Si leemos detenidamente a Noam Chomsky en sus discursos, más allá de sus famosas Diez Estrategias de Manipulación Mediática, advertiremos que las mentes de los sujetos sociales son manipuladas por los grandes poderes que dominan el mundo.
Los grandes centros hegemónicos que controlan la comunicación constituyen las vías de expresión más efectivas de control del poder político. Hasta los ciudadanos más críticos del universo están marcados, poco o mucho, por esa estrategia de dominación de la comunicación política.
No hay un sólo ciudadano, en condiciones normales: cívicas, educativas, psicológicas, políticas y culturales, que no reciba las influencias vertidas por vía de los medios e instrumentos comunicacionales que operan desde los grandes centros encargados de la propaganda política bien diseñada para formar y construir percepciones y opiniones sobre el acontecer mundial y los perfiles de los líderes locales, regionales o mundiales.
En el marco de la compleja telaraña de los sistemas políticos, nada escapa de esa realidad. Hasta en el currículo oculto de los sistemas educativos, encontramos las estrategias de dominio de los grandes poderes políticos. En ese sentido, vamos a encontrar, en el transcurso de la vida, cómo la propaganda política, sutil, subliminal y maliciosa, va deformando y borrando la memoria histórica de nuestros pueblos, para borrar la imagen de nuestros héroes y mártires.
Las estrategias para que nuestros jóvenes no tengan referencias políticas nacionales válidas, cívicas y patrióticas, que sirvan de inspiración en sus luchas ciudadanas, tienen acciones de escamoteo por parte de los sectores conservadores.
Por esa razón, se hace necesario que todo hecho que permita la verdad histórica no sea borrado del currículo de nuestras escuelas preuniversitarias ni de las propias universidades.
Cuando estamos frente a los estudiantes de las universidades, nos damos cuenta de que muchos de nuestros adolescentes universitarios tienen debilidades respecto a la propia historia de su nación.
Frente a lo analizado anteriormente, podemos decir que es urgente que los padres, asuman de manera consciente, la discusión y análisis de los acontecimientos históricos de la nación para educar cívicamente a sus hijos. Como ya estamos en el mes de abril, sería recomendable que los padres y profesores aprovechemos la oportunidad para elevar el nivel crítico sobre el análisis de la historia de nuestro país.
En tal sentido, al conmemorase la Revolución de abril de 1965, hecho que tenía como objetivo la reposición en el gobierno del profesor Juan Bosch, padres y maestros estamos en el deber moral y cívico de discutir y reflexionar en nuestras aulas y hogares sobre las causas, razones y consecuencias de este importante hecho histórico, el más importante de siglo XX, desde el punto político y militar.