Los liderazgos juegan papeles fundamentales en la cosmo-estructura partidaria, al punto que, muchos se sitúan muy por encima de las posibilidades de sus propios partidos, sumando voluntades en segmentos antagónicos a la línea ideológica que los sustenta. Sirven de guías a la diversidad social y pronostican aciertos y desaciertos según la capacidad de convencer que emana de sus arengas proselitistas utilizadas para distanciarse del resto de los mortales.

 

Los hay tan variados como las rocas y las frutas. Tan distintos como los colores del jardín: carismáticos, subliminales y autoritarios. No es como lo expone Galbraith, pero al menos nos da una idea de sus manifestaciones y dimensiones en esta marabunta  criolla a veces incapaz de distinguir entre las particularidades discursivas, a saber, la finalidad filosófica del narrador apresurado en demostrar sus habilidades cognitivas sobre los temas en boga y el lastre heredado de viejas administraciones.

 

En la política moderna, al menos en lo que respecta a nuestro pedacito de patria, el voto, como elemento transversal al discurso y la conquista del poder, carece, en muchas de las ocasiones, de un razonamiento lógico, derivado de ideas o dogmatismos que anclen al depositante en una visión colectiva grupal, que busque la permanencia o salida de un sector afín al mundo que pretende construir o cambiar. No se ejerce con criterios de izquierda, centro o derecha. Lo que nos hace vulnerables en la pretensión de tener una democracia plena a través de la expresión universal del sufragio.

 

Contrario a otros tiempos, no representa interés social, ni el deseo perpetuo de la sostenibilidad de un sistema republicano destinado a mejorar la calidad existencial del pueblo. El sufragio, no juega un rol definitivo en la consecución de políticas de Estado dirigidas al mejoramiento de la justicia, el establecimiento de un robusto sistema sanitario, el saneamiento de la educación pública ni al equilibrio de los poderes como fórmula perfecta de administrar, tutelar y fiscalizar los recursos de la nación, para dar paso un verdadero bienestar social, solo presente en el texto Constitucional.

 

¿Que ha provocado esto? Quizá no soy el adecuado para exponer la fragilidad del nuevo elector, sin que esto implique la definición legal que categoriza al que lo ejerce por primera vez. Hago referencia al formato social moderno, virtual, líquido y surrealista, que genera emociones huecas y distrae de razonamientos básicos en la estimación de prospectos a la conducción y administración de bienes públicos, en su mayoría, rechazados por no encajar o no sucumbir ante las nuevas prácticas del mercado electorero, saturado, eso sí, de materiales audiovisuales y apartado de programas esquematizados o focalizados a la discusión que eleva a las sociedades a niveles de desarrollo superiores.

 

El votante ha sido alumbrado en un parto defectuoso y fue provisto de la falencia estructural de un sistema educativo deficitario y segregante, protagonista de una era mecánica y mercantil. Hijo del fin de las ideas y hermano del destino turbio, no es ni pretende ser el soldado que vela y protege las causas de la filosofía partidista que subdivide a las sociedades en frentes adversos según los postulados paradigmáticos con los que la gente de antaño se identificó y sobre la que tejió el armazón donde reposan sus anhelos y cavilan sus pretensiones.

 

Esta metamorfosis ha degenerado, desgraciadamente, en nuevas formas de ejercer un derecho tan básico y elemental como la existencia misma de «lo-nacional» y ha permitido la inclusión en la política a personeros en cuyo aparato cognitivo, vacío por demás, anula de facto postulados históricos sobre el germen que crea la vía fundamental de la lucha que tiene como fin único la conquista del poder. Allanando el ingreso a los partidos y desterrando las convicciones ideológicas que emanan de discursos programáticos sobre el bien común, para dar paso a posiciones laxas derramadas como estiércol en suelo infértil, afectando sustancialmente al candidato, que será nuestro elemento de discusión en la próxima entrega.