Desconocer la situación en la que las charlas radiales eran pronunciadas por Juan Bosch es no disponer plenamente de los recursos de apreciación de un tipo de discurso político de gran significación en la sociedad dominicana de una época.

Es preciso aguzar la percepción para, de alguna manera, rescatar aquel escenario. Quienes vivieron aquellos momentos habrían de acometer un ejercicio de recordación auditiva; quienes no los vivieron, de reconstructiva imaginación.

Para acercarse a esas charlas con alguna fidelidad habría que trascender la superficie del texto impreso.  Habría que operar mediante una dramatización que incorpore el contexto de la época y supla la limitación de la versión escrita, que ha sido conservada en los periódicos, a veces en forma resumida, como señala el autor.

Hoy los políticos pronuncian extensos discursos. Las intervenciones televisivas de los presidentes de la República son agotadoras. Y hay políticos de la oposición que no cesan de gastarse grandes peroratas por los medios audiovisuales y escritos, incluso hoy digitales,  quizá como una manera de mantenerse vigentes.

Bosch tenía por norma —teniendo más recursos expresivos que los demás políticos de su época — pronunciar discursos breves; aun aquellos de la mayor solemnidad como lo es el discurso de juramentación presidencial, del 27 de febrero de 1963.

Las charlas radiales eran un eficaz ejercicio de comunicación y de vinculación de un líder con el pueblo: lograban un gran impacto en la sociedad.

Estaban orientadas hacia la información y la persuasión de perredeístas y no perredeístas. Para eso, el orador combinaba el propósito, el medio radial, los recursos lingüísticos y el público.

Bosch describe la audiencia de sus charlas, la cual, de acuerdo con el tipo de lenguaje empleado, estaba conformada por la gran masa del pueblo y la clase media baja:

“Hablar en términos comprensibles para la gran masa significaba también hablar para la clase media si se sabía decir las cosas en términos medio cuidadoso, pero si no se hallaba el término medio apropiado, entonces había que hablar en la lengua del pueblo. Como, por otra parte, aun usando esa lengua se requería ir ilustrando poco a poco el pueblo cada día de un tema, de un asunto, hasta agotarlo en toda su extensión, y si el tiempo no alcanzaba para agotarlo, seguir ese tema un día más, dos días más si era necesario.”

Dicha audiencia se adecuaba al carácter oral e improvisado de las charlas :

“Muchas de mis charlas de radio eran improvisadas, otras eran producidas con notas a la vista; muy pocas eran escritas con anterioridad. Prácticamente, todas se perdieron, y sólo queda el rastro en los periódicos que publicaron resúmenes”.

Las charlas radiales eran breves, de 15 a 20 minutos, pues Tribuna Democrática duraba media hora; y en ese espacio se comunicaban otros mensajes.

Esas charlas eran una manera de entrar en contacto diariamente con el auditorio y en forma continua; de manera que todo el mundo esperaba las palabras de Bosch a la hora señalada.

Ahí están dichos el lenguaje y la estructura de contenido de esas alocuciones : el tema era la unidad de cada charla, pero también daba secuencia, continuidad a charlas posteriores.

Las charlas radiales son como las vigas de amarre de la intertextualidad en los discursos políticos de Bosch. Una charla se refiere directamente a otra.

Bosch utiliza frecuentemente ese modelo retrospectivo. Y lo hacía porque, además de ser un estilo discursivo, los problemas eran recurrentes. Así, en 1963 se le acusó de comunista y fue derrocado como presidente de la República debido, en parte, a esa acusación; en 1966 se le quiso impedir volver al poder bajo la misma acusación.

Obsérvese cómo en una alocución del 28 de marzo de 1966, Bosch pasa a recordar sus palabras de 1962, en relación con la polémica con el padre Láutico García:

“Resulta para nosotros muy penoso empezar estas palabras recordando la polémica que tuvimos en vísperas de las elecciones de 1962, con el padre Láutico García. Y nos resulta penoso porque alguna gente puede pensar que lo hacemos debido a que nos hemos olvidado de que el padre Láutico García lanzó sobre nosotros la acusación de que éramos comunistas, pero no es así. Comenzamos hoy hablando de aquel episodio para recordarles a ustedes las últimas palabras que dijimos esa noche. Dijimos entonces que no queríamos mantener nuestra candidatura a la Presidencia porque sabíamos que nuestro gobierno sería derrocado bajo la acusación de que nosotros éramos comunistas.

‘Nadie en este país era capaz de darse cuenta en ese momento de todos los sufrimientos, de todas las muertes, de toda la destrucción que se producirían más tarde o más temprano, si el primer gobierno elegido libremente por el pueblo dominicano en más de 30 años resultaba derrocado por un golpe militar.”

Igual procedimiento está presente con respecto al tópico de la dictadura con respaldo popular. ¿En qué época debe leerse?

Bosch lo propaga en 1970 y lo convierte en la línea política del PRD, pero ese lema empezó a incubarse desde antes de 1966, desde el golpe de Estado y los años posteriores; acontecimientos que le hicieron reflexionar acerca de la viabilidad de la democracia representativa en los países de América Latina.

El texto El próximo paso: Dictadura con respaldo popular fue publicado por Bosch en 1969 en forma de folleto. Pero era la concepción de la democracia y de la voluntad popular que él puso en marcha como estrategia política divulgada por Tribuna Democrática.

En esa época el tópico principal de sus lo constituyó “dictadura con respaldo popular”. Esa fue la novedad que forjó durante los tres años que permaneció en el extranjero, reflexionando y extrayendo las experiencias acerca de la democracia dominicana y latinoamericana.

Bosch había salido de Santo Domingo en noviembre de1966, meses después de las elecciones de 1966. Permaneció en el extranjero, en España principalmente, durante más de tres años, hasta abril de 1970, cuando regresó a República Dominicana, para ponerse al frente del PRD, que había quedado en manos del secretario general, José Francisco Peña Gómez.

El 22 de abril de 1970 retoma las alocuciones en Tribuna Democrática a través de Radio Continental, faltando apenas tres semanas para las elecciones presidenciales del 16 de mayo en las que el PRD no participó debido a la ausencia de garantías para un proceso electoral libre y transparente.

La represión del gobierno en contra de  la oposición era indiscriminada y permanente, alcanzando por igual a la derecha y a la izquierda. Las cárceles estaban llenas de presos políticos; se contaban por cientos los jóvenes asesinados por la Policía y por la organización paramilitar de derecha La Banda. Era indeterminado el número enorme de “desaparecidos”.