El pasado jueves 8 de agosto, dos destacados médicos me recordaron que nos acercamos al 50 aniversario (14 de agosto) de una de las promociones más brillantes de la emblemática Facultad de Medicina y Farmacia estatal (FMP).
Había tenido previamente un plan de celebración, luego consideraciones estrictamente militares me ordenaron actuar en discreción. Analizando nuestras agitaciones coyunturales, finalmente opté por la realización de un golpe de estado, académico y humano: poner en el corazón de nuestra colectividad a esos profesionales experimentados que vivieron en la calle Oswald Durand entre octubre de 1969 hasta agosto de 1974. Siempre es útil señalar que entonces el estudiante de medicina vivía prácticamente en el campus. Un distinguido miembro de la promoción me ha detallado minuciosamente las delicias del inolvidable sándwich de un pequeño restaurante a pocos metros de la facultad.
Pensé en las palabras de un oficial de la promoción 1959-61 de la Academia Militar de Haití: tan pronto como el cadete cruce la barrera de la Academia se transforma en ciudadano militarmente comprometido. En el país de ayer, dos concursos hacían temblar a nuestra juventud: el de la FMP y el de la Academia Militar. Politécnica -futura Facultad de Ciencias- y Agronomía se encontraban a mitad de la escala. Esto duró unas buenas décadas de nuestro siglo XX universitario.
En 1969, estaba en los primeros años de la primaria y todavía me pregunto cómo posteriormente pude escribir párrafos de la historia mayúscula de tantas promociones de la FMP. Muy recientemente, comentaba las hazañas de los Padres de la residencia hospitalaria, egresados de la facultad en 1941; luego el extraordinario recorrido de un pionero de la cooperación médica entre Haití y Venezuela (laureado de la Promoción 1945); sin olvidar mi presencia casi militar desde hace más de 25 años al lado de un destacado médico de la 1974, bautizada Dantès Destouches. En la página 2 del diario Le Matin del 25 de mayo de 1907, nos enteramos del matrimonio en la iglesia Santa Ana de Puerto Príncipe entre Isabel Blas Vieras y el farmacéutico J.W. Vital. El padrino del matrimonio de mis bisabuelos maternos fue el Dr. Dantès Destouches.
Muy a menudo, me siento sinceramente huérfano de esta magistratura serena alrededor de las clínicas de ayer… Cuando nuestros padres charlaban con celebridades de la medicina nacional, nosotros en pantalón corto teníamos esa percepción de que la mitad de la ciudad desfilaba quitando el sombrero para saludarles. Participar en este 50 aniversario es de una complejidad magnífica. ¿Cómo explicar con palabras sencillas a las generaciones actuales que todavía existen distinguidos haitianos que no tienen por armas más que la bata y el estetoscopio? ¿Cómo se puede rendir homenaje a esta categoría de combatientes, siempre dispuestos a hacer todo lo posible para mantener encendida en el territorio nacional la indispensable antorcha de la salud?
Urgentemente, los médicos haitianos necesitan este golpe de estado, humano y académico; este cambio profundo para que aprendamos a apreciar apropiadamente sus esfuerzos y dedicación impagables.
Feliz 50 aniversario a la Promoción Dantès Destouches; a sus familiares; amigos; aliados; admiradores y alumnos.