En los últimos días los medios de comunicación han sido copados por las noticias que se vierten sobre la quiebra del Silicon Valley Bank y su impacto en el sistema financiero estadounidense y global. Desde el viernes 10 de marzo, hemos sido testigos de cómo los mercados bursátiles alrededor han sufrido fuertes caídas fruto de este acontecimiento. Sin embargo, es bueno colocar en perspectivas las razones fundamentales de por que quebró este banco en particular, y los riesgos sistémicos que esto acarrea en el contexto macroeconómico global actual.

 

La quiebra de SVB se debió fundamentalmente al manejo inadecuado de la gestión de riesgos de dicha institución financiera. Un elemento fundamental para tener en cuenta en la gestión de riesgos de una institución financiera es el cambio que se suscita entre los intereses generados por los préstamos y los intereses que se les paga a los depositantes. Esto da como resultado una métrica que se denomina: margen de interés neto o (NIM, por sus siglas en inglés). Esta métrica es fundamental para medir la solvencia de una institución de intermediación financiera.

 

De igual manera, el cambio entre activos y pasivos representa en el patrimonio de los bancos-la cual es una métrica de vital importancia, ya que mide el nivel de solvencia de las instituciones financieras. En definitiva, para que los bancos generen un margen de interés neto, es imperativo que realicen préstamos a largo plazo a tasas de interés más altas que las que ellos pagan por los depósitos.

 

En el caso específico de SVB, antes de su quiebra, tenía activos por un valor de US$ 212,000 millones y pasivos por un valor de US$ 200,000 millones-esto da como resultado que el patrimonio de precaución del banco era de apenas US$12,000 millones, es decir un 5.6% de sus activos. Cerca de US$ 82,000 millones de sus activos eran deuda de larga duración, específicamente deuda respaldada por hipotecas o mortgage backed securities, como se conocen en inglés. El 83% de esos MBS eran de viviendas, algo que resulta inaudito dado el escenario macroeconómico adverso para este tipo de transacciones financieras debido al alza de los tipos de interés. Por otra parte, tenían cerca de US$ 74,000 millones en préstamos directos a capitales de aventuras en el sector tecnológico, donde el 55% era deuda a corto plazo. Un suicidio dado que este sector posee un alto nivel de apalancamiento debido a la época de intereses bajos.

 

En cuanto a sus pasivos tenían en su estado de situación, US$174,000 millones de los cuales solo un 11% de esos depósitos estaban asegurados por la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés). Dado este escenario, este era el caldo de cultivo perfecto para un colapso, ya que el alto nivel de deuda a largo plazo era un suicidio debido a que los bancos centrales alrededor del mundo estaban aumentando los tipos de interés para contener la inflación. Y, esto da al traste con el precio de los bonos (relación inversa entre alza de los intereses y precios de los bonos). Por tal razón, debido al alto nivel de deuda a largo plazo, el aumento de los intereses por parte de la Reserva Federal hizo que esa deuda pierda valor en el mercado, lo que significó una pérdida significativa en el valor de los activos del banco que lo dejó prácticamente sin liquidez.

 

En otro tenor, las prácticas contables le permitieron a SVB le permitieron que su deuda respaldada por hipotecas (MBS, por sus siglas en inglés), fueran tipificadas como deuda a mantener hasta el vencimiento o held-to-maturity, para mantenerla fuera de los libros contables, y así evitar una pérdida significativa en el valor contable de la misma. Sin embargo, para el mes de diciembre una nota del banco reveló que el HTM del banco tenía perdidas no realizadas por un valor de US$ 15,000 millones. Algo que da al traste con el valor total del patrimonio de precaución de la institución, que era de apenas US$12,000 millones.

 

Debido a que el patrimonio de colchón era muy bajo en comparación a las pérdidas no realizadas, ya de entrada era una situación muy preocupante para cualquier inversionista o regulador que siga de cerca este banco. Por consiguiente, esto aceleró la corrida contra el banco, y el pasado jueves 9 de marzo varios ahorrantes intentaron sacar US$ 42,000 millones, pero solo pudieron obtener US$ 16,000 millones. Dejando al banco con un balance negativo de efectivo de US$ 1,000 millones, por dicha razón la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés) decide intervenir a esa institución financiera.

 

El rol de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed)

 

El banco central de los Estados Unidos desde marzo de 2022 adoptó de una política monetaria restrictiva, o tipo halcón como se le conoce en la jerga financiera de los Estados Unidos para tratar de contener las presiones inflacionarias, que según la Fed se debe a un aumento significativo de los agregados monetarios durante la pandemia, en especial M1 (dinero en circulación, más depósitos en cuentas de cheques y ahorros).

Como podemos apreciar en este gráfico de la Reserva Federal de San Luis, en enero de 2020 el agregado monetario M1 era de US$ 3, 993.6 mil millones y para enero de 2022 de US$20,576.8 mil millones. Sin embargo, si comparamos la velocidad del dinero con relación al agregado monetario M1, esta se redujo de 5.4 en el cuarto trimestre de 2019 a 1.3 en el cuatro trimestre de 2022. La velocidad del dinero mide la rotación de la oferta monetaria, es decir las veces que se utiliza un dólar para adquirir bienes y servicios finales que forman parte del Producto Interno Bruto (PIB). De acuerdo con Keynes esta es la métrica que realmente genera inflación, no el aumento exclusivo la oferta monetaria como argumentaban los monetaristas como Milton Friedman.

Es por ello por lo que el Think-Tank, Economic Policy Institute, con sede en Washington, DC afirma que, entre 1979 y 2019, las ganancias de las corporaciones solo fueron responsables de un 11% del incremento de precios en los Estados Unidos durante ese período. Mientras, que desde el desde el segundo trimestre del 2020 al tercer trimestre de 2022, esas ganancias récord que sobrepasaron los US$2.1 billones en el tercer trimestre de 2022, representaron un 53.9% del incremento de los precios. Como pueden apreciar, el mayor peso en la espiral inflacionaria en los Estados Unidos lo tiene la especulación corporativa, y no un aumento del salario de los trabajadores que en ese mismo lapso solo ha representado un 7.9% del incremento ni aumento significativo del agregado monetario M1 durante la pandemia.

 

Durante la época posterior a la crisis financiera los bancos centrales en todo el mundo, y la Fed no fue la excepción se abocaron a reducir los tipos de interés para inyectarle liquidez a la economía, y a su vez, aplicar una política monetaria de compra de activos financieros en los mercados conocida como alivio cuantitativo o quantitative easing. Muchos bancos comerciales aprovecharon esa época de bajos intereses para hacer lo mismo, y en especial para adquirir títulos de largo plazo que les permite mantenerlos fuera de los libros contables. Este aumento de tasas del último año ha traído como consecuencia que muchos bancos estén cortos de liquidez, y hoy presenten un hoyo en sus estados de situación por más de US$ 620,000 millones en los Estados Unidos solamente.

 

Sin dudas, el sistema financiero estadounidense posee un alto nivel apalancamiento, a pesar de su solidez, por ende, creemos que para evitar enviar una mala señal a los mercados y destapar una olla de grillos. La Reserva Federal debe ponerle un freno al alza de los tipos de interés, porque la inflación que tenemos hoy en los Estados Unidos no es un fenómeno intrínsicamente monetario sino especulativo.