Aumentar impuestos es dar siempre un palo a las finanzas personales de quienes serán obligados a proveer los fondos para lograr un “bienestar colectivo”. Gastar ingresos propios en el bienestar personal, o de los terceros que uno elige, siempre tendrá prioridad sobre el destino que a parte de su dinero quisiera dar otra persona.
Esa es la naturaleza del ser humano que se manifiesta en los atrasos en las cuentas para pagar el mantenimiento del condominio. El dinero necesario para que el ascensor funcione, se pinte el edificio y las escaleras no parezcan una pocilga nunca es prioritario.
Si eso es donde usted vive con su familia imagine el lugar en la lista que estarían las donaciones a la DGII para tener el bien común de que policía patrulle, profesor enseñe, doctor consulte, diplomático nos represente y comediante nos haga reír con cine criollo.
En realidad, sería raro que aparezca y, por eso, los impuestos son obligatorios y evadirlos se sanciona con cárcel. Obviamente, como la historia demuestra que en la prisión no hay espacio para todos, aumentar impuestos tiene límites de tolerancia que no son universales y deben ser descubiertos por el gobierno en una dinámica de prueba y error que, en el caso actual, apenas empieza.
Genial que se eliminara la percepción en pocos días de Macho Alfa o Ser Supremo en montaña que entrega documento sagrado no deben tocar los mortales.
Excepto la decapitación sumamente tardía de la Ley de Cine, toca ahora escuchar argumentos en contra, responderlos y llegar a consensos entre cabezas amuebladas en mesas de trabajo, como enseño Agripino en sus mejores tiempos. Pretender que la reforma gane aprobación popular por una ofensiva de personalidades de las redes sociales es una aventura patética y sin sentido.
Ahora bien, esta reforma se debe consensuar sin el ambiente moderno de multitarea o guerra relámpago alemana en que se pretende que los legisladores estén al mismo tiempo con la modificación de la Constitución y el Código Laboral, dos piezas que pueden esperar.
La tributaria no se puede dar el lujo de compartir la atención porque es de ésta que depende presentar un plan de financiamiento en el presupuesto que siga descansando en la emisión de bonos soberanos. A continuación vuelvo y lo explico.
Desde que el gobierno logró entrar a los mercados de capitales para emitir bonos soberanos de manera consistente ha estado ejecutando presupuestos deficitarios con un plan de financiamiento que permite cubrir el faltante anual de ingresos y pagar las amortizaciones o pagos de capital vencen en el año.
Todas las emisiones de bonos soberanos se amparan en documentos públicos donde a los inversionistas se les informa que el gobierno hará los esfuerzos para que los ingresos fiscales sean los que requiere una sostenibilidad del pago de intereses y devolución del capital.
Con esto el gobierno informa a los tenedores de bonos que no estará emitiendo deuda en un Esquema Ponzi de pagar deuda vieja con deuda nueva.
La idea de endeudarse es que los recursos van a generar riqueza que se reflejará en un aumento del PIB y que los ingresos tributarios van a mejorar por esa ampliación de la base más otras medidas como mejoras administrativas para reducir evasión, mayor eficiencia en el gasto o inversión pública y, por supuesto, la captación de mayores recursos por modificaciones a tributos o introducción de nuevos impuestos.
Como todo emisor de bonos debe ser transparente declarando los riesgos de no cumplir los acuerdos de pago, el gobierno dominicano estuvo informando que las reformas impositivas se podían estancar por no tener los votos para aprobarla. En vista de que esa situación hoy no existe en el próximo memorando de oferta de bonos soberanos hay que eliminar ese párrafo.
Los mercados fueron pacientes con un gobierno nuevo sin mayoría en el congreso, que arrancó con una pandemia global y trató de introducir reformas tributarias que no contaron con apoyo legislativo. De hecho, sin avances en la presión tributaria el país presentó mejores indicadores que sus pares para mejorar la calificación de riesgo país.
El asunto es que ahora con mayoría en el congreso más la intención de lograr una calificación de riesgo grado de inversión no hay excusa para posponer una reforma tributaria que debió llegar al congreso con un grado mayor de consenso.
Hay tiempo de sobra para concentrar esfuerzos en esta reforma y lograr una legislación menos dolorosa. Nadie extrañará a comediantes que se hacen millonarios con películas pagadas por el gobierno y que pocos ven, pero eliminar la excepción por pagos de gastos educativos, el aumento de la base del IPI y otros más que golpean a la clase media y a los más vulnerables ya empiezan a causar molestias.