Con Gaza en el corazón
La timidez incapacitante no es más que uno de los reflejos de la ansiedad. El miedo paralizante que impide interactuar con los demás es una de las condiciones que más hace sufrir de una forma silenciosa. Entre los rasgos de personalidad más extensamente descritos, hace mucho tiempo que la timidez ha sido abordada de muchas maneras por escritores o cineastas, conociéndose bastante por sus peculiaridades, antes de ser enmarcada en descripciones médicas o ser asociada a patologías afectivas o infantojuveniles. La literatura y el cine, en diversas obras, nos han mostrado el martirio silencioso de la timidez, del aislamiento afectivo que sufre quien la padece y su asociación con la ansiedad social.
La sección de literatura del diario El País del domingo 7 de julio incluyó un extenso reportaje sobre las múltiples causas de este rasgo conductual, sobre todo lo difuso que es el concepto y lo complicada que es su definición, porque en algún momento todos hemos padecido un ataque de timidez, especialmente en la adolescencia temprana, cuando nuestra fragilidad emocional es más intensa.
El psiquiatra francés Christophe André (Montpellier, 1956) es un reconocido especialista en trastornos de ansiedad y depresión que aplica la terapia cognitivo-conductual. Durante más de treinta años ejerció como médico psicoterapeuta en el hospital Sainte-Anne de París y tiene múltiples publicaciones, como Meditar día tras día (2012), La vida interior (2019), Viva la libertad (2020) o Cómo tratar con personalidades difíciles (2022). Como describe el doctor André, existen muchas definiciones científicas de la timidez, puesto que, según el punto de vista que se quiera adoptar, es posible abordar el fenómeno desde el ángulo de lo observable (el comportamiento) o desde lo que se siente (las emociones).
Es posible entender la timidez como fluctuante en función de la situación o sujeta a nuestro ánimo, ya que su intensidad varía. Estas son particularidades de cómo puede aparecer este fenómeno tan inhibidor que nos incapacita para relacionarnos de forma normal. Cuando el miedo alcanza el máximo de intensidad, cambiamos el término de timidez y lo denominamos fobia.
Hoy cada vez más personas están limitadas en su día a día por un aislamiento afectivo que trastorna su mundo social. Son situaciones muy limitantes en las que la reacción de protección es el aislamiento. Vivimos, de hecho, en la era de la fobia social, una conducta cada vez más extendida.