Si medimos la tragedia de los accidentes de tránsito por década tendremos el siguiente resultado:
· 1,100,000 (un millón cien mil) lesionados
· 300,000 (trescientos mil) inválidos o minusválidos
· 35,000 (cuarenta mil) muertos
· ¿…? Complete usted el costo económico y social para el Estado y las familias dominicana.
Solo en 2021, hubo 106,777 lesionados donde más del 25% resultan con lesiones permanentes, que pasan a ser carga para sus familias pobres, en su mayoría, o para el Estado con los grandes costos hospitalarios, sumándole a los 3 mil que murieron también de hogares pobres, que son invisibles para nuestros líderes políticos, empresariales y religiosos. Como si no le importara a nadie.
Este es el drama constante de nuestras calles, algo que impacta demasiado en la vida de nuestros hogares. Esos muertos y lesionados, aunque no tienen salarios o ingresos como quisiéramos, son el soporte de sus humildes hogares que, en su gran mayoría, no obtienen indemnización ni del Estado ni de los responsables.
Yo pregunto, ¿por qué a nuestros políticos no le importa la suerte de tantos dominicanos, si sus discursos están preñados de promesas para los humildes? ¿Por qué no diseñan políticas públicas para corregir de raíz este fenómeno que cobra tantas vidas cada año y cuesta tantos recursos a nuestros hogares e impuestos del Estado? Los accidentes de tránsito son la mayor epidemia, tanto que en un año matan más personas que los que murieron en la pandemia de la COVID. O sea, podemos decir, que es la peor epidemia con peores secuelas.
En los eventos de una sociedad, el núcleo familiar imprime su sello y debe ser la mayor y principal preocupación de los líderes y eso requiere de muchos esfuerzos y tiempo, pero tenemos una coincidencia muy importante que sí podemos intervenir de inmediato y son las motocicletas, responsables de más del 75% de los accidentes y más del 80% de todos los crímenes, atracos y delitos menores, una razón muy poderosa para que las autoridades y toda la sociedad pongan atención a esta situación.
Con más de 5 millones de vehículos en las calles y como 3 millones de motocicletas no podemos seguir incrementando el caos constantemente, sin abordar responsablemente el fenómeno. Porque no solo está afectando los resultados económicos y sociales, también nos hará colapsar el turismo y otras áreas sensibles que requieren de disciplina social para su desarrollo.