Las universidades, por su propia naturaleza, tienen una vocación natural para compartir, cooperar, integrarse, acordar y desarrollar acciones en unidad o mancomunidad con otras instituciones de su propio mundo académico.

Independientemente de su carácter público o privado -aunque siempre apuesto a lo público-, las universidades históricamente, como academias, han convivido con otras instituciones iguales y han desarrollado programas y proyectos, bajo el socorrido criterio de beneficios mutuos.

En situaciones complejas, difíciles, políticas e incluso bélicas, las universidades obvian cualquier conflicto, en su interés de compartir o desarrollar conocimiento. Pudiéramos poner un ejemplo que parecería increíble: a pesar del bloqueo impuesto por Estados Unidos contra Cuba por más de sesenta años, en estos momentos las universidades cubanas y estadounidenses están desarrollando conjuntamente, en cooperación o alianzas, programas en los grandes centros de investigación de Cuba.

 

Si alguna conclusión pudiéramos sacar de los planteamientos realizados en los dos párrafos anteriores sería que el humanismo inherente al quehacer de las universidades es superior a cualquier elemento político, ideológico, religioso, empresarial o de otra clase, fuera de los intereses académicos, culturales y científicos.

 

Las alianzas entre las universidades siempre han existido, conocidas con otras terminologías, como intercambio académico, relaciones internacionales; otras veces con el nombre de cooperación internacional y ahora, en la actualidad, las denominamos "alianzas estratégicas" vocablo que se aproxima más al lenguaje del mundo de los negocios internacionales y las empresas.

 

En el caso de la República Dominicana, muchos de los técnicos más calificados con los que ha contado el país durante casi todo el siglo XX, y parte del XXI, los hemos tenido gracias a su condición de becarios o asumiendo los costos de matrícula en universidades hermanas, que se formaron en centros universitarios de otros países de cualquier continente.

Durante y después de la pandemia, las universidades han ampliado y fortalecido sus alianzas estratégicas, especialmente en investigaciones científicas, estudios de cuarto nivel, medio ambiente, movilidad estudiantil y profesoral, pasantías, entrenamiento y perfeccionamiento docente.

 

En el mundo académico de hoy no se concibe una universidad que no tenga fuertes vínculos académicos a través de firmas y ejecución de convenios de cooperación nacional e internacional entre las academias, sean estas del más alto prestigio mundial o de cualquier otra categoría académica. Lo más importante en este relacionamiento es el desarrollo de proyectos en colaboración para el beneficio mutuo de las universidades que contraigan los acuerdos a través de las alianzas que realizan.