Desconozco cuántas vidas tendrá usted, pero en mi caso particular creo que tengo solo una. No voy a contar cuantas veces estuve a punto de perderla, pero igual solo tengo esta que le escribe y que "aparentemente" continúa viva…
Si ya logramos "discernir" que solo tenemos una, entonces ya podemos entrar en materia con este latido "deschismeador" que, como casi siempre, nos intenta brindar un poquito de claridad a este juego llamado vida…
Si apenas podemos vivir la vida nuestra, ¿No les resulta complicado intentar vivir "la vida del otro"? Imagínese usted que allá afuera existe todo un manicomio de diversas e infinitas personalidades, debatiéndose como fieras en el "engorroso" oficio de vivir. Para que usted se tire esa carga compleja intentando que los demás "sean como usted quiere que sean"…
Nos la pasamos hablando, especulando, insinuando lo que está mal de los demás y no dedicamos un minuto de reflexión a todo lo malo que hacemos, si, porque ser santo es otro oficio, dificilísimo en la dimensión de las hienas. Es muy arduo ser una persona perfecta cuando la sorprendente perfección de nuestro cuerpo y su intrincado entramado de venas, arterias, músculos, etc., etc., etc., tiende a fallar constantemente.
Usted tiene una responsabilidad sagrada con usted mismo y es la de mantener todas sus funciones acordes y en armonía. Y el chisme o la cotorra son venenos para estas, ya que cada latido de su corazón cuenta y las angustias y pesares de los otros tienden a acelerar esas sístoles y diástoles solo por la morbosidad de la telenovela de los demás…
La vida del otro es importante, pero es más importante para él, no para usted. Hacerle daño a los demás es hacernos daño a nosotros mismos. Cada vez que creamos ansiedad, ya sea "disfrutando" del desatino ajeno, nos empequeñecemos y eso significa atraso espiritual y ¿para qué sirve la espiritualidad? Precisamente para dejar de vivir la vida del otro y adquirir compasión, la cual nos enseña desapego y este nos brinda paz, en consecuencia se transmuta en salud.
La vida del otro es consecuencia de un proceso que viene "más allá" de donde podemos imaginarnos. Está planteada desde las estrellas y estas contemplan unas matemáticas distantes a nuestro raciocinio. Intentar interferir en "esa ecuación estelar" es prácticamente una pérdida de tiempo en esta dimensión terrena.
Si acaso pudiéramos sumarle "algo" a ese proceso de crecimiento sería utilizando las mismas armas de la que está compuesto: energía, vibraciones e intenciones. Estas últimas han de ser positivas por las razones "saludarías" ya mencionadas antes. Las armas que muestran las películas del futuro son rayos y luces como espadas que se componen de energías vibratorias, de la misma manera actúan nuestros comentarios en lo "invisible", rayos y centellas que vuelan a través de nuestras bocas o conciencias y se estrellan ante esa ecuación predeterminada que goza de un filtro y coraza que la neutraliza y nos las devuelve.
Nada bueno conseguiremos de la vida del otro si le lanzamos rayos destructores. Si, en cambio, vibramos en bienestar, sí podremos interactuar con ese destino asignado a nosotros y "motivarlo" a ser sutil y compasivo con nosotros y, como cadena, hacia todos los que están asignados a interactuar en nuestra vida.
La magia no es tan complicada como suponemos. No llegaremos a entenderla y mucho menos comprenderla, pero si conseguiremos aplacar la demoledora consecuencia de estar aquí disfrazados de material gastable y reciclable. Un material dinámico, infectado de luces y sombras, de sentimientos encontrados, de amor y odio, de vanas y absurdas ambiciones perecederas. Un verdadero fiasco para una mente que se razona a sí misma como un absurdo y, al final, se transforma en "algo" que no recuerda lo que era ni porque anduvo por aquí… ¡Salud! Mínimo Caminero