Este primer artículo de opinión es uno, de unas series de reflexiones sobre temas políticos y electorales que haré en este año, y he querido iniciar con un tema que para mí es de bastante preocupación y de importancia para el fortalecimiento democrático de nuestro país, y es la satanización de los partidos políticos y de sus actores. Sé que tendré que asumir críticas negativas, quizás hasta malsanas, por la posición que expondré a continuación, no obstante, estoy dispuesta en asumir el reto y la defensa de mis ideas.
Hoy en día he leído, escuchado y observado opiniones negativas sobre las organizaciones políticas, los políticos, y hasta de los funcionarios públicos, por la relación existente que hay en las organizaciones partidarias y los altos cargos en la administración pública. Lo vemos frecuentemente en los medios de comunicación, redes sociales, y en comentarios de personas, intelectuales, que entienden poseen el don de la verdad, y que gozan de gran moralidad. No dudo, que esas personalidades sean intachables y éticas, pero, a veces, como me sucedió a mí al inicio, juzgan por lo superficial sin evaluar el día a día de los políticos.
Pues, desde mi punto de vista, la vocación política es la más altruista y sacrificada de todas las labores humanas, sus actores dedican todas las horas del día en la actividad partidaria, deben escuchar las problemáticas de los dirigentes y compañeros, pero, sobre todo, resolverles, o se irán con otros; sus casas siempre están llenas de personas, ya sea para comer, buscar ayuda económica, para medicinas y otras necesidades del día a día, ¡en fin! no tienen día de descanso. No se imaginan todas las solicitudes a diario que recibe un político, y eso es el día completo, hasta en sus horas libre. Lo peor de todo, que por los altos requerimientos más los compromisos que tienen, responden con mucha lentitud, y son llamados mal agradecidos y con ofensas personales, sin imaginar que ni a su familia les responden, además de que sus vidas están atadas y cohibidas, porqué siempre piensan “en el qué dirán”.
Quiénes pasan más vicisitudes son las personas que asumen cargos electivos, pues para ganar necesitan de votos, ¿y, ustedes podrán imaginar lo que sucede?, que cada voto cuesta, y se asumen compromisos, que en muchas ocasiones no se tiene idea de cómo cumplirlas, por eso la campaña política sale tan costosa, ya que se paga con dinero, en especie y empleos. Lo que gana un legislador por ejemplo, no les alcanza para cubrir los gastos de campaña y para todas las demandas que llegan, pues ahora los requerimientos son tres veces más, y se asume de manera simplista,“él ahora debe de resolvernos”.
Reconozco que algunos políticos no han realizado una labor correcta, y han desvirtuado la carrera política, sin embargo, lo que me sorprende es, que catalogan que todos son así y satanizan la política como algo muy negativo. Por tanto, hoy en día existe una desafección política, y eso es muy peligroso, debido a que se tiene una práctica más oportunista, no por seguir una idea o una persona.
No estoy de acuerdo con las frases “ser políticos y ladrón son sinónimos”; “en ese partido todos son ladrones”; “un gato es más honrado que un político”, “hay que ser político para hacerse rico”. Y, estoy segura que, no son culpable de todo lo malo, negativo y nefasto que ocurre en una sociedad, opino que son juzgado con mucha crueldad, sin vehemencia, y lo terrible de todo esto, es que no les asiste el derecho a réplica ni defensa, pues deben permanecer callados, aunque su moral sea injustamente atropellada.
Consecuentemente, hago un llamado de atención para que seamos más empático e investiguemos más a fondo antes de emitir una opinión. Que nosotros como ciudadanos utilicemos más los mecanismos de democracia participativa, a los fines de colaborar y trabajar de manera aliada con nuestros representantes en propuestas y políticas públicas para nuestro país, y seamos más vigilantes del erario público. De igual manera, revisemos el papel actual de otros colectivos como las élites empresariales, gremios profesionales, sociedad civil, las iglesias, medios de comunicación, y nos hagamos está pregunta: ¿cómo están contribuyendo?, mientras más personas se involucren en la política, tendremos un país más inclusivo, despierto, participativo y colaborativo con nuestros gobernantes.