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Tengo por experiencia que de lo que menos hablamos, personalmente con nuestros amigos y amigas, es de lo que nos motiva para vivir, lo que le da sentido a mi vida. Yo le llamo: LA SEMILLA DE DIOS. EL VALOR ORIGINARIO. LO QUE ME SACÓ DE MI CASA. Eso es lo más bonito de nuestra intimidad personal. Los frutos de esa semilla siempre aparecen en nuestros hechos. Es lo que nos da un estilo de vida y define nuestra personalidad: EL SIERVO, LA SIERVA DE DIOS. El amigo, la amiga fiel, íntegra, sin doblez, la persona solidaria…
En el año 1954 yo tenía 10 años. Mi abuelo se llamaba Papa juan y quedó ciego en los últimos años de su vida. Cada cierto tiempo yo iba a casa de mi tìo Valentín a buscar a Papa Juan para que pasara el día con nosotros; y luego, al final del día lo regresaba.
Un día, de regreso a casa de tío Valentín, debajo de una mata de mango, nos detuvimos a descansar un poco y Papa Juan me pregunta: “mi hijo, qué tú vas a ser cuando seas grande?”. Le contesté sin titubear: “voy a ser Padre”. Y continuamos el camino.
Luego, sigo pensando ¿y para qué quiero ser Padre? Para salvar las almas, me respondí. Con esa idea entré al seminario a los 14 años. Hice bachillerato y tres años de filosofía en el seminario diocesano Sano Tomás de Aquino, en Sto. Domingo.
Pero seguía cuestionándome: ¿dónde vivir como sacerdote? Donde haya más necesidad. Ese valor de servir donde haya más necesidad me lleva a los PP. Jesuitas; pues al yo pertenecer a la diócesis de Santiago de los Caballeros ejercería el sacerdocio en un lugar donde los Padres y las Monjas “se pechan”; es decir, que hay muchos. El Cibao es la región más cultivada religiosamente. Decido salir del seminario y entrar con los jesuitas.
En la Vida Consagrada hay más posibilidades de ir a evangelizar en zonas más empobrecidas… Desde que entré a los PP. Jesuitas pensé en la frontera norte, provincia Dajabón… Una zona deprimida económicamente, bastante deshabitada, muchos dominicanos fueron enviados de castigo a la frontera en la Era de Trujillo para ir repoblando la zona después del Corte en 1937…
El 20 de Julio de 1974 soy ordenado sacerdote en la parroquia Sgdo. Corazón de Jesús, de Licey al Medio. Paso dos meses en la parroquia Domingo Savio de Los Guandules en Sto.Dgo., y el 20 de Septiembre de ese mismo año llego a la parroquia Ntra. Sra. De la Altagracia de Loma de Cabrera. Soy el primer sacerdote dominicano en llegar a la zona fronteriza norte. Joven, mestizo y con cabellos negros; para los comunitarios fronterizos yo era el muchacho; pues, hasta ahora, los sacerdotes en la frontera eran españoles y cubanos, blancos, mayores en edad y calvos.
En el año 1965 había pasado por Loma de Cabrera camino a Restauración donde pasé un mes preparando niños y niñas para la primera comunión. Primera vez que visité y conocí la frontera.
Me inicio en la pastoral acompañado por P. Roberto Alonso, sj, cubano, y P. Ramón Dubert, sj, gallego. Yo era el muchacho de mandao. Sentí que llegué a Loma de Cabrera en las fiestas patronales de la Altagracia, 21 de enero de 1975… Tres meses después de haber llegado a la frontera…
A partir de sentir que he llegado a Loma de Cabrera, comienzan a identificarse los rostros de las almas que quiero salvar…, la respuesta a Papa Juan, hace 20 años, se va haciendo realidad…
Al correr de los años comienzan las asociaciones de agricultores, los centros de madres, la catequesis de niños y niñas, los grupos juveniles, las asociaciones de obreros migrantes haitianos, los retiros para religiosas, sacerdotes, presidentes de asamblea, animadores de comunidades… hasta la actualidad…
La experiencia de los años fortalece la opción originaria, la semilla de Dios nace, crece y da frutos; es lo que le da sentido a la vida personal. Solo basta la FIDELIDAD CREATIVA A ESE VALOR ORIGINARIO. Hacer lo que esté a TU alcance es la exigencia. Lo que falte lo pone Dios. Él es quien nos mete en líos, que sin saber se desenredan; es por eso, que debemos actuar como si todo dependiera de nosotros, haciendo lo que esté a mi alcance, sabiendo que Dios actúa a partir de donde llegue nuestra debilidad… La fuerza de Dios y su sabiduría “confunde a los sabios y entendidos…”, apoyado en nuestra debilidad. Dios actúa en mí y después de mí. Dios comienza a donde yo acabo…
¿Cómo está tu Valor Originario, la Semilla de Dios?
¿Has sido fiel?
¿Qué puedes fortalecerla?
Ese Valor dura toda la vida. Dios tiene una sola palabra…, y te acompaña, no te dejas solo, sola. Fidelidad creativa…