La teoría del control es una de las teorías criminológicas que intentan explicar las causas que inciden en el fenómeno de la delincuencia. Es presentada por Travis Hirschi en el año 1969, en la cual expone varios elementos que, de debilitarse o ante su ruptura, podrían dar lugar a la conducta delictiva.

Dentro de sus postulados establece la necesidad del vínculo afectivo que debe desarrollar una persona hacia otras personas comprometidas con la sociedad convencional. En consecuencia, la conducta delictiva o antisocial sería el resultado del debilitamiento o ruptura de dicho vínculo. En virtud de lo anterior, la etiología de la conducta desviada se encontraría en la ausencia de vinculación afectiva con las demás personas.

García-Pablos de Molina (2003), respecto a la relación entre el vínculo y la conducta desviada, señala que “la causa de la criminalidad resultaría, pues, del debilitamiento en el joven de esos lazos o vínculos que le unen con la sociedad. Cuando el individuo carece del necesario arraigo-social o de interés y sensibilidad hacia los demás, carece, también, del indispensable control disuasorio, encontrando expedito el camino del crimen. Lo que puede suceder con independencia del estrato social al que pertenezca.”

Hirschi (1969) señala que “el proceso de enajenarse de los demás incluye con frecuencia el conflicto interpersonal o se basa en él.” Por igual, establece que “la esencia de la internalización de las normas, la conciencia, o el superyo, radica, entonces, en la vinculación del individuo con los demás”.

Dentro de sus planteamientos se encuentra el énfasis que se confiere a la opinión de los demás. En este sentido, el grado de importancia que se le asigne a la opinión de los demás conllevaría que el individuo fuera menos proclive a desarrollar conductas que puedan afectar la opinión de otros.

En relación con la importancia que le otorga a la opinión, Hirschi (1969) sostiene que “si a una persona no le importan ni los deseos ni las expectativas de las demás personas, es decir, que es insensible a la opinión de los demás, en esa medida, por lo tanto, no se hallará sujeta a las normas. Es libre para desviarse.”

Dentro de los mecanismos señalados por este autor, dirigidos a la inhibición de conductas desviadas, aparte del apego, señala los siguientes:

  • Compromiso

Relacionado con el grado de conformidad de los individuos con la sociedad convencional. En este caso, pone énfasis en el grado de ambición y aspiraciones del individuo; sobre todo, en relación con la escuela y otras ocupaciones juveniles habituales. (Garrido y Redondo, 2013).

  • Participación

Sobre este mecanismo, enfatiza la necesidad de que los individuos desarrollen actividades que disminuyan el tiempo de ocio. Por tanto, toda actividad que tienda a mantener ocupado al individuo incide para que este se aleje de conductas desviadas.

  • Creencias

Establece que en la medida en que un individuo crea en las reglas morales de la sociedad convencional, estará menos inclinado a infringirlas. Por ende, mientras menos crea que deba respetar las reglas, más posibilidades habrá de que las viole.

Para Hirschi (1969) “¿por qué lo hacen? Simplemente no es la interrogante para cuya contestación se diseñó la teoría. La interrogante es ¿por qué no lo hacemos nosotros? Hay mucha evidencia de que lo haríamos si nos atreviésemos”. En vista del planteamiento de esta interrogante, podemos considerar que la conclusión es que, ante la ausencia de dichos procesos o mecanismos de vinculación, cualquier persona está expuesta a la posibilidad de comisión de algún acto desviado o antisocial.

Por tanto, podemos verificar la importancia que se le confiere a la socialización del individuo atendiendo a los valores convencionales, pero también la necesidad de estimular el vínculo de este con la familia. En este orden, señalan Cid y Larrauri (2001), “la primera clave en la prevención del delito es la familia, pues de acuerdo a esta teoría existe un vínculo comprobado entre delincuencia y educación familiar defectuosa”.

Finalmente, los postulados de esta teoría sostienen que lo que evitaría la aparición de conductas desviadas serían el apego a los demás, el compromiso con actividades que estimulen el desarrollo educativo y ocupacional, la participación en actividades que disminuyan el tiempo de ocio y la creencia en que las reglas deben respetarse.