En la medida que nos aproximamos a la hora cero del proceso electoral en la UASD esta jornada concita a diario mayor interés, no solo de los uasdianos con derecho a votar sino de la generalidad de la población, reiterando en la práctica que la universidad es una institución enraizada en el seno del pueblo. De ahí la importancia de la exposición objetiva de las propuestas electorales, que deben estar segregadas de vocinglerías demagógicas. Lo pertinente es valorar desde un ámbito analítico las ofertas programáticas posibles, para que todos con sensatez y ecuanimidad nos aliniemos en el lugar que consideremos oportuno para proseguir el desarrollo de la más antigua entidad de educación superior de América. El suscrito al igual que un segmento mayoritario de los universitarios, hemos visto como de modo paulatino y ascendente el candidato Editrudis Beltrán y su programa de trabajo han logrado de manera insoslayable el consenso de los votantes en el Claustro Mayor, así lo han evidenciado las diferentes encuestas institucionales.

El maestro Editrudis Beltrán es un universitario de larga data, ha vivido las diferentes etapas contemporáneas de nuestra universidad. He escuchado con detenimiento sus disertaciones y las he analizado de modo pormenorizado, desde aquellas acciones estudiantiles  (que yo también viví) de salir huyendo a las diez de la noche a alcanzar el último autobús universitario gratuito para trasladarnos a nuestros hogares, se trata de un objetivo cúmulo de experiencias a lo largo de su amplio recorrido por las principales funciones en la estructura universitaria hasta la vicerrectoría administrativa que la ha desempeñado en dos ocasiones, aspectos que lo cualifican como un cuadro universitario, conocedor a cabalidad de nuestras estructuras, por lo tanto nos garantiza en buenas manos estará el pandero de la rectoría.

Lo más significativo reside que este funcionario de estructura, ha sabido transitar por los diferentes organismos de cogobierno sin cuestionamiento en el ejercicio de sus funciones. Cualquier epíteto estridente en vía contraria es parte del acalorado entusiasmo electoral, ya habitual entre nosotros los dominicanos.

Un ilustre pensador Oriental, afirmó que en la batalla se debe desarrollar la acción de combate en el ámbito que convenga. De ahí lo correcto y paradigmático de la campaña de Beltrán al escoger el terreno lúcido de exponer en todos los espacios universitarios y de la sociedad sus propuestas, con razón, con ventaja y sin sobrepasarse. Su programa ha sido explicado públicamente de manera minuciosa al igual que sus intenciones desde la rectoría, desechando enarbolar la verdolaga del bochinche electorero, que amparada en exabruptos estentóreos elude asumir formales compromisos programáticos.

Sí, el terreno fértil y sensato de la divulgación programática y de la persuasión libre de los universitarios, ha sido el camino elegido. Desde este litoral se ha estimado no se necesita el escenario aciago de una especie de circo romano para que estos proyectos sean validados o no, al calor de desgarrantes algarabías irracionales como las suscitadas en los tiempos superados del aflictivo espectáculo de marras.

Las propuestas del «Proyecto Triunfo» sin preámbulos teóricos han puesto el dedo en la llaga al priorizar tres reformas básicas, la reducción gradual de la carga académica, enfrentar la sobrepoblación en el aula y la modernización curricular.

No es un secreto que cuarenta horas semanales de docencia son totalmente inadecuadas en lo personal para el docente, y en lo pedagógico en la asimilación por los estudiantes. Con el objetivo ineludible de mantener un salario mínimamente decente, acudimos a ese avasallante horario atentatorio contra la vida útil de la mayoría de los docentes, además no nos permite avanzar en la innovación de la enseñanza, tenemos que ir al aula a repetir lo mismo, asediados por ese horario harto riguroso que las difíciles coyunturas económico-sociales nos conminan a asumir. Se debe reiterar no puede ser un proceso automático, sino gradual, es obvio para agotar esta compleja fase se debe sensibilizar a las autoridades centrales de su trascendencia en la mejora de la calidad de la enseñanza.

Editrudis Beltrán ya tiene experiencias en la necesidad de coadyuvar a crear las condiciones de un mejor desempeño habitual del maestro, que redunda en el beneficio de una mejor actitud para la docencia y ganancias para el aprendizaje. Desde el cargo de vicerrector administrativo promovió facilidades para el transporte y otras necesidades vitales de los profesores como el justiciero desmonte de la carga académica tras 25 años de docencia. No podemos ser una fábrica con fines de lucro, que exprime al trabajador para abandonarlo con el paso de los años como un estéril bagazo.

Aulas superpobladas es el otro grave dilema, nadie puede discutir la imposibilidad de lograr una correcta interacción educando-educador, sino existen condiciones adecuadas para que fluya con la permeabilidad necesaria la comunicación.  Esta notable dificultad mejorará sustancialmente con la reducción de estudiantes por aulas, sin dudas, aunque es un tema complejo por el factor económico. Este asunto vital está vinculado a la necesidad de equipos audiovisuales en las aulas, aunque lo eleva a la sensible órbita de lo costoso, pero deben plantearse aulas modelos para empezar. No pocos docentes tenemos que ingeniárnoslas y deambular para arriba y para abajo con equipos audiovisuales personales. Este aspecto la nueva rectoría debe valorarlo, para dar un paso al frente.

Son situaciones perentorias, difíciles de  resolver de golpe y porrazo en una universidad masificada, lo adecuado es tener la voluntad de enfrentarlos y considerarlos como parte esencial de los objetivos estratégicos a obtener en este próximo mandato universitario. El momento es para insistir con el desarrollo institucional, enfrentando nuestras debilidades, de ahí la adhesión mayoritaria que ha concitado Editrudis Beltrán y su equipo, comprometidos a tomar el toro por los cuernos sin muchos circunloquios.

Cuenta con una brigada de connotados académicos, como lo es Wilson Mejía proyectado como vicerrector docente, ya ha agotado una importante cuota académica desde la cátedra de ginecología y obstetricia hasta el decanato de Ciencias de la Salud, siendo un reconocido escritor principalmente de temas académicos. Rosalía Sosa de extensión, actual vicedecana de Ciencias Jurídicas y Políticas, abogada, economista y escritora, gestora de la cátedra UASD-Unesco y otras actividades compatibles.  Ramón Desangles, administrativo, quien desempeñó el decanato de Ciencias Económicas con importantes transformaciones en el desarrollo de esta facultad, que son tangibles y Radhamés Silverio investigación y posgrado, actual decano de la Facultad de Ciencias, experto en todos los aspectos esenciales de informática, que están en la vanguardia del desarrollo científico,

De igual modo se han presentado equipos ejecutivos a los decanatos, direcciones de recintos, centros regionales y jefaturas de escuelas, conformados por personal de reconocida experiencia académica. Sin dudas, el «Proyecto Triunfo», se encamina a asumir el gran reto de mantener a flote la nave gloriosa de la UASD, y enrumbarla por una ruta de prosperidad académica y social. ¡Adelante!