El pasado domingo regresando del sur municipio de Tamayo con mi familia, hicimos una parada técnica en el mejor lugar para unas pechurinas con limón, próximo al Parque Central Marcos A. Cabral de la ciudad de Baní. Era talvez un poquito más de las 1:30 pm. En una de las puertas de este negocio tirado sobre el segundo marco estaba un joven envejecido por la pobreza y quien sabe qué más. A los 15 minutos de estar allí como una tromba se abalanzaron sobre él una joven de su misma ascendencia (domínico haitiana) y un joven; provenientes ambos de otro negocio en el extremo oeste y frente al parque central. Iniciaron un curcuteo en modo remolino por toda y cada una de las partes de su cuerpo incluyendo aquellas que no deben ser tocadas por dignidad; sin éxito, por supuesto: no encontraron ni cartera y mucho menos dinero.
Ante la incapacidad de los dos ciudadanos dependientes del otro negocio convertido por motu proprio en ministerio público, policía preventiva y jueces de la pena; reclamaron ellos mismos la intervención de varias unidades S.W.A.T de la policía que por casualidad se encontraban en el lugar antes del hecho que venimos relatando.
Las cosas con la intervención de los S.W.A.T pasaron a otro nivel, lo agarraron por lo poco que le quedaba de la pretina del pantalón harapiento y lo mantuvieron a unos centímetros del suelo para que no pueda rozarlo con los dedos de los pies. Raudo y veloz otro de los S.W.A.T se acercó para hacer su tarea y se quedó con las esposas en las manos, lo que dividió los mirones: los que querían que se la pusiera y los que se molestaron por el abuso. Una de mis hijas me dijo ─papi menos mal que no se la puso, yo le dije─ no es que no quiere ponérsela es que no puede, no ves que el hombre es mocho.
Al rato llegó el cuerpo armado policial civil y constitucional, atendiendo el llamado de una capitana de la nueva policía preventiva de la reforma del señor pepe Vila. Llegaron como enjambre; todos con las manos sobre sus armas en posición de ataque y le entraron como la conga al mocho. No valían para nada sus reclamos y exigencias ¿de mis derechos qué? En el negocio hay cámara decía el mocho ─ yo no he robado cartera ¿revisen la cámara? La capitana de la policía armada preventiva ordenó meterlo en la camioneta policial, el mocho volvió a insistir ─ ¿y de mi derecho qué? ¿revisen la cámara? La capitana con ínfula de cartilla constitucional a lo pepe Vila dijo─ hay contundencia, el mocho le reclamó─ ¿y de mi derecho qué, coñooo? ¿Dónde está la contundencia? Reiteró la capitana haciendo caso omiso al reclamo de derecho del mocho, te dije─ mételo en la camioneta.
A pesar de la advertencia de mi familia de no meterme en el asunto, me acerqué al joven que junto a la otra joven se emburujaron con el mocho y le pregunté ¿Qué pasó? A lo que respondió─ le robó una cartera a un cliente, le volví preguntar ¿y dónde está al que robaron? Me respondió─ se fue; le inquiero por nueva vez ¿cómo qué se fue? A partir de ahí no respondió más preguntas y se fue él.
La sociedad democrática construida en República Dominicana dista mucho de la mentalidad colonial de seguridad impuesta y diseñada en la sociedad tribal keniana. El Papa Francisco en su visita en 2015 a Kenia dejó claro y arremetió contra las guerras tribales que son "la polilla que roe la sociedad" y "destruye la nación" durante su tercer día y último en esa nación. Los barrios dominicanos no son tribus africanas y los delincuentes que alteran la paz no son líderes tribales que se disputan el poder político en República Dominicana.
Entrar a una escuela dominicana y sacar de sus aulas 100 niños como sucedió en Kenia cuando la policía de esa nación irrumpió en una escuela islámica en diciembre 2017, arrestó a dos maestros y se llevó a unos 100 niños bajo custodia de protección policial; es un hecho no replicable en dominicana. Como modelo y paradigma, la reforma policial keniana; aunque le parezca al señor Vila lo contrario, más allá de sus criterios, tal mentalidad en la llamada transformación policial dominicana como parte de una reforma de seguridad ciudadana integral nos retrotrae en el tiempo como sociedad moderna y democrática a las encomiendas de Nicolás de Ovando de1502 y la conquista colonial española de 1492.
¿Y los derechos del mocho de Baní?