Salcedo, Provincia Hermanas Mirabal ha vivido una tragedia atroz y espeluznante que nos ha sumido en una tristeza profunda. Estamos procesando tanto dolor e implorando orden divino, misericordia y compasión.

Para las personas que a causa del fuego están en una delicada situación de salud, pedimos sanación y voluntad para enfrentar las terapias necesarias. Para las familias que les ha afectado directamente hemos rogado consolación, sanación, aliento, ánimo, alivio, entereza, aceptación, mucha paz y mucho amor en sus almas, corazones y cuerpos para soportar tanta tragedia y aflicción.

Un día que se suponía sería floreciente y feliz. Un día que se suponía era para la fiesta, la alegría, el desenfreno carnavalesco, el colorido y la 'gozadera'. Un día que se suponía pluscuamperfecto en su realización recurrente y tradicional, se vistió de luto y desolación.

Siempre hay “bochinche” alrededor del carnaval, se vive desde múltiples expresiones de la más absoluta felicidad momentánea. Hay canciones que lo describen a la perfección En la noche de San Juan, Cómo comparten su pan… gentes de cien mil raleas”. Este año la fiesta fue interrumpida, llegaron muy temprano los Lestrigones y los Cíclopes. Llegó Poseidón con una terrible tormenta que nos ha inundado y casi nos ahoga. Llegaron las tribulaciones, la tristeza se hizo carne y la carne se hizo agonía, llagas, llanto, dolor. Tuvimos una catástrofe.

El sufrimiento, la enfermedad, la muerte y el suplicio más infausto, se instaló en cada rincón de un pueblo y en cada habitante; en cada compueblana y compueblano no importa el lugar del mundo donde habite. El carnaval en el 2024 ha tenido un final funesto que mueve al espanto y a la compasión. Una ciudad permanentemente ruidosa entró en un silencio sepulcral, en una consternación paralizante. Y a la vez, se colocó en un paroxismo impresionante de solidaridad. Más de 300 donantes de sangre en un día; profesionales de la medicina de distintos centros de salud trabajando al unísono para estabilizar a la víctimas, asistiendo en los traslados; poniendo cuerpo, alma y corazón en que no se perdieran vidas.

¿Qué se le puede decir a las madres y los padres de los niños fallecidos? ¿Como se aporta consuelo ante un dolor tan desgarrador? Yo me permito remitirle a la tranquilidad que puede proporcionarnos escuchar canciones en la búsqueda de tener la posibilidad de volver a respirar… A veces atribulada (Sin angustiarme), En apuros (Sin desesperarme), Perseguida (Nunca desamparada), Derribada, pero, jamás destruida…Porque esta es mi fe… Yo cruzaré, el mar recio que oculta el camino…”

¿Qué se le puede decir a las personas que luchan por su vida y a sus familias? Quizás, que recuerden que Ítaca es el camino, que siempre habrá tormentas y satisfacciones, momentos de pesar y momentos de triunfo. Que se aferren a la esperanza, que construyan una solidaridad y una comunicación que traspase cualquier tipo de fronteras, que fabriquen momentos de alegría en el dolor, para que tengan la fortaleza de resistir este camino.

Mi Imperio de Salcedonia ha sido abatido por un acto imprudente y negligente, pero parecería, que si buscamos culpables determinaríamos que es “fuente ovejuna” (todos a una). El peso más grande lo están cargando las familias de los fallecidos, las personas heridas y sus familias…

Que esta catástrofe, que esta desgracia, que esta adversidad al menos nos sirva para “poner candado después que nos roban”; por favor nunca más un fuego que nos demostró que no es artificial y que debe usarse con los controles requeridos. Recogimiento, oración, confianza en la regeneración de los cuerpos y las almas. Y amor, mucho amor para un pueblo que necesita sanar y renacer.

Que nos sirva para la aprehensión de las reglas de la prudencia, para la diligencia necesaria en cada acto de la vida, para que haya la comprensión de la necesidad de cumplir las normas y actuemos desde la sensatez, con la existencia propia y la de los demás. Ojalá esta experiencia desgarradora sirva para que como comunidad nos responsabilicemos de todo lo que debemos mejorar.

No puedo terminar este escrito, sin expresar mi admiración y respeto para Yssel Romelina Abreu Infante, a quien no tengo el placer de conocer personalmente, pero sus actuaciones alrededor de estos hechos espeluznantes han sido de tanta entereza, determinación, valentía y manifestación de amor, que es necesario destacar y agradecer.

Abrazos y sanación.