Con Gaza en el corazón

En ocasiones, la aproximación de los escritores que reflexionan sobre el mundo imaginario de las enfermedades mentales es tan edificante como el mejor de los tratados científicos. Es el caso de Benjamín Labatut, nacido en 1980 en Róterdam (Países Bajos) y de nacionalidad chilena, escritor y periodista. Ganador del prestigioso Premio Internacional Booker, en sus obras (publicadas en español por la editorial Anagrama) se sumerge en el pensamiento distorsionado de la locura.

Así, en su breve pero intenso libro La piedra de la locura, Labatut busca explorar la emocionalidad en el pensamiento enfermo de la locura sin cortapisas, con una distancia que no deja de ser muy inteligente. A lo largo de sus páginas noveladas viajamos al pensamiento de lo atávico, a las creencias de la magia, a aquello que no podemos entender. Siempre lo mental y lo religioso han estado muy vinculados; la magia en las alucinaciones la apreciamos en el Quijote o en las pinturas de Goya: ahí vemos claramente el límite entre la cordura y la sinrazón o locura. También en novelas de escritores norteamericanos como H. P. Lovecraft o Edgar Allan Poe encontramos el profundo mundo de lo emocional, de las sombras, de lo oscuro.

La búsqueda de esta fascinación por la angustia y la verdad de la cordura ha generado y genera una fascinación tan intensa como la luna… Así, recuerdo que nuestra casa familiar de Herrera se llenaba de personas con alteraciones importantes de su conducta cuando había luna llena. Se creaba un imaginario colectivo de la relación directa entre la mente y el control de la conducta con el ciclo lunar, cuando lo que en realidad sucedía es que este coincidía con el fin del tratamiento farmacológico.

Muchas veces el sentido romántico de la visión de la enfermedad hace que esta sea menos dura de aceptar, pero, aun así, antes de asociarla con el imaginario mágico-religioso y el morbo que rodea la locura, siempre debemos pensar que estas personas son enfermos que sufren y hacen sufrir y que por encima de todo debemos promover unos cuidados de calidad y mantener íntegra su dignidad perdida.

En La piedra de la locura Benjamín Labatut escribe: “Apuntan directo a los límites de la lógica, límites más allá de los cuales aún no hemos podido mirar. Mientras que Lovecraft prepara a su manera el escenario, el confuso reino que habitamos, lo que ha tomado la delantera es la visión enloquecida de sus sueños paranoicos, sus alucinaciones metafísicas, sus iluminaciones inducidas por las drogas y sus desquiciados mundos”… La locura siempre generará la inspiración y esperemos que también el respeto hacia quien la padece.