El indudable apoyo dado por la población colombiana al candidato del Pacto Histórico Gustavo Petro en la elecciones del pasado domingo 29 de mayo puede ser una muestra de que ese gran país encontrará  una verdadera paz; “La Paz de Colombia”, como escribiera Fidel Castro,  será el producto  del gran esfuerzo de valerosas personas involucradas en ese  batallar que lleva más de 200 años, un largo proceso que data desde que se enfrentaron las ideas independentistas contra la España monárquica en 1810.

Históricamente ideas liberales y conservadoras representadas en personas, movimientos y partidos políticos se han enfrentado hasta nunca acabar y es lógico que así sea, ya que ha sido parte de la dinámica histórica de este país suramericano.

Desde que la Gran Colombia se proclamó como una patria grande, bajo la dirección de uno de los hombres más extraordinarios que ha dado el continente americano: Simón Bolívar, 1810 a 1819, esta se consolida como nueva nación.

Colombia tiene una extensión de unos 1.141,750 kilómetros cuadrados,  está entre los 17 países más rico en biodiversidad, ocupando el tercer lugar,  solo superado por Brasil e Indonesia; y es el más rico en  diversidad y endemismo de vertebrados (exceptuando  los peces), aves, y  de anfibios; también  posee decenas de culturas originarias, según el libro La Megadiversidad de los 17 Países más Ricos del Planeta.  Colombia además cuenta con gente maravillosa, y una producción de intelectuales, y escritores que han iluminado a nuestra América y al mundo.

Sin exageración, la patria de Gabriel García Márquez en el siglo XXI ha experimentado los avances más  significativos en los diálogos de paz entre las fuerzas beligerantes, encarnadas en los insurgentes (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC) y el régimen conservador que la combatió, al sentarse en la mesa de  negociaciones en diversos escenarios, especialmente en las  desarrolladas en  La Habana en 2016.

Las FARC siempre estuvo buscando esa paz interrumpida en varias ocasiones por diferentes razones, teniendo uno de los más altos precios,  como fue la muerte de Raúl Reyes.

Cuando el presidente Andrés Pastrana (1998-2002) se reunió en varias ocasiones con la alta dirigencia del Secretariado de la FARC en las personas del legendario Manuel Marulanda y el propio Reyes, fue un acto inverosímil de la búsqueda de esa paz tantas veces interrumpida.

Raúl Reyes salió de la selva a negociar dicha paz. Fue capaz de andar varios países europeos, de América y por supuesto del Caribe, donde también se reunió con ministros, jefes de Estados, presidentes y expresidentes insulares en busca de la paz para su país. Entrevistas de las que, se supone, tampoco se escapó el liderazgo nacional dominicano.

Volviendo al periodo entre 2016 y 2018, la histórica Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el presidente del país para ese entonces, Juan Manuel Santos, con la anuencia del presidente de Estados Unidos Barack Obama y el liderazgo y moral de la dirección de la Revolución Cubana, comenzaron los diálogos de paz en un proceso de negociación que duró varios años, sin contar los años de los antecedentes a dicho proceso.

Fueron oportunas para el manejo de las negociaciones, las declaraciones del propio presidente norteamericano Barack Obama, al referirse a las FARC como una fuerza beligerante, como un grupo insurrecto, cambiando la narrativa que, hasta entonces, llamaban a los insurrectos con el mote de narcoguerrilla cuando en realidad no lo era, a pesar del acto concurrente de dichas fuerzas por espacio y tiempo coyuntural con grupos de narcotraficantes.

El hecho mismo de que Estados Unidos estuviera, desde tiempos anteriores, en negociación con la propia FARC, buscando acuerdos, ya que  “los insurgentes” habían tenido  enfrentamientos con el narcotráfico en tiempos pasados, en los que este movimiento aportó la mayor cantidad de entre sus filas, incluyendo varios de sus dirigentes, acuerdos que no se consolidaron porque el imperio solo quería usar a las FARC contra el narcotráfico, sin que el  grupo pudiera obtener ventajas para concretizar  partes de sus objetivos.

El presidente Juan Manuel Santos visitó Estados Unidos con la agenda de la paz que se concretizó en La Habana y por lo cual obtuvo el premio Nóbel de Paz en 2016.

El propio presidente Obama apoyó a Santos en el proceso de paz, porque de otra manera no se hubiera podido realizar, por la presencia misma del imperio con varias bases militares en el territorio colombiano.

Sobre esos intentos de conseguir la paz en Colombia, el prestigioso periódico ibérico El País, en su versión digital, publicó una nota de la periodista Eva Saiz, fechada en Washington 31 de octubre 2013, titulada: “Obama apoya a Santos en proceso de paz con la FARC”; y 3 años después el prestigioso diario en versión digital presenta las notas de M. Bassets, fechadas en Varsovia el 9 de julio del 2016, con el título: Obama: “Colombia está a punto de lograr una paz histórica” .

Sumado a todo el proceso de su búsqueda de la paz, históricamente Colombia registra gobiernos despóticos, con la paradoja de tener denominaciones políticas liberales que han sido conservadores y conservadores que han sido liberales, que al fin y al cabo son la misma cosa: seudo democracias, que han agotado bastantes recursos de un país tan rico, en el más amplio sentido de la palabra.

El pasado domingo 29 de mayo, el progresista Gustavo Petro ha resultado el contendiente con mayoría de votos en las elecciones presidenciales; su posible elección como presidente de este país en una segunda vuelta, que se llevará a cabo el próximo 19 de junio, vislumbra un futuro de mayor justica social para los colombianos, que necesariamente debe incluir la consecución definitiva de la paz tan anhela por este pueblo hermano.