El 12 de enero de 2012 escribí un artículo titulado "La piel que habito y lo inútil de la censura", cuyos primeros párrafos reproduzco a continuación:

"La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España anunció el pasado martes, 10 de enero, las nominaciones a los Premios Goya. La película con mayor cantidad de nominaciones, con un total de 16, es la más reciente de Pedro Almodóvar, “La piel que habito”, que también fue nominada por la Asociación de Prensa Extranjera en Hollywood al Globo de Oro como mejor película en lengua no inglesa y que fue seleccionada por el más importante crítico de cine de la República Dominicana, Armando Almánzar, como una de las diez mejores estrenadas en nuestro país en 2011.

En Santo Domingo la película se estrenó en premiere la noche del sábado 19 de noviembre en una sala, abarrotada de público, del Palacio del Cine de Blue Mall, en el marco del Festival de Cine Global de Funglode, y comenzó sus exhibiciones regulares el jueves 24 de noviembre en ese mismo Palacio del Cine de Blue Mall y también en el de Bella Vista Mall, en Acrópolis y en Fine Arts Novo Centro.

En este último ha permanecido durante siete semanas y continúa por octava semana, habiendo registrado un notable incremento en la asistencia de público a partir de la segunda semana, luego de ser atacada por dos celebridades de la televisión dominicana, Mariasela Álvarez y Nuria Piera, quienes escribieron el 2 de diciembre en twitter lo siguiente: “Anoche vi "La piel que habito" de Almodóvar… Truculenta, abigarrada, enfermiza, absurda y rebuscadamente construida. Ese hombre está mal!” (Álvarez); “Tengo el deber social de advertir que nadie vaya a ver la película de Almodóvar que están dando en el cine…Ay que mala es!” (Piera).

El referido incremento en la asistencia de público, luego de los ataques de Álvarez y Piera, hizo que algunos recordaran lo ocurrido, hace casi un cuarto de siglo, cuando la película de Martin Scorsese, “La última tentación de Cristo”, fue prohibida por presiones del sector más retrógrado de la Iglesia católica. Los dominicanos no pudieron ver la película en los cines, pero sí en sus televisores, pues estuvo disponible en formato VHS en las tiendas y clubes de video, y fue una de las películas más vendidas y alquiladas en dichas tiendas y clubes de video de aquellos años finales de los 80 e iniciales de los 90.

Algo parecido ha sucedido en los últimos dos años con los libros “Memorias de una dama”, de Santiago Roncagliolo, y “Trujillo, mi padre en mis memorias”, de Angelita Trujillo, cuya venta ha sido impedida en el mercado formal, pero que han tenido una amplia circulación en el mercado informal (al igual que canciones o grabaciones prohibidas por la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía).

Los mencionados casos, como tantos otros, son ejemplos de lo inútil que resulta cualquier intento de censura, sea contra una película o contra un libro o contra una canción.

Hasta ahí lo que escribí en enero de 2012. Lo traigo a colación, casi doce años después, en vista de que, precisamente en este 2023 que ya se despide, se han cumplido 35 años, tanto del estreno mundial como de su prohibición en Dominicana, de la mencionada película “La última tentación de Cristo”, aniversario que coincide con el estreno de la más reciente película de Scorsese, “Los asesinos de la luna”, aclamada entusiastamente por la crítica.

Es propicia la ocasión para que (sea en la Cinemateca, en el Cinemaforum de los martes en Fine Arts, en el Cinemartes del Centro Cultural Banreservas, en los martes de cine del Centro León, en el Festival Global de Funglode, o donde ustedes quieran) se presente una retrospectiva de Scorsese que incluya a “La última tentación de Cristo”, pues ha llegado el momento de practicar aquello de que “ya la pava no pone donde ponía”, considerando que el cardenal ya no posee el poder de antes y no hay que tenerle el miedo de antaño, además de que ahora contamos con un Tribunal Constitucional que no existía cuando la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía dispuso la prohibición, que debe ser derogada ya, pues, entre otras cosas, viola preceptos constitucionales.