El alud que la noche del domingo 24 de septiembre bloqueó la comunicación vial entre las provincias Barahona y Pedernales debería mover la acción pública más allá de la solución urgente del despeje la barrera.

La población de los municipios Pedernales, Oviedo, Enriquillo, Paraíso y otras comunidades del área carece de carreteras alternas para viajar a la capital.

Y el caso de Pedernales es peor. No se pasa por este municipio cabecera, 307 kilómetros al sudoeste del Distrito Nacional. Hay que ir. Está ubicado en la misma frontera dominico-haitiana.

Allí ejecutan el ambicioso Proyecto de Desarrollo Turístico, y, por sentido común, si no por seguridad, el Gobierno debería comenzar ya a abrir otras conexiones terrestres que saquen a la gente de aquella prisión perpetua inmerecida.

Una sola entrada-salida es un absurdo para una provincia camino a convertirse en el próximo destino turístico.

El tramo hasta Barahona es de 124 kilómetros. Es angosto y está plagado de cuestas peligrosas. La gestión de gobierno actual inició la ampliación y eliminación de al menos 70 curvas en los 74 kilómetros que median con Enriquillo. Si cumple, será un magnífico aporte.

Y desde la gestión anterior trabajan en la reconstrucción del tramo Enriquillo-Barahona, que es de 49 kilómetros. Al menos cinco años hace se está en ese vaivén constructivo; sin embargo, al final, a ojos vista, no presentará cambios en el trazado, ni eliminación de curvas riesgosas.

Al nativo y al turista hay que permitirle otro respiro, otras opciones, otras vías. Y una, tan necesaria como espectacular, es la que conecta a Pedernales con Duvergé, por Puerto Escondido o Puesto Escondido, a través de la carretera panorámica de la bauxita, que lleva hasta Acetillar y Pelempito, en lo alto de sierra Bahoruco. Así se completaría el circuito de las cuatro provincias de la empobrecida Región Enriquillo, incluida en el proyecto turístico (Pedernales, Barahona, Baoruco e Independencia).

Nomás son unos 40 kilómetros. No sólo presenta una vista espectacular de flora y fauna del parque nacional y, desde arriba, de todo el litoral sur, incluidas playas Cabo Rojo y Bahía de las Águilas, un plus para el turismo sostenible prometido, sino que representaría una reivindicación a los padres fundadores de la comarca en 1927 y poco antes, poco después.

Por allí bajaron ellos a lomos de mulos y caballos, desde Las Damas o Duvergé, provincia Independencia. Sería un monumento en honor a esas familias y una apuesta a la interacción y al bienestar de las comunidades impactadas.

Llegar a Duvergé o al área del lago Enriquillo en la provincia Baoruco, vía Barahona, sería cuestión de al menos tres horas y media. Poco menos de una hora si fuera por la sierra.

El derrumbe ocurrido la carretera Barahona-Pedernales, comunidad La Ciénaga, debe animar al Gobierno para iniciar, de una vez y por todas, el pedacito de carretera que se necesita para empalmar a pueblos familiarmente hermanos, pero muy distantes en vista de la indiferencia gubernamental. El presidente Luis Abinader ha prometido varias veces la realización de la vital obra.

Eso cuesta nada en comparación con las riquezas que la provincia ha aportado históricamente al Estado a través de la explotación de la bauxita (materia prima para aluminio y otros productos) y caliza.

No queda tiempo que perder.