Decía Hegel en algún lugar que «La lechuza de Minerva solo levanta el vuelo al anochecer». Como el mes de la patria está casi llegando a su fin, quiero reflexionar sobre el concepto patria, el patriotismo y las pasiones que despierta este concepto en las redes sociales y los motivos para rehusarlo en la escuela y sus festividades patrióticas. Además de los sujetos sociales, ligados a ideologías conservadoras, que se han beneficiado de su uso creando un resentimiento y un odio visceral hacia enemigos imaginarios y que, en otro tenor, dificultan los procesos de diálogo y debate en la débil democracia dominicana, quisiera proponer algunos puntos que permitan construir un concepto patria desde posiciones más respetuosas de los derechos y la dignidad de cualquier ser humano.
Como dije, el término patria resulta ser el lugar común, entre otros, de los grupos conservadores en las redes sociales. Es un término con su historia y contradicciones por el cual se ha derramado mucha sangre y desde el cual se convoca afectivamente a las masas, dándole a esta última una sensación de unidad frente a un enemigo real o imaginario.
Aunque el sentimiento patriótico es loable en ciertas circunstancias, al despertar la sensación de unidad frente al enemigo externo en una invasión o situación de guerra, la recuperación que hace el conservadurismo nacionalista en el país está atravesado por el odio irracional hacia enemigos externos imaginados.
Los enemigos externos que construye el nacionalismo no han sido siempre los mismos, sino que en contextos particulares se crean y se asumen enemigos diferentes según propósitos del momento. Esta verdad tan simple posee una consecuencia política que, en muchos casos, es perfectamente convertible en ideología: la construcción de un enemigo imaginario externo permite configurar una amenaza interna, lo que conlleva a la anulación ideológica en el debate al referirse al de postura distinta como traidor a la patria. Así el debate favorable a cualquier democracia se vuelve un soliloquio degradante y excluyente de otras voces y otras informaciones vitales para la formación del sí colectivo.
Un concepto que, como cualquier otro, se contextualiza y adquiere significados y referentes distintos, en la actualidad, el de patria recoge esos miedos impuestos por un sector de la población y que se proyecta a toda la comunidad política al construir un enemigo imaginario bajo el amparo de ideologías raciales. De este modo, el enemigo imaginado tiene un referente racial que mueve el odio de otros racialmente idénticos, aunque distintos. Por esto no nos extraña el que haya negros odiando a otros negros bajo el supuesto de unas diferencias históricas y sociales que hay que salvaguardar a toda costa. La facilidad con la que personas racialmente negras reproducen estas ideologías bajo el imaginario de un plan de fusión es alarmante. En este sentido, la multiplicación vertiginosa en las redes sociales de estas ideas patrióticas de derecha se explica porque permite que un sujeto racialmente escindido se sienta superior a otros. Calmando así su propia y agónica identidad bajo un marco ideológico cargado de odio a quien representa, en su fantasiosa tipología, como una amenaza o la disolución de la unidad nacional. Unidad que es caracterizada desde supuestos que le excluyen y le someten mentalmente, pero que es incapaz de advertirlo.
Pero, ¿qué tal si el concepto patria es usado con otros fines a los dados por el nacionalismo conservador? ¿Qué tal si pensamos este concepto como estimulador de una identidad nacional bajo fórmulas más inclusivas y tolerantes con las diferencias? ¿Qué tal si el concepto patria y el patriotismo se vuelven lugares comunes también de otros sectores no conservadores? ¿En este tenor, qué deberíamos entender por patria y el patriotismo desde una visión más progresista? ¿Es inherente, al concepto de patria, la creación de un enemigo en términos políticos? ¿Es la patria un constructo social del mismo orden que los grandes imaginarios sociales que han movilizado las masas hacia una aniquilación total del enemigo? ¿Es el patriotismo avasallante y fiestero que se instrumentaliza a través de la escuela un mal necesario?
Hay más preguntas que respuestas. Esperamos en las siguientes entregas dilucidar con calma algunas de estas cuestiones. Con ánimos no ofensivos ni con posturas radicales que a nada llevan.