La adquisición de un suvenir siempre será una parte inescapable de la visita turística a un destino. Son pocos los turistas que no compran algo del país anfitrión para llevarlo de vuelta como regalo o recordatorio. Por eso importa que el país ofrezca artesanías que atraigan la atención y provoquen su compra. Sin embargo, gran parte de las artesanías en las tiendas de los resorts es importada. Parecería que nuestros artesanos no están aprovechando al turismo adecuadamente. Un repaso de antecedentes sugiere que tanto ellos como el Estado se perfilan negligentes.
La artesanía, como una expresión artística y cultural, “permite conocer las costumbres y tradiciones de cada país de forma noble y exquisita.” El experto José De Ferrari dice: “Los productos artesanales son los producidos por artesanos, ya sea totalmente a mano o con la ayuda de herramientas manuales o incluso de medios mecánicos, siempre que la contribución manual directa del artesano siga siendo el componente más importante del producto acabado". Sobre nuestras artesanías existe un apreciable acervo documental.
La industria artesanal deriva su importancia de la creación de empleo y el valor agregado de su producción. Estimados informales del 2014 cifraron en más de 10,000 la cantidad de artesanos y un total de unas 40,000 familias que se beneficiaban del oficio en el país. Se ha dicho que el mercado de las artesanías monta unos US$380 millones, aunque un reconocido informante estima un monto mayor. (Para el golf se dice que produce otros US$300 millones y para dimensionar el turismo médico se usa el estimado de US$272 millones.) Para el 2014 se calculó en unos US$10 millones los productos artesanales exportados, pero para el 2020 el Banco Central estimó las exportaciones de los productos manufacturados del sector artesanal en US$24 millones, generando casi 30,000 empleos. Pero lo manufacturado no incluye a lo producido manualmente.
Según el Plan Estratégico para el Desarrollo del Sector Artesanal de República Dominicana 2014-2018 “la artesanía dominicana tiene una limitada presencia en el mercado nacional, mientras que una de las debilidades importantes es la conocida como “artesanía engañosa”, que consiste en presentar productos extranjeros rotulados como dominicanos. Por otro lado, el informe señala que el país no cuenta con una ley de artesanía que regule y proteja el mercado local. Para el 2014 la producción artesanal se situaba “en un 41.37% en el Cibao Central, un 24.78% en Santo Domingo, un 16.59% en la costa norte y un 6.42% en el suroeste”. Pero el Plan concluye que “la artesanía en el país está en crisis, la deserción de la actividad es alta y la demanda de productos tiende a la baja. En el 79.79% de los talleres, sus equipos, están en mal estado. Mientras, el 82% reporta que necesita adquirir equipos. El sector está muy débil, aunque su potencial para fortalecerse es amplio”.
Para responder a tal situación en el 2002 el gobierno creó FODEARTE, una dependencia del Ministerio de la Presidencia que está encargada de coordinar todas las actividades enfocadas al desarrollo del sector artesanal. En su Plan Estratégico Institucional 2017-2020 esta entidad se trazó ambiciosos objetivos que incluyen “promover la educación y capacitación, construcción de escuelas y plazas artesanales, promocionar nacional e internacionalmente la artesanía nacional, realización de ferias artesanales, apoyar y brindar asistencia a las cooperativas del sector artesanal, reglamentar y regular la explotación, exportación y uso del Larimar y el ámbar y regular, desarrollar y fomentar, sin limitaciones, todo lo relativo a la artesanía nacional”.
Entre otras entidades gubernamentales que se ocupan del sector artesanal sobresalen el Viceministerio de Mypimes del MICM y el Centro Nacional de Artesanía (CENADARTE), esta última un centro de enseñanza del Ministerio de Cultura que desarrolla artesanos, pero que, según informes, está bastante alicaída. En semanas recientes también el programa Supérate ha creado un subprograma con el nombre de Manos Dominicanas que incorpora a mujeres artesanas de escasos recursos y que tiene una tienda en La Atarazana del Centro Histórico de Santo Domingo. Se desconoce en que medida se coordinan FODEARTE, CENADARTE y Manos Dominicanas.
En el 2017 el MINERD elaboró un currículo para el “Bachillerato en Artes, mención Creación y Producción Artesanal en Metal y Madera”. Con este programa se busca que los enrolados en él “contribuyan al fortalecimiento de una cultura artesanal, capaz de percibir, interpretar y recrear la diversidad de símbolos representativos en el contexto local y global”. Una revisión más reciente (2019) del programa añadió la Joyería y la Cerámica y Mosaico a la especialidad original en Metal y Madera. Sin embargo, a la fecha estos bachilleratos no han comenzado a implementarse a pesar de que podrían ser claves para impulsar el desarrollo sectorial.
Digno de mención es el “Premio Nacional de Artesanía” que otorga anualmente el Ministerio de Cultura como “un reconocimiento en su valor patrimonial, así como a la creatividad que, día tras día, los artesanos y artesanas ponen en sus talleres para lograr la originalidad de sus obras”. El premio mayor es de apenas RD$100,000.
En la parte privada del sector artesanal se destaca la Federación Dominicana de Artesanos y Organizaciones Afines (FEDARTE), cuyo presidente afirma que el sector tiene la capacidad para generar ingresos por mil millones de dólares. ProArtesaníaRD y un puñado de gremios artesanales regionales han lanzado un programa de desarrollo y competitividad 2019-2020, el cual contempla jornadas de capacitación, ferias y rondas de negocios a nivel nacional e internacional. El coauspicio incluye la Cooperativa Nacional de Artesanos, la Asociación Nacional de Artesanos, las asociaciones de artesanos de Santiago, San Cristóbal, La Romana, San Pedro, Puerto Plata, Azua, San José de Ocoa y el Gran Santo Domingo.
En la web se pueden encontrar valiosos reportes de estudios y planes regionales sobre el sector artesanal que brindan una perspectiva más específica de la tarea de desarrollo. Uno de ellos fue elaborado en el 2008 para el Consejo Nacional de Competitividad: “Informe Investigación de Mercado de la Artesanía Dominicana”, el cual estudia la situación de las tiendas de artesanías en la región este. Otro se concentra en el suroeste y fue elaborado en el 2009: “Diagnóstico sobre la Artesanía en la Región Enriquillo: Nichos y Opciones de Explotación”. Estos dos estudios son muy importantes en tanto abarcan, por un lado, el polo más desarrollado y por el otro el que está por desarrollarse. Una excelente panorámica sectorial la ofrece la obra de Manuel De la Cruz y Victor Duran “Artesanía Dominicana: Un arte popular” (2012).
Desafortunadamente, no se conoce de un interés del MITUR en el desarrollo de las artesanías. Su involucramiento es muy deseable porque concierne a los eslabonamientos intersectoriales que genera la actividad turística. También porque fortaleciendo los nexos entre el sector turístico y el artesanal es una forma de incrementar la derrama económica del turismo. Procede pues que el MITUR desarrolle un plan estratégico que conlleve la coordinación de todos los segmentos del sector artesanal con aquellos hoteles y sitios donde se expendan artesanías.
Lo anterior permite deducir que la rica cultura y las tradiciones artesanales del país ofrecen una gran oportunidad para que los turistas se lleven de aquí recuerdos únicos y auténticos de su visita. En base a lo que transpira por la web, no es posible evaluar con mayor precisión el tamaño y la importancia del mercado de las artesanías en el país. Pero lo se puede intuir es que el potencial de las artesanías para la industria turística es amplio y está en constante crecimiento. Ojalá y pongamos mayor atención a este renglón de actividad económica para proyectar nuestra cultura y beneficiarnos de él.