La República Dominicana en la actualidad cuenta con 32 partidos políticos, a eso se le suma que recientemente unas 104 organizaciones políticas procuraron obtener ante la Junta Central Electoral (JCE) el reconocimiento como agrupación, movimiento o partido político con el fin de participar en los comicios de este año. Esta situación, aunque puede interpretarse como un indicador de un sistema político diverso y vibrante, en realidad plantea serios desafíos en términos de representatividad política y cohesión del sistema partidista.

En un escenario donde todas estas agrupaciones funcionasen adecuadamente, el exceso de partidos políticos traería consigo el riesgo de una excesiva fragmentación política, dificultando la formación de gobiernos estables y cohesivos.  En nuestro país, esta situación genera la necesidad de formar coaliciones amplias para alcanzar mayorías en las elecciones.  Pero, si estos partidos no ejercen adecuadamente la función de representar, ¿qué hacen? La competencia por recursos, tanto financieros como de atención de otros partidos más fuertes, puede incentivar prácticas corruptas ya que los partidos buscan asegurar ventajas sobre sus numerosos competidores. La necesidad de financiación para sostener las operaciones del partido y las campañas electorales puede llevar a compromisos poco éticos o al margen de la ley. Asimismo, el constante reacomodo de alianzas políticas sin sentido ideológico para obtener ventajas en un sistema fragmentado puede comprometer la transparencia, la rendición de cuentas y la confianza de los votantes.

La solución a este dilema no es sencilla. Requiere un enfoque multifacético por parte del órgano regulador que incentive la formación de partidos más robustos y representativos, así como medidas eficientes para mejorar la transparencia y la rendición de cuentas en los mismos. También es crucial fortalecer los mecanismos de participación ciudadana y la educación cívica, para que los ciudadanos podamos tomar decisiones informadas y logremos aportar activamente al sistema político. Mantener un equilibrio entre una representación amplia y un sistema partidista político eficiente y transparente es esencial para fortalecer la democracia, limitar la corrupción y garantizar la participación ciudadana.