Hay películas de ciencia ficción en cuya narrativa, por ejemplo, el protagonista se tira al vacío o de altos edificios, se le plantea como un ser inmortal, a partir del traje con el que compartimos la existencia en la tierra, que es frágil, es de carne y hueso… Y la inmortalidad no se trata en la vertiente de un sentido de trascendencia espiritual. Y se tienen, a veces, resultados de imitaciones lamentables.
En una de esas películas se plantea que no vivimos en la realidad sino en una matrix, dirigidos, por ejemplo, por élites, que hacen mundos irreales para alienar a los humanos a través de programas de computadora, entre otros recursos tecnológicos, y así dominarlos, explotarlos, usarlos.
Una producción cinematográfica, de salida reciente, presenta al personaje principal como que está en cuestionamiento de la realidad, desconfía de la misma, y se pregunta si lo que vive no son alienaciones de una matrix, una manipulación para mantener el control y usar a los humanos.
El personaje en cuestión, “el prota” recibe atención de un profesional de la psiquiatría. Lamentablemente la historia plantea que esa labor terapéutica es parte de un engaño, y prácticamente se anima a que no se tomen las medicinas.
Algún tipo de película, de super héroes, o de ficción, ha llevado a niños/as, personas que sufren de delirios, a creer en esos héroes y querer imitarlos. Por una limitación temporal de discernimiento, sea por edad, o por trastornos esquizofrénicos paranoide, o esquizoafectivos, entre otros trastornos de salud mental, se siembran las ideas de que nos podemos tirar de grandes alturas, de que somos inmortales en cuanto al traje con el que vestimos en la encarnación humana. Estas son prácticas que deberían ser tratadas con cuidado por guionistas, directores, productores, en el mundo del cine.
En la realidad de algunos países hay una cultura de rechazo a ir a los servicios de psicología, psiquiatría. Es la realidad de una parte de la población dominicana.
Algunas personas, subgrupos, consideran que procurar apoyo terapéutico es para personas “locas”.
La parte del guion de una película que aliente a no tomar las medicinas o a ir a terapia, que indica un psiquiatra o a asistir a sesiones terapéuticas, hace un flaco servicio a los esfuerzos que se vienen haciendo para que las personas acepten las terapias para mejorar situaciones de estima, habilidades para mejorar capacidades de comunicación, de inteligencia emocional, ira, fobia social, ansiedad, depresiones por causas diversas, delirios, alcoholismo, dependencia de drogas, dificultades para dormir, estrés, duelo, alucinaciones, paranoias, entre otras situaciones para las que se necesita apoyo emocional, labor psiquiátrica, y diversos tipos de atención sobre éstos y otros trastornos de salud mental.
Es lamentable que este pequeño artículo quizás no llegue hasta quienes hacen ese tipo de realizaciones cinematográficas.
Escribo no con el ánimo de censura.
Escribo intentando abrir un tema que ni se me hubiese ocurrido planteármelo si no conociese y sintiese de experiencias cercanas con tristes consecuencias… Creo que vivir de manera cercana sobre lo que aquí llamo la atención, nos van haciendo un poco más profundos, reflexivos, sobre lo que se produce en el cine y sus consecuencias para la salud mental, la vida de las personas.
Sigamos construyendo una educación, una cultura, para un vivir más atentas/os a los que nos puede hacer daño, en canciones, películas, comunicación, en general…
Necesitamos en RD mejorar las alternativas y acciones para cuidar la salud mental. De eso me propongo investigar un poco y comunicar algunas ideas, recomendaciones…
Hasta la próxima semana pues… sigamos atentos a la felicidad, a recrear una cultura más consciente de lo que hacemos y las repercusiones para la alegría, la dignidad, el mejoramiento de las y los humanos.