Cada vez más nos llegan historias cinematográficas muy interesantes sobre personalidades cuyas hazañas lograron transformar el mundo. Una interesante película trata sobre una de las figuras intelectuales más controversiales del siglo XIX, el padre del psicoanálisis Sigmund Freud, proyectándolo desde varios ángulos.
Abarcando los últimos días del famoso neurólogo, quien transita por un profundo proceso existencial. En medio de la guerra y martirizado por un cáncer terminal de laringe, la cinta lo retrata con un evidente perfil narcisista e incrédulo.
Este Freud ve la vida y sus situaciones trágicas no como el resultado de la existencia de un Dios que castiga o perdona, sino como hechos que se desencadenan a lo largo de nuestras vidas y cuyos resultados pueden que sean la creación de nuestro inconsciente.
La trama principal aborda la profundidad de sus personajes. Por un lado, la responsabilidad de Anna Freud, por mantener el apellido de su famoso progenitor en la cima de la exclusiva sociedad científica londinense.
También expone su abierta fascinación de Anna Freud por las personas de su mismo sexo y la extraña relación de dependencia construida, en parte, desde sus propias carencias.
De la misma manera, la historia describe al famoso escritor C.S Lewis, su búsqueda de la existencia de Dios, basada en su propia experiencia personal: la participación en la Primera Guerra Mundial y el síndrome postraumático como secuela.
El director en la última sesión logra transitar una línea muy delgada al exponer la vulnerabilidad como una condición inherente a los seres humanos. Como nuestro mecanismo de defensa a diversos factores, como el dolor. Expone cómo parte de la teoría freudiana que las circunstancias de la niñez pueden impactar directamente nuestra percepción espiritual por el resto de nuestras vidas.
El director, navega en retrospectiva en la mente del neurólogo australiano. Agotado física y emocionalmente por su condición de salud y paradójicamente, rodeado de una extensa colección de dioses egipcios y griegos. La producción está bien lograda, con diálogos precisos entre Freud y C.S. Lewis, casi como si se buscara descodificar la complejidad de la dimensión del inconsciente de cada uno de los personajes involucrados.
Todo transcurre en matices oscuros, que profundizan la tensa relación de la época y entre los involucrados. La última sesión es en definitiva una fascinante historia, que nos lleva más allá de la naturaleza de los personajes; abordando el criterio científico versus la existencia de una fuerza que lo creo y lo controla todo. Pero contada desde la problemática pura y simple de seres humanos que produjeron grandes aportes a la humanidad con sus postulados. Desde el método para adentrarse en el funcionamiento de la mente humana, apologías literarias y el psicoanálisis infantil.