Como argumentara recientemente el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, los resultados de las elecciones municipales y autonómicas en las que el Partido Popular desbanco al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), convirtiéndose en la primera fuerza política, después de haber sido destronado en el 2018, salpicado por la corrupción administrativa en el gobierno de Mariano Rajoy, "envía un mensaje” que va más allá del alcance territorial de esos comicios.
Se trata de una “recomposición de fuerzas” que requiere “someter el actual mandato, presidido por el PSOE, a la voluntad del partido popular”.
A tales efectos, Sánchez optó el 29 de mayo pasado por “disolver las Cortes” y “adelantar las elecciones generales para el próximo 23 de julio. En el caso de disolver las Cortes, se habría puesto fin al mandato del Senado, la Cámara Alta de representación territorial, y el Congreso de los Diputados o Cámara Baja.
Aunque el Partido Socialista Obrero Español y el Partido Popular, ambos son chaguas del mismo paquete y harina del mismo saco; siempre se han vendido como la derecha liberal y la extrema derecha.
Lo ocurrido en las elecciones del domingo 28 de mayo en España, puede concebirse como el reflejo de una situación marcada, no solo por el diferendo político de un partido u otro, sino, y de manera muy puntual, por el contexto europeo y si se puede decir mundial.
En toda Europa se entrecruzan los efectos de la pandemia, la crítica situación económica que traspasa toda frontera y, muy especialmente, los efectos de la guerra en Ucrania y la adopción de posiciones y medidas que han causado el efecto bumerang, al sancionar a Rusia, como ocurre con la supresión de los suministros de petróleo y gas desde el gigante eslavo hasta las naciones del continente.
Especialista y medios de prensa coinciden en que, durante el presente año, la economía española “pisará el freno y, por lo tanto, mostrará decrecimiento. En estas circunstancias, como lo reflejo el diario español El País, “la nación ibérica avanza con rapidez hacia las turbulentas aguas del populismo y hacia una polarización cada vez más radical, en la cual las posiciones extremas cobran vuelo”.
Tales afirmaciones están avaladas por el hecho de que el Partido Popular haya ganado las elecciones en seis de las ocho grandes capitales: Madrid, Sevilla, Valencia, Málaga, Murcia y Zaragoza.
En esta recomposición de fuerzas políticas se avanzará hacia lo que ya muchos consideran una gran advertencia para cuando los españoles se den cita con las urnas, de manera adelantada, dentro de algo un mes, el 23 de julio.
En este cuadro, donde las estadísticas muestran con “crudeza el giro de la derecha en las instituciones y el papel que cada fuerza juega en el Estado liberal monárquico: El PP ha sido la fuerza más votada, con casi 800 mil votos más que el PSOE. Vox es el partido que más exhibió crecimiento proporcionalmente y la izquierda reformista, como le llaman algunos: Podemos, IU, AV. Estos son quienes comparten gobierno con el socioliberalismo, se hundieron aún más, perdiendo toda representación en parlamentos o ayuntamientos tan importantes como los de Madrid y Valencia”.