El padre Billini fue el primero que realizó acciones por las personas con enfermedad mental en las que la piedad y la salud son hermanas siamesas.
Como en casi todos los asuntos colectivos, la visión tiene que ser multidisciplinar; no existen ni fórmulas individuales ni, por supuesto, fórmulas mágicas. Aunque pusiéramos un psiquiatra en cada hogar dominicano los problemas de salud mental seguirían existiendo…
Las razones por las que mi padre, el doctor Antonio Zaglul, defendió siempre el modelo asistencial tipo manicomio radican en la fragilidad del paciente con trastornos mentales. Este no tiene capacidad para afrontar como los demás un medio hostil como es una sociedad moderna puesto que, al carecer de conciencia de la enfermedad que padece, desconoce los riesgos que implica; no tiene pudor, sus impulsos están descontrolados, su conducta es desorganizada, su percepción de la realidad se acompaña de visiones inexistentes en las que siempre existe una amenaza y por eso sus reacciones son de defensa. Necesita protección de sí mismo…
Desde hace dos años y medio, con un catalizador como la pandemia de la COVID 19, para la que ningún sistema de salud estaba preparado, el aislamiento social desencadenó la cascada perfecta de síntomas psíquicos como son la ansiedad, la fobia, la depresión o el estrés postraumático en personas sin antecedentes patológicos. Y en las personas ya enfermas fue el detonante para el brote.
Pero, al mismo tiempo, ante las imágenes de personas adultas de ambos sexos deambulado perdidas en el mar de la locura que vemos en la actualidad, antes que la enfermedad yo veo pobreza, exclusión social, unas situaciones de emergencia social acuciantes.
Frente a esta realidad, cabe realizar un diagnóstico social de cada caso humanizándolo y también creando redes de apoyo. Las estrategias debieran ser el resultado de un diálogo entre profesionales de la salud, las sociedades científicas los agentes sociales las asociaciones y patronatos que fomentan la ayuda a este perfil tan vulnerable.
Asimismo, en el marco de la promoción y respeto de los derechos humanos, como respuesta a las cuestiones de marginalidad y emergencia social, se requieren campañas de sensibilización hacia la condición de vulnerabilidad de personas en estas circunstancias. Los sistemas de evaluación demográficos son indispensables para poder realizar un abordaje multidisciplinar.
Nadie en solitario tiene la solución para un desafío tan difícil y complejo. La respuesta debe ser en colectivo: un psiquiatra en tu vida no solucionará solo tus problemas; requiere de tu voluntad, también de fármacos, de la colaboración de psicólogos y de la familia.
En un mundo gobernado por la razón debiéramos regresar a los inicios del padre Billini: la compasión y la solidaridad con el otro, con la persona enferma, fue sustancialmente su ejemplo y su legado.