El hospital parisino de la Pitié-Salpetrière es uno de los más antiguos de Europa: su construcción fue ordenada por el rey Luis XIV en 1656. De estilo barroco, está situado cerca de la pequeña capilla dedicada a San Denis y su nombre no tiene relación con su función, sino que está relacionado con la fabricación de explosivos, puesto que el vocablo francés “salpetre” significa “sal de piedra”. Su historia nos remite al inicio de la psiquiatría y la neurología contemporáneas.
Su primera función fue convertirse en el mayor hospicio del Viejo Continente: acogía a mujeres pobres, prostituidas o con trastornos del comportamiento, a vagabundos, mendigos, ladronzuelos o personas situadas al margen de las convenciones sociales. Así, en París se creó el hospital de Bicétre (reservado para la población masculina), la Pitié para niños y la Salpetrière para mujeres y niñas.
Luis XlV, el “Rey Sol”, justificó el edicto para su construcción de la siguiente manera: se debe considerar a todos los ciudadanos miembros vivientes de Jesucristo y no como miembros inútiles del Estado. Con el paso de los años, la evolución de este hospital estuvo condicionada por las necesidades sociales y se vio favorecida por el trabajo pionero de los doctores Philippe Pinel (1745-1826) y Jean-Martin Charcot (1825-1893), considerado el padre de la neurología moderna, quienes convirtieron la Salpetrière en uno de los hospitales más reconocidos en materia de salud mental, así como en centro de formación de referencia para médicos de todos los rincones del mundo.
Liberando a los alienados, el famoso cuadro de Tony Robert-Fleury (1837-1912), nos muestra el cambio hacia un modelo asistencial en el que se libera a los pacientes de sus cadenas y se les empieza a reconocer su dignidad.