Las aves en El Morro de Montecristi 

El Morro, es un Parque Nacional que tiene entre sus objetos de conservación a las aves y como área natural protegida, no solo se limita a lo que el visitante visualiza a los lejos: una montaña semejante a un dromedario echado que Cristóbal Colón llamó El Monte de Cristo cuando, en su segundo viaje,   intentó establecerse en la zona con el interés de construir una Villa; tal como sucedió, pero a unos 60 km aproximados más al este, en la desembocadura del río Bajabonico, a la que llamó La Isabela en honor a la reina Isabel la Católica de España.

Parque Nacional El Morro. El área contiene uno de los manglares más desarrollados y representativos de toda la República Dominicana, según la ficha Ramsar.

Es muy importante subrayar que el Parque Nacional El Morro y las demás áreas protegidas, como los refugios de vida silvestre Laguna Saladilla, Cayos Siete Hermanos; los parques nacionales Subacuático Montecristi y el Hispaniola, forman parte de un humedal en conectividad ecológica, constituyen ecosistemas y hábitats de las aves y otras especies silvestres de nuestra isla.

 

Las Aves más comunes que podemos avistar en El Morro son  Garza Azul (Egretta caerulea), Crá-crá (Butorides virescens), GarzaReal (Egretta tricolor), garza pechiblanco (Egretta alba), Pollo de Manglar (Rallus longirostris), Zancudo o Viuda (Himantopus mexicanus), Martín Pescador (Ceryle alcyon), el Pájaro Bobo Menor (Coccyzus minor), Zumbador (Chlorostilbon swainsonii) y  Zumbadorcillo (Mellisuga minima), según el levantamiento realizado durante una visita a ese sitio Ramsar para fines de la elaboración del Plan de Manejo 2014-2019 del Ministerio de Medio Ambiente,  en el que se reportaron un total de 28 especies de aves residentes, migratorias, terrestres, costeras y marinas.

 

Cabe destacar el reporte del grupo de Acción ecológica, que  estuvo el 2 de diciembre del 2022 en El Morro y pudo contar unas 43 especies,  entre las que se destaca el Caracolero (Haermatopus palliatus), que fue el  ave emblemática para el día de visita por lo hermosa y lo difícil  de visualizar. Esta ave, como las demás, son de mucha importancia para el turismo ornitológico, por la belleza, el enigma que produce la misma y por su extraño hábito de consumir caracoles, observándose en su pico, como ha sido la experiencia de María Paulino (conversación personal), quién ha tenido la oportunidad de avistarla en varias ocasiones.

El Caracolero es una especie que no se puede ver con facilidad, el que logra verla se le queda en la memoria. Cortesía GAE.

El caracolero es un ave “Residente reproductor y visitante no reproductor poco común, tal vez ligeramente más numeroso de lo que se ha registrado (…) Se reproduce en las costas del Atlántico y del Golfo de México, desde Massachusetts a la península Yucatán; y en la costa del pacífico, desde el golfo de California hasta Chile”. (Latta et al.2006. Las Aves de la República Dominicana y Haití. Pág. 88)

 

Mientras existan esos espacios o ecosistemas (humedales) para nuestras aves endémicas, residentes reproductoras y migratorias, su conservación estará más garantizada que si fuera sólo un área protegida, ya que estas se trasladan de una a otra con más facilidad que otras especies, como por ejemplo los reptiles, cuyo movimiento es más lento y limitado.

 

Un sitio de conservación para las especies o para una especie, no es recomendable, por eso el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP) es tan importante, porque armoniza a todas las áreas, vistas como un sólo sistema. Sus amortiguamientos, como son las lagunas usadas por los ganaderos de la zona, arrozales y salitrales que, en sus condiciones de humedales artificiales, si los manejamos con sentido racional, sirven de  refugio y conectividad al sitio Ramsar Montecristi y Línea Noroeste.

 

El sitio Ramsar y las áreas protegidas, como tales, son de un incalculable valor para una zona tan particular como es la línea noroeste, rica en biodiversidad, porque garantiza en todo su conjunto que una o más especies, por razones naturales o antrópicas, si se le fragmenta su hábitat, como suele suceder, tengan la posibilidad de tener cerca el otro que pueda usar para mantener el flujo de energía de los espacios para el equilibrio de las especies.

 

Si se fragmenta el ecosistema de una de la unidades de conservación,  como Saladilla, las aves tienden a irse a Estero Balsa o se van a El Morro; y si sucede con este último, sobre todo para las especies marinas y costeras, tienen un respiro en el Parque Nacional subacuático Montecristi o se van a los humedales de Buen Hombre, desde donde pueden  cruzar a los humedales de Estero Hondo y a la zona de inundaciones del río Bajabonico y luego continuar al parque nacional La Hispaniola, ya en la provincia de Puerto Plata.

Los salitrales son humedales artificiales y, como el manglar, hábitat de las aves acuáticas.

Todas las áreas de Montecristi y línea noreste en su conjunto, siendo o no sitios Ramsar, nos garantizan el flujo de energía para las especies de aves que, como las endémicas y las migratorias, requieren de cuidados especiales, para que no nos pase como ha sucedido en muchos lugares del mundo donde espacios restringidos o especies poco difundidas tienden hacia la extinción acelerada ante las amenazas humanas y naturales.

 

Para aquellos escépticos que preguntan ¿para qué tantas áreas protegidas, para qué más sitios Ramsar? Les recordamos que el manejo de la fragmentación de ecosistemas y de la conectividad ecológica son claves para la conservación de la avifauna y los demás recursos naturales.