En septiembre de 2023 Mario Vargas Llosa publicó la novela ‘Le dedico mi silencio’. En una nota ubicada en la página 303 Vargas Llosa advierte que lo último que escribirá será un ensayo sobre Sartre. Ello quiere decir que -salvo un esperado arrepentimiento del autor- ‘Le dedico mi silencio’ es la última novela del premio Nobel peruano. La última. La terminé de leer el último día de 2023 y, más que una novela, parece un ensayo novelado. Con alto contenido psicológico.
Hubiese preferido que cerrara esa magna carrera con otra temática, pero en esta novela Vargas Llosa apela a la música folclórica peruana como instrumento de identidad y cohesión nacional. Vargas Llosa escribe sobre un autor (Toño Azpilcueta) que escribe una novela con la música criolla como epicentro y con un prodigioso y misterioso guitarrista como protagonista (Lalo Molfino).
Toño es un folclorista peruano, hijo de un inmigrante italiano, obsesionado con las ratas. Lalo es un misterioso guitarrista prodigio peruano, adoptado por un sacerdote italiano radicado en Perú, abandonado en un basurero. Uno parece el alterego del otro. Toño parte de la idea, provocativa provocada, de la música criolla unificaría al Perú, destruyendo prejuicios, y que blancos cholos e indios convivirían pacífica y felizmente. Se trata de una visión de la música criolla como factor de integración social. La idea es, según Toño, extrapolable a otros países de Latinoamérica.
A lo largo de todo el libro no pude evitar hacer paralelismos entre el valsito peruano referido por Vargas Llosa y el merengue y la bachata como elementos de cohesión social. Si Vargas Llosa cree que al Perú le une un tejido socio-musical, debe estudiar el fenómeno de los géneros autóctonos en República Dominicana: desde el perico ripiao hasta manifestaciones tan recientes como el Dembow, y cómo los mismos se consumen y se bailan de forma cuasi homogénea, sin importar clase socioeconómica. De ahí que Mozart La Para cante en los 15 años de la hija de cualquier empresario multimillonario, que Los Hermanos Rosario amenicen la boda de cualquier pareja de alto estándar o que Anthony Santos toque en la fiesta de un narco o sea esperado hasta las 4.00 a. m. para cerrar un Festival Presidente de Música Latina. El ejemplo dominicano sirve para pensar que, a pesar de qué -después de un episodio de quiebre psico emocional- Toño termina convencido de que los problemas del Perú no encontrarán una solución tan simple como la música criolla, tal vez su idea no es tan alocada como parece.
Acabé la lectura deseando con vehemencia un estudio socio musical tan bonito como este para nuestro merengue, nuestra bachata, nuestro Juan Luis Guerra, nuestro Johnny Ventura, nuestro Raulín Rodríguez y todos los embajadores y embajadoras de nuestra música. Así, al margen de mis expectativas personales, Vargas Llosa no tenía mejor forma de terminar su carrera narrativa que yendo a las mas profundas de las raíces que el país que le vio nacer y por el que siente gran pasión.
Cómo he dicho, ‘Le dedico mi silencio’ parece un ensayo novelado. Siendo así, me quedo con ‘Tiempos recios’ cómo la última novela de Mario Vargas Llosa, probablemente el peruano más excelso del pasado siglo y, sin duda, el intelectual latinoamericano vivo más importante y el único remanente vivo del Boom latinoamericano. Que placer haber coincidido en vida.