El rutario teatrológico de Iván García Guerra presenta zonas de novedad en la dramaturgia, la actuación, diseño de vestuario, el diseño escénico, la dirección y la adaptación. Esta concepción del teatro tuvo muchos seguidores jóvenes en los años 70, los 80, los 90 y comienzos del 2000, cuando Iván García comenzó a publicar sus textos teóricos y consejos para escribir sobre dramaturgia, dirección, actuación historia del teatro dominicano y universal. El cuerpo, la voz, el escenario, la dirección de movimientos escénicos y otros aspectos como los movimientos de tramoya, uso de utilería, sonido y música concretizan la obra espectáculo Estos oficios y aspectos constituyen una poética del teatro acompañando siempre su trabajo dramatúrgico y educador.
El trauma de la guerra civil de 1965, hay que decirlo, marcó a la generación surgente de la guerra, donde los personajes de una dramaturgia traumática de la guerra fueron la ciudad, el conflicto social, el sujeto resistente, las ruinas del conflicto y el espacio bélico activado por personajes, sujetos y un activismo político que reunió a pintores, dibujantes, teatristas, poetas, narradores y comunicadores que fueron recogidos en obras teatrales, así como en improvisaciones poéticas, políticas y populares llevadas al teatro.
De ahí que la simbiosis escénica fue un procedimiento utilizado como cardinal imaginaria recogida en una teatrología en la década de los setenta. Volvió la idea y el modelo dramatúrgico planteado por la Fábula de los cinco caminantes y Más allá de la búsqueda. El sendero, la idea trágica de F. Dostoievski, Los personajes Fórtido, Mínimo, Orátulo, Revóluto y Cárnido marcan el camino de la soledad y la libertad, mientras que en Más allá de la búsqueda, Pandora y Prometeo se expresan desde una visión amarga de la existencia y un pronunciamiento sobre el absurdo y la ironía que justifica la primera acotación de esta obra. Prometeo habla consigo mismo. La descripción del drama abre el posicionamiento de la obra; espacio escénico descrito en un acto único y siendo la puerta simbólica el límite entre el mundo de adentro y el mundo de afuera.
“Prometeo: otra vez la ha dejado abierta. (Al cerrarla respira profundamente y hace un amplio gesto de posesión). Ahora está mejor. Sí, no cabe duda. Estoy solo. (Con amargura. Irónicamente). Es mejor estar solo. Solo y guardado como un ruiseñor en su jaula. (Habla a las caretas). Presume de mala memoria, pero sé lo que quiere; vigilarme. No es posible que todos los días olvide cerrar esa maldita puerta, a través de la cual tantos males me pueden llegar. Quiere investigar mis actos, encontrar mi punto débil. No lo logrará. Terrible mujer Pandora, con su carga de tristeza de perro pedigüeño; con su carga de tristeza en la mirada. Cuando la miro desde la oscuridad, me parece como si guardara en su seno todo el dolor del mundo. Aún más, como si ella misma fuera todo el dolor del mundo. El día que le prohibí que me dirigiera la palabra, creí que lo solucionaba todo, que no volvería a sentirme compadecido por su pena. (Ver, Más allá de la búsqueda, Santiago, 2014, pp. 10-11).
El dramaturgo retoma en su visión de los dos personajes un recorrido de males que entran por la puerta a una habitación imaginaria pero también real. El mundo de ambos personajes ensanchado y marcado en la primera acotación de la obra con señales, signos y elementos que hacen un espacio límite que “da el mundo”. El dramaturgo y dramaturgista puntualiza mediante elementos que crean en su ritmo y significados la situación motivadora de la obra.
“Acto único: Una habitación de paredes negras. Inexpresivas caretas de cartón y cuerdas que parecen dirigirse hacia el firmamento. Una tribuna negra sobre la cual descansa una bata o manto, y un gorro, ambos de color rojo fuego. Una pequeña banqueta, también negra. Al fondo una puerta que da al mundo. La iluminación es parcial, por zonas, como una terrible fantasía de colores. El vestuario de los intérpretes, completamente negro. Su maquillaje blanco, con las facciones toscamente marcadas por colores contrastantes. Al abrirse las cortinas va apareciendo gradualmente Pandora. Dirige su mirada hacia todos lados con cierto temor. Al convencerse de que está sola, actúa con naturalidad. Saca un paño amarillo y comienza a limpiar los rostros de cartón. El paño parece una mariposa girando entre tanta negrura. De pronto se detiene. Pueden verse sus facciones. Ha escuchado algo y siente miedo. Una corta e intensa lucha; no sabe si marcharse o quedare; decide esconderse. Se pierde en la oscuridad. Aparece Prometeo. También luce asustado. Mira alrededor y poco a poco va calmándose. Ve la puerta abierta y corre presuroso hacia ella.” (Vid. pp. 9-10).
En La fábula de los cinco caminantes (1965)2014, el desamparo de los personajes en la soledad y el despojo de las claves de un fenómeno de pérdida y descontento se expresa en la búsqueda por abandono en el mundo. La relación se explica en su rutario trágico de un testimonio viviente desde la existencia. El sujeto propio y los personajes dejan su huella en el mundo trazado por un mundo que niega y se niega bajo la línea de un horizonte que habita los personajes en su avance de respuestas y cuerpos, en cuyo caso el orden se expresa y se acentúa en esta obra: la alteridad, el otro y la búsqueda de una salvación utópica y sorprendente que se va proyectando como mundo distópico. Veamos las palabras finales de Cárnido y Revoluto:
Cárnido: “… Porque quiero que sepa, que eso no altera en nada mi opinión: la comida debe ser mejorada, y le juro que trataremos eso en la próxima reunión de las Naciones Separadas; digan lo que digan. Después de todo, ¿Qué me importa que me llamen intervencionista? Las cosas son así, y así tienen que ser.
REVOLUTO. – ¿Así?… ¿Así?… Hay que buscar más adelante… hijos de la gran puta. (Han salido y sólo quedan en escena, el cielo, el sol, la arena y los milagros abandonados. La cortina se cierra sin comentarios –tal vez la marcha del principio). (Ver pp. 13-14)