitan el arrastre y fortalecen el poder local; para volver al arrastre y destruirlo, se pide volver a unirlas, cuando lo que debemos es separar estas últimas para que la representación territorial tenga, ¡por fin, verdadero poder local!

Si nos damos cuenta, el regresionismo se quiere disfrazar de avanzada, que junto a la vocación de generar parches, siempre nos mantiene nos rezagados en la modernización, por lo menos, en materia electoral. Por lo tanto, no lidereamos ningún indicador de apertura de nuestra sociedad por ese sesgo machista, machote y misógino de la partidocracia criolla. Y la paradoja, mujeres, es que la militancia más decidida y activa es la sección femenina que queda entrampada en sus frentes femeninos para que no destaquen a nivel nacional y no pongan en peligro el régimen patriarcal vigente. ¿Qué partidos dominicanos darán un ejemplo tan radical como el de Boric, en Chile, al nominar un gabinete con catorce ministras de un total de 20?
A la posible respuesta de que la esposa de un expresidente pueda ser la “presidenciable” en este proceso en el 2024, respondo que es posible, pero no probable. ¿Qué significa esta frase que doy por respuesta? La posibilidad que suceda es como que exista el «Ave Fénix» –una posibilidad teórica– pero como nunca ha existido un ave fénix, no tiene probabilidad de ser encontrado algún día.
¡Bájale, Miguel, la absolutez de ese argumento!, me dirán con o sin razón. Pero la evidencia nos dice que desde que Josefina Padilla Vda. Sánchez intentó ser vicepresidenta por vía electoral, no se han concretado alternativas viables, hasta el intento de Milagros Ortíz Bosch, en elecciones recientes. Otros me contestarán: pero Isabel Perón, Dilma Rousseff, Michelle Bachelet, Laura Chinchilla y ahora se suma, Xiomara Castro, han sido “primeras mandatarias”. Mi respuesta: vean las condiciones socio-culturales de la Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica y… Honduras, para entender por qué allá y no aquí. Una clave: unas fueron por valía propia como dirigentes y otras fueron instrumentos políticos de sus maridos…

Y hay argumentos para creer que aquí podemos dar la sorpresa como las han dado esas sociedades. En todas las luchas patrias anticolonialistas y antiimperialistas, la mujer de Quisqueya ha estado hombro con hombro con el hombre en la lucha por el territorio, y es tan aguerrida que somos el sexto país de América Latina que le otorgó el derecho al voto a la mujer. A nivel mundial, Nueva Zelanda, en 1893, y Australia, en 1902, fueron los primeros países en reconocer el derecho de las mujeres a elegir sus representantes políticos, a través del voto.

Me atrevo a profetizar que tendremos una presidenta en el Palacio Nacional, más pronto que tarde, cuando las mujeres hagan un movimiento para que la paridad de las funciones públicas sea una realidad, y las mujeres llegarán a ser líder del gobierno y líder de la oposición, como es ahora mismo en… los países bálticos y Nueva Zelanda.