El ensayo “Nueva retórica, nuevos códigos y nueva sociedad”, del periodista Rafael Núñez, plantea una reflexión de una obviedad: la sociedad de la opinión.
Concatenado con el pensamiento de la filosofía clásica, el libro parte de las tres hipótesis de La Retórica, de Aristóteles: el ethos (razonamiento), el pathos (emoción) y el logos (lógica).
Desde esas premisas, el autor emprende el viaje del escritor para trazar un entramado que explique lo que el filósofo surcoreano Byung Chul-Han ha llamado “El enjambre”, un ecosistema de redes sociales que sustentan la sociedad de la opinión.
A partir de ese invento magnífico de Johanes Gutemberg, en la Alemania de 1452, la difusión de las ideas transformó la dialéctica de la conquista del poder.
“La Biblia de Gutemberg, acota al autor, supuso una disrupción sin precedentes en el ámbito técnico y potenció la comunicación humana con ambición universal”.
Surgió una nueva fisonomía del poder, una nueva narrativa, un nuevo diálogo con Dios, subsumido en el mensaje del monje Martín Lutero, quien predicó un nuevo evangelio a las puertas de una nueva iglesia.
“Esas contradicciones no se quedaron en el plano filosófico y de interpretación de la Palabra Divina, sino que degeneraron en guerras entre religiones que desgarraron a Europa durante los siglos XVI y XVII”, nos dice.
Ese sólo capítulo, hace del libro de Núñez una de las obras dominicanas que con mayor rigurosidad y sagacidad aborda el tema histórico de la comunicación social.
Acudiendo al viejo método socrático, el veterano periodista apela a Aristóteles y su trilogía racionalista para formularse una pregunta: ¿Qué es persuadir? ¿Cómo logramos que otros asuman nuestros postulados?
La pregunta luce ociosa, pero hay en el autor un saber supino que le indica que la respuesta no está en el diccionario, sino en los entretelones de la siquis humana. Las personas no son ethos, sino emoción y persuasión.
El autor lo hace para justificar la argumentación como arma frente a los postulados que afirman que se puede manipular infinitamente la realidad con falsas percepciones.
Por eso, subrayo en ese capítulo un epígrafe dedicado a la defensa de la argumentación como elemento esencial de la retórica de un político, un abogado o un gobernante.
¿Qué determina que la verdad y la justicia prevalezcan? Se pregunta el autor. “La eficiencia con la que se puede argumentar la causa defendida”, se responde.
No tengo duda de que el libro de Núñez es un hito en la bibliografía de la política y la comunicación en el país, y que será fuente de otros trabajos que se escribirán sobre el tema.
(Estas palabras fueron pronunciadas por el autor en la presentación del libro en Cotuí).