Al leer la poética de Xiomara Altagracia García me reconforta con las metáforas, el trayecto y todas esas instancias que nos llevan a vivir a plenitud con los dedos sobre las flores, los cuerpos y sus fluidos. Encontré a una poeta que anuncia el ser de la soledad y de las estrellas fugaces que se dejan atrás en los laberintos del deseo.

Sus poemas fluyen como la vida de una mujer que desde sus infinitas preguntas salta a esconderse para diseñar las estrategias que permitirán que su danza se manifieste en ese caldero donde se cuecen los deseos de la creación.

Es un libro de vínculos que abren puertas a la psiquis de una mujer. Ella vive en el mito y lo recorre junto a todos esos imaginarios ambiguos, a los que nos enfrentamos con la carga de nuestra  corporalidad, contradicciones y representaciones que la cultura impone a una mujer. Ella es de versos libres, ya no la atrapan las raíces pervertidas de la colonia. Se mueve despacio abriendo puertas que se vislumbran con las luces que todo viajero de la noche recuerda, por permitir que sus pupilas se dilaten para abrir los sentidos de la memoria. Su poética es una metáfora de clorofila.

Es su primer libro y lo siento cargado de aullidos de bosques. La siento como una loba solitaria que reconoce sus heridas y las de otros. No teme a la oscuridad de la madriguera, ni a relamer sus heridas, hasta que pueda sostenerse para levantarse y recorrer con entusiasmo y sabiduría, los dones que florecen con las estaciones de la vida. No todos vivimos en la misma temporalidad, pero está mujer en su poética alcanza esos sentires universales que acorralan el tiempo.

Al leerla, la siento muy cercana a Emily Dickinson, la cual tenía la facultad de dibujar poéticamente la naturaleza. Es su poesía un hilado de hiedras que cubren paredes estropeadas para embellecerlas con las palabras y los versos. Sus metáforas son hojas que tocan la piel y rompen los  desacuerdos humanos. Ella no se reprime, ni escatima que el dolor, la falta y la corporalidad están integrada a ventanas que se deben abrir para dar paso a la creación.

Xiomara tiene la facultad de enternecer cualquier piel desnuda, frágil y con fisura.  La poesía es un tocado con lazos de palabras que conectan con el alma. Puede ser que estemos en sequía, con brotes marchitos y con huracanes tempestivos atacando nuestras vidas. Empero un verso da paciencia, arroja misterio y nos besa la vida. Cuando leo a Xiomara me lleno de sentidos y en lo personal me susurran y escucho los aullidos prístinos de manadas de lobas recorriendo los bosques, mesetas, llanuras y montañas para recordarnos que todo lo que habitó como mujer de la tierra es un poema que se expresa en versos libres.