La sociedad de consumo tiene raíces profundas en las dinámicas económicas, culturales y psicológicas que impulsan a las personas a adquirir bienes y servicios, a menudo de manera excesiva. Esto se manifiesta especialmente en eventos como rebajas o lanzamientos de productos, donde se generan comportamientos colectivos como hacer filas largas incluso en condiciones adversas de baja temperatura.

Las empresas crean eventos como Black Friday o lanzamientos exclusivos, promoviendo descuentos limitados o cantidades reducidas. Esto genera una sensación de urgencia, conocida como FOMO (fear of missing out), donde las personas temen perder una oportunidad única.

Las campañas de marketing apelan a emociones, aspiraciones o incluso inseguridades, incentivando la compra más allá de la necesidad real. Los productos se convierten en símbolos de status, pertenencia o éxito. Ver a otros participar en el consumo crea un efecto de “manada”.

Las filas largas y la demanda visible hacen que las personas perciban el producto como valioso o deseable. Algunos ven estas experiencias (como acampar para comprar algo) como un acto comunitario, algo que hacer con amigos o familiares, dándole un valor social más allá de la compra.

El modelo de vida que genera el capitalismo mas desarrollado da como resultado el nacimiento de un sujeto y una ética insostenibles. El nuevo Dios pasó a ser el consumo, la adoración de los oropeles, veneración cuasi religiosa del “tener”.

En su nombre se sacrificaron pueblos enteros-originarios de América del Norte en principio, y de otras latitudes luego-, así como en otros lugares del Planeta Tierra. Si toda la humanidad consumiera como lo hace la población estadounidense, en unos días se acabarían los recursos naturales del globo terráqueo. En Estados Unidos todo es consumir y botar a la basura, dejarse llevar por la novedad, buscar con voracidad el poseer cosas.

Lo que hace grande a este país es la creación de necesidades y deseos, la creación de la insatisfacción por lo viejo y fuera de moda”, expresó el gerente de la agencia publicitaria estadounidense BBDO, una de las más grandes del mundo. Magistral pintura de cómo funciona el capitalismo en su punto máximo de desarrollo.

Ese icono del modo de producción capitalista creció imparable desde el siglo XIX, pero hoy comienza su declive. Seguramente el país americano no caerá por los misiles nucleares rusos o chinos. Eso es prácticamente imposible e inconcebible. La guerra entre titanes solo llevaría al final de todos, no habría ganadores dada la terrible letalidad de las armas de que hoy se dispone.

Nadie quiere este enfrentamiento, y los esfuerzos se encaminan debidamente a impedir un conflicto real entre tropas rusas y las de la OTAN. Serán otros los elementos que obran para su declive. Ese hiperconsumo desmedido, los problemas sociales acumulados que estallan como racismo supremacista blanco (los WASP) contra la población no blanca, la polarización económica extrema como cualquier país denominado tercermundista por la teoría China de los Tres Mundos.

“Ricos exageradamente ricos y asalariados en lenta caída, guerra civil, consumo infernal de estupefacientes: todo eso es el caldo de cultivo para lo que estamos viendo, el final del dominio occidental del mundo encabezado por Estados Unidos.

En conclusión: el sistema económico, social capitalista es un contrasentido sin solución; crea una riqueza tremenda; pero necesita forzosamente población que no tiene acceso a la riqueza producida, y que nunca lo va a tener. Ese es su cáncer sistémico. Produce mucha mas comida de la necesaria para alimentar muy bien a toda la humanidad, pero al mismo tiempo tiene en el hambre la principal causa de muerte de la gente:20 mil personas diarias fallecen por falta de nutrientes.

La riqueza, dada la forma que asume como sistema, aunque sobra en el mundo, beneficia solo a una pequeña élite. La cual élite esta dispuesta a hacer lo que sea necesario para no perder sus privilegios, llegando a la locura inadmisible de la destrucción de la humanidad.

Este fenómeno revela cómo las estructuras económicas y sociales moldean los comportamientos individuales. Aunque estas dinámicas son ampliamente criticadas por promover el consumismo, la responsabilidad no recae solo en los individuos, sino en un sistema que prioriza el crecimiento económico sobre el bienestar social. Además, muchas personas participan por necesidad real, no solo por deseo.