Desde el inicio de la construcción de la Basílica Catedral Nuestra Señora de La Altagracia, uno de los monumentos más emblemáticos de la fe católica en la República Dominicana, se contempló la creación de una Vía Sacra, que conectara esta imponente estructura de la arquitectura moderna con la histórica y 5 veces centenaria Iglesia San Dionisio, lugar donde, según la tradición, la Virgen de La Altagracia hizo su aparición. Este sueño de la Vía Sacra, concebido en los albores de la edificación de la Basílica en 1954 bajo el mandato de Monseñor Ricardo Pittini, Arzobispo de Santo Domingo, y con el impulso de Mons. Eliseo Pérez Sánchez, finalmente se ha hecho realidad. La Basílica inaugurada en 1971, ha sido desde entonces el hogar de la venerada imagen de la Virgen de la Altagracia.
La Vía Sacra no solo ha de ser un camino físico; sino, además, un recorrido espiritual destinado a celebraciones y conmemoraciones religiosas, como, el Vía Crucis y las procesiones que reviven la pasión de Cristo en cada una de sus estaciones. Este recorrido sagrado tiene un profundo significado en la fe católica, ya que permite a los fieles conectarse con el sacrificio de Jesús y reflexionar sobre su amor y humildad.
Desde su concepción, la construcción de esta Vía Sacra se visualizó además de un enlace entre estas dos importantes catedrales —la Iglesia San Dionisio, también conocida como la “iglesia vieja” por ser uno de los templos más antiguos de la región, y la moderna Basílica Catedral Nuestra Señora de La Altagracia— sino también como un motor impulsor del turismo religioso. Higüey, un destino impregnado de espiritualidad que busca atraer a turistas que, además de disfrutar de sus playas y paisajes puedan apreciar la belleza en estas emblemáticas obras de la arquitectura , conectadas por la reciente y tan esperada Vía Sacra . La provincia que ya contaba con estos importantes monumentos arquitectónicos de renombre internacional, como la Iglesia San Dionisio, uno de los primeros templos del Nuevo Mundo, y ahora, con la Vía Sacra, se forma un circuito religioso, histórico y cultural de gran magnitud. Estas obras no solo vienen a fortalecer las visitas de turistas, extranjeros y criollos, sino que también son motivo de orgullo para los altagracianos, quienes debemos aprovechar al máximo sus beneficios.
Este bien cultural es también una obra que impregna a la ciudad de Salvaleón de Higüey su natural relación con personas venidas de todos los lugares de la Isla, así como también de extranjeros, peregrinos, turistas o visitantes, que hacen de esta ciudad un destino que promueve la aceptación de todos los hombres y mujeres de la tierra como hermanos. Una sabia relación con el legado espiritual de su historia, que hace del momento presente un testimonio de integración y familiaridad, y un gesto profético de lo que ha de ser nuestro futuro, estar siempre en camino, pero caminando junto a los otros. Ojalá esta obra también impulse un cambio en la ciudad adecuándola a las nuevas exigencias del tiempo presente, así como a su realidad poblacional, urbanismo y desarrollo de nuevas infraestructuras.
Gracias a la visión de desarrollo y promoción cultural de Juan Mubarak Pérez, director nacional de Patrimonio Monumental, al liderazgo e impulso del Sr. ministro de Turismo, David Collado, y al compromiso claro y resuelto del Sr. presidente de la República Dominicana, Luis Abinader Corona, con el auge y expansión de los distintos puntos de interés turístico de nuestro país.