La presencia de las bandas en la sociedad haitiana parece ser el detonante de la crisis que arrastra ese país, desde la muerte del presidente Juvenel Moise en 2021. Pero este fenómeno no es novedoso…

Organizarse en bandas para llevar a acabo acciones o protegerse del control social, está presente en diversos momentos de la historia haitiana, y tiene sus antecedentes en las características de la lucha anti esclavista, en la que el cimarronage jugó un papel determinante en la organización social que precede la liberación en este territorio de la esclavitud. De ahí surge la figura del “Negro Rey”, que dirigía las bandas de cimarrones. Imagen recreada hoy por el imaginario colectivo de la sociedad haitiana, que sobrevalora a los miembros de dichas organizaciones, que dieron  inicios a cofradías, cumbes, y prácticas religiosas diversas.

Se cree que en Haití operan actualmente unas 200 bandas, pero el número es indeterminado, existiendo unas 10 grandes bandas de alta peligrosidad, dedicadas al bandidismo político y criminal, secuestro, extorsión, violaciones, asesinatos, etc. Al punto de paralizar las pocas actividades del Estado fallido, controlado geográficamente por dichos grupos al margen de la ley.

Estas bandas tienen identidad pública y son bautizadas con pintorescos nombres:   400 Mawozo, Chen Mechan, G9 an Fanmi e Alye, Los Poteas ó Potiá” entre otras, reconocidas por su accionar, algunas se dedican solo al secuestro o narcotráfico, que se practica desde hace varias décadas, otras son producto de alianzas entre bandas, conformando una gran agrupación fuertemente armada, con una dirigencia conocida y accionar establecido.

La creación de algunas de las actuales bandas, han sido el producto de alianzas con sectores de la clase política: ciertas figuras de las élites, disidencias de organismos policiales, y miembros del crimen organizado. Esto ha dado un producto de difícil clasificación, e imposible control.

Si bien, dentro de sus dirigentes algunos se auto califican de salvadores y/o líderes del pueblo, no son más que delicuentes, con poder y fuerza para delinquir, lo que les hace importantes y reconocidos ante los ojos de los demás, lo que bien podría ser el equivalente al ¨Negro rey¨, que dirigía las bandas durante el proceso esclavista. Solo que, la motivación única de estas organizaciones en la actualidad, son la violencia e imposición de reglas.

Dada la experiencia que arroja la llegada de grupos exógenos en busca de solucionar los problemas locales, la gran mayoría de la población haitiana cree que la llegada de fuerzas externas no soluciona nada

En la colonia, los esclavos cimarrones solían organizarse inicialmente en cuadrillas, antes que en bandas, siendo esta la forma más inmediata de sobrevivencia, y de mantener vínculos con el resto de la comunidad, que luchaba por su libertad. Esto generaba un sentido de pertenencia al grupo y de supremacía de los miembros, que componían esas organizaciones, dedicadas a atacar al hombre blanco y sus pertenencias.

La creación de bandas muestra la tendencia a organizarse en grupos para delinquir.

Durante la dictadura de Jean Claude Duvalier (1958 a 1986) las bandas de Tonton Macoutes robaban y asesinaban la población, estas organizaciones fueron determinantes para mantener la dictadura durante 30 años entre Papa Doc y su hijo Baby Doc.

En otros momentos, también se han organizado en pandillas, que han jugado un rol en el escenario político, actuando en las revueltas para destituir al ex presidente Jean Bertrand Aristide (2004). Cabe señalar que a partir de su gobierno la tipología de la banda adquiere un perfil más cerca del secuestro y criminalidad.

En la actualidad las bandas  son el eje central de la crisis que vive Haití, con la autoeliminación de la población haitiana, llevando el caos social, en medio una crisis alimentaria y sanitaria, que pone  en riesgo a toda la población. Ante la impotencia de las autoridades que, no tienen las capacidades para garantizar la seguridad ciudadana, ni enfrentar estos grupos. Lo que ha llevado a los supuestos representantes del Estado y gobierno de Ariel Henry solicitar ante a la ONU, desde año 2022, la presencia de una fuerza internacional que pacifique el país. Junto a las demandas de la República Dominicana, mayor afectado por la crisis haitiana y el éxodo migratorio, como ha insistido el Presidente Luis Abinader ante  los organismos internacionales, sobre las condiciones de vida del pueblo haitiano y la necesidad de ayuda inmediata, que devuelva la paz a este territorio

Surgiendo finalmente, una resolución del Consejo de seguridad dela ONU, el 22 de octubre de 2023, de enviar una fuerza armada multinacional, para pacificar el país. Teniendo muchas dificultades para encontrar un liderazgo, que asumiera el envío de dicha fuerza sin que sea percibida como ocupación extranjera.

Haití ha sido ocupado en diversos momentos de su historia, por los Estados Unidos del 1914  al 1934, y por otra fuerza internacional MINUSTAD del 2004 al 2017.

Son varios los experimentos llevados a cabo para “restablecer la democracia” “Misión de Estabilización de Paz” de Naciones Unidas, con resultados no siempre considerados positivos para la nación por la ciudadanía y su clase política.

Dado el arraigo que tienen las bandas en la sociedad haitiana, no deja de ser optimista pensar que, la rendición de estos grupos, dedicados al bandidismo, se logre con la presencia de una fuerza multinacional, que asista a la policía haitiana y contribuya a la reconstrucción del pais.

Tras diversas negociaciones, la nación de Kenia se ha ofrecido para liderar dicha fuerza, pero sectores de la sociedad civil junto a la oposición política de este país, se negaban a aceptar el envío de tropas, porque sin lugar a dudas, las pérdidas  humanas pueden ser considerables, como ha advertido el ex Ministro keniano, Raila Odinga. Finalmente el parlamento de Kenia autorizo el envío de dichas tropas hacia Haití, el 16 de noviembre de 2023.

Dada la experiencia que arroja la llegada de grupos exógenos en busca de solucionar los problemas locales, la gran mayoría de la población haitiana, políticos e intelectuales, (apegados a la narrativa nacionalista, de la no intervención extranjera en los asuntos internos)  cree que la llegada de fuerzas externas no soluciona nada en Haití.

Deseamos que el pueblo  haitiano, sepa valorar el esfuerzo que están haciendo algunos países hermanos, para intentar llevar un rayo de paz a su territorio y ,que dejen de hacerse tanto daño entre ellos mismos.