Observando nuestro barrio, los contornos de cualquier edificio que albergue una o más ventanillas de servicio financiero constituyen un salón impresionante. La supervivencia en nuestra capital ha alcanzado una dimensión compleja. Para nuestra generación, la historia de las transferencias y las colas relativamente largas de ayer comenzó con HATREXCO (Haitian Transfer Express CO). A mediados de los años 80, la agencia se instaló en un edificio más confortable. El año 2023 y sus espantosos tumultos (el mes de abril fue excepcional) ya nos ordenaba escribir la historia de estas instituciones financieras.
En diciembre de 2017, nos preguntamos si los fallos del «servicio al cliente» bancario acabarían creando una especie de impuesto informal cuando te ofrecen un calendario. En 2022, mis preocupaciones se resumían en una frase: «¿No pagamos un precio por estar de pie, en una posición que roza la mendicidad en las ventanillas?». El neologismo « impuesto por estar de pie» no fue admitido en ningún léxico pero existía de hecho. En ese mismo año, en 2022, empecé a estudiar el comportamiento de los clientes de la ventanilla para conductores de vehículos de una sucursal de mi barrio. Parece que se divertían conduciendo por la acera de alguna manera para destruir las tuberías de agua. 2022 fue un año revelador para la supervivencia de nuestras sucursales bancarias. Durante semanas, las ventanillas se abrieron los lunes, miércoles y viernes.
Todo esto era el prefacio de 2024, alrededor de las ventanillas bancarias y nuestras agencias de transferencia. La provisión institucional de efectivo se realiza «a diario», y quizás dos veces al día, según las condiciones de seguridad. Con frecuencia, los clientes tienen que esperar la llegada del camión blindado y todo el procedimiento interno para llenar las cajas que se vacían rápidamente. Ciertamente, los banqueros tienen su propia jerga para disculparse… En un medio con tanta precariedad, en tiempos de crisis, las retiradas de efectivos superan a los depósitos.
En diciembre de 2024, en una capital reducida a unos pocos barrios y el cierre obligado de varias sucursales bancarias y agencias de transferencia, los contornos de cualquier ventanilla se transforman en un «salón» del pueblo, a menudo con enormes riesgos de pelea e intervención contundente del personal de seguridad…
Las mentes racionales piensan honestamente que este sector de actividades (bancos y casas de transferencia), bajo fuerte vigilancia internacional, constituye el último cuadrado institucional del pedazo de país en el que vivimos…