El escritor

El Profesor Juan Bosch nació en la ciudad de La Vega el 30 de junio del año 1909. Hijo de una puertorriqueña de ascendencia española y de un español de origen catalán; su infancia se vio delimitada por una serie de episodios históricos que, posiblemente, moldearon su carácter. El mismo Juan Bosch, en un documental titulado “El camino de la historia”, confesó que siendo niño no se sentía atraído por las cosas que a otros niños les parecían atractivas, debido a la pobreza que había en su entorno y de cuyo recuerdo jamás pudo desprenderse. La deplorable situación de los campesinos de Rio Verde, así como la penosa condición en la que se encontraban las escasas viviendas descritas por él como bohíos, constituyó para su memoria una imagen inspiradora en su labor como escritor.

Con el tiempo, Bosch se convertiría en uno de los escritores de narrativa más preclaros de Latinoamérica y en uno de los más prolíficos del país.

La obra del profesor gravita en torno a 4 géneros de difícil cultivo, ya que cada uno demanda un esfuerzo intelectual y artístico cuya perfección amerita de estudio, practica y vocación. En latinoamérica es reconocido como un gran cuentista, comparado a menudo con los grandes maestros del género.

Si Horacio Quiroga representó en sus relatos a la naturaleza humana con rasgos terribles, siendo fiel seguidor de Rubén Darío como máximo exponente del modernismo, Bosch en una generación posterior se empeñó más bien en retratar la noble, pero dramática realidad del hombre de campo, no sin preocuparse por tratar temas políticos desde una perspectiva esencialmente figurada.

El cuento de Bosch nos revela a una persona altamente preocupada por los principales problemas del pueblo dominicano, tratando con ejemplar maestría el problema del racismo con Luis Pie, la violencia de genero con el cuento de La Mujer, o incluso la situación político y social de la dictadura trujillista con La mancha indeleble.

Lo que sorprende en la prosa de Bosch es la facilidad de expresión evidenciada en cada párrafo y el singular arte de resumir ideas complejas que se explican en sencillas y breves construcciones literarias.

Fue sin lugar a dudas un maestro del cuento, todos compilados en tres grandes volúmenes dados a la estampa bajo los títulos: “Cuentos escritos en el exilio, Cuentos escritos antes del exilio y Cuentos escritos después del exilio”.

Toda su obra intelectual, dada a conocer en más de 50 publicaciones, se articula al través de géneros que no solo ameritan del autor la habilidad artística de la palabra, sino también de un singular sentido de razón que harían al lector plantearse nuevas perspectivas y distintos modos de ver la historia. En Judas Iscariote, por ejemplo, el profesor Bosch hace un estudio comparado de los 4 evangelios que componen al nuevo testamento y los utiliza como elementos de análisis para esgrimir una especie de defensa a la figura histórica de Judas, que, a modo de ver del escritor, ha sido calumniado. Resultan verdaderas revelaciones los instantes por los que pasa el lector en la medida que se adentra en la lectura del ensayo; y cuestiones que nos parecen tan obvias en el libro pero que pasan desapercibida en los textos sagrados, son dirimidas y racionalizadas en la emblemática obra Judas Iscariote, el calumniado.

Bosch cultivó también el arte de escribir poesía, biografías y novelas, siendo El oro y la paz, así como La Mañosa, las más conocidas en este último género. La Mañosa hace referencia a un personaje de ficción personificado por una mula tozuda, que resabia y se muestra terca a lo largo de la historia. La novela es una obra evidentemente política, que nos habla de las revueltas y “revoluciones” ocurridas en el país antes del año de 1930.

Sin lugar a dudas, Juan Bosch era un escritor que no solo expresaba a través de su arte el pensamiento social y político, sino también sus sentimientos más humanos. Para el año de 1934 fue acusado de conspirar contra la dictadura de Trujillo, quien para entonces arribaba a los 4 años de gobierno. La imputación consistía en haber colocado una bomba en el cementerio de la Avenida Independencia, siendo descubierto por el sistema de inteligencia de la dictadura. Naturalmente, la acusación no pasó de ser una teoría sin sustento probatorio. Por ese hecho, el Prof. Bosch fue detenido y encerrado en la fortaleza Ozama, desde donde escribió unos versos bajo el título “Anhelos”, expresando en ellos la angustia por recobrar la libertad perdida. Ese poema pasaría luego a llamarse La Gaviota y sería interpretada por artistas como Fernando Casado. A continuación, algunos cuartetos del afamado poema:

 “Junto a la reja de mi blanca celda

el mar despeina su melena azul,

veo como se alza la gaviota y vuela

como afanosa de volverse luz.

 

Indecible anhelo de tener las alas

Del ave grácil que se eleva así,

Desentumirlas, levantar el vuelo

Cruzar los aires y llegar a ti.”

Bosch se encontraba preso, privado injustamente de la libertad, pero también estaba enamorado. Además del sentir por ser libre, de alguna manera Anhelos expresaba también el intenso deseo por estar junto a su novia, la señorita Isabel García Aguiar, con quien luego se casaría y procrearía a dos de sus cuatro hijos: Leon y Carolina. Pero la poesía no era el género literario predilecto de Juan Bosch, prefería mas bien el cuento y el ensayo. El impulso por escribir ensayos se debía quizás a las posibilidades que brinda el género de plasmar, con cierta rigurosidad científica, ideas de carácter social, político o cultural; pues el profesor concebía el arte de escribir como un don otorgado a ciertas personas quienes, sabiéndose escritores, tenían la responsabilidad de educar empatizando con su pueblo.

El poeta nacional Pedro Mir, autor de Hay un país en el mundo, durante la celebración del cumpleaños de Juan Bosch confesó ser un admirador entrañable de Don Juan, y contó que mientras caminaba en una de las calles de la habana alcanzó a ver al profesor en una cafetería, solo, escribiendo alguna cosa. Pedro Mir, que se detuvo a contemplarlo, supo que aquella era una imagen que perduraría en su corazón para siempre porque sabía que la figura de Juan Bosch, sentado y escribiendo, era sin lugar a dudas la representación icónica del escritor dominicano.