Inspirado por la idea de Niceto Alcalá Zamora, quien profirió que “toda vida que alcanza por la fortuna o el esfuerzo algún relieve tiene el deber de escribir sus recuerdos”, el Dr. Joaquín Balaguer Ricardo se dispuso a publicar Memorias de un cortesano en la era de Trujillo, consistente en una autobiografía donde se explicó a sí mismo a través de recuentos y reflexiones. En dicha obra se percibe el cuidado que tuvo el autor de no convertir el texto en un trabajo apologético de su propia persona, sino que se limitó a relatar hechos importantes vividos por él desde su infancia hasta la etapa que fungió como presidente en sus primeros 12 años gobiernos. Naturalmente, al tratarse de una obra no solo autobiográfica sino también reflexiva, el Dr. Balaguer dedica la séptima parte del ensayo a exponer sus opiniones respecto a temas probablemente controversiales pero que obedecían a sus convicciones más íntimas relacionadas a distintos temas; entre ellos la de ser escritor.

Como escritor detectamos en Balaguer una dualidad bastante curiosa entre lo que concebía debía ser el escritor ideal al escritor que realmente era, ya que su estilo incurre en cuestiones que él mismo consideraba yerros literarios. Según Balaguer en el capítulo precitado, el escritor debe huir de la falta de claridad, la rimbombancia, de la adjetivación exagerada y el uso abusivo de palabras técnicas. La limpieza con la que se deben expresar las ideas escritas responde a la necesidad de construir un estilo ligero que evite provocar la recurrencia al diccionario, sino que las ideas lleguen claras y precisas al entendimiento del lector. Sin embargo, Joaquín Balaguer era un escritor clásico que apelaba constantemente a las figuras literarias para construir sus expresiones, dando a menudo la impresión de ser un poeta atrapado en la época del romanticismo literario. Habiendo dado a la estampa más de 50 obras repartidas entre diversos géneros, Balaguer se consagra junto a Juan Bosch como uno de los escritores más prolíficos en la historia reciente de nuestro país, pero también como un escritor persistente en el empleo del sentido figurado.

La arquitectura literaria del Dr. Balaguer parece el resultado final de los giros retóricos de un poeta, donde abundan las metáforas, las comparaciones, y aun la metonimia y las alegorías. En cuanto a las metáforas Balaguer las utiliza frecuentemente en sus construcciones poéticas y en la prosa de sus ensayos para embellecer la expresión, contraponiendo por preferencia las frases construidas a base de ornamentos retóricos que las narrativas o versos libres de cualquier método. Por ejemplo; uno de los géneros literarios cultivados por Joaquín Balaguer fue la poesía, el cual se destacó por ser un poeta casi siempre sentimental y esencialmente clásico. En éste renglón llegó a publicar varias obras conocidas y que reposan como creaciones directas de su sensibilidad artística. Azul en los charcos, La cruz de cristal y La venda transparente son algunas de las obras llevadas a la estampa por Balaguer en el referido género. Todos sus poemas, sin excepción, son creaciones del tipo lírico, esto es: Poesía lírica ajustada estrictamente a las estrofas, ritmo, rima y a la métrica, expresando con intensidad sus sentimientos y emociones.

En el verso de Balaguer encontramos también el uso frecuente, pero no abusivo, de las figuras literarias como la metáfora y el símil, que llevan a la mente del lector a imaginar lo que realmente el autor pretende describir. Esta cualidad la podemos detectar, a modo de ejemplo, en el poema Lucia, cuyo origen ha tratado de explicarse con no menos de dos versiones distintas:

En una flor debió de haber nacido,

y a veces se diría que su piel

es un velo traslucido tendido

sobre su fino CUERPO DE CLAVEL.

 

Y a través de su CARNE TRANSPARENTE,

como a través de un vaso de cristal

se mira dilatarse la corriente

de su sangre de púrpura ducal.

El Dr. Joaquín Balaguer cultivó también los ensayos biográficos, didácticos e históricos, como lo son El cristo de la libertad, Grecia eterna, España infinita, La isla al revés y La raza inglesa. El primero de ellos se trata de una biografía casi apologética de Juan Pablo Duarte, donde el autor defiende la preeminencia del patricio sobre la figura nefasta de Santana, vitoreado por algunos sectores como el verdadero padre de la independencia nacional. En El cristo de la libertad no solo se justifica el máximo honor concedido a Duarte por la historia, el de ser nuestro padre fundador, sino que se explica casi dialécticamente las razones por la cual el fundador de La Trinitaria debe permanecer en ese pedestal. Duarte en la obra también es presentado como un mártir, un ser desprendido que supo donar su propia existencia por la causa independentista, al punto de morir sumido en la soledad, las enfermedades y el abandono, exclamando al cielo que la patria desagradecida al menos jamás tendrá sus huesos.

Toda la producción literaria de Balaguer se ve ensombrecida por la terrible época vivida entre el 1931 y el 1960. Como solía ocurrir con todo durante esa etapa de oscuridad, las producciones de Balaguer venían plagadas de hojarascas alusivas al dictador, que no contenían más valor que la decadente exaltación al tirano. En su singular obra que lleva por epígrafe La palabra encadenada, Joaquín Balaguer dispone de una serie de discursos escritos en honor a Trujillo que, evidentemente, devienen en lisonjas y alusiones laudatorias. Se hace evidente que el título que estampa a la obra representa el esfuerzo del autor por explicar que, si dio a la luz semejantes expresiones, lo hizo obligado por las condiciones políticas de la época y no por su propia voluntad.

Si comparamos los trabajos literarios de Balaguer durante el episodio trujillista con los que publicara posterior al ajusticiamiento del dictador podríamos resaltar como un rasgo característico las contradicciones de fondo en las que incurrió como escritor. Podríamos percibir incluso que en su genio literario no existía el interés por lo que escribía, sino por cómo lo escribía, dando la impresión que el escritor buscaba más embellecer su arte que mantenerse leal a las ideas expresadas a través del mismo. Mientras en algunos textos, como los discursos aludidos en La palabra encadenada, se refiere a Trujillo como un redentor, así como un estadista irrepetible en El tratado Trujillo-Hull y la liberación financiera de la República Dominicana, por otro lado, lo tilda de megalómano y avasallante en la obra que recoge sus memorias personales. Aquel rasgo presentado como el fruto de las épocas históricas en la que le tocó vivir pretende justificarse en la libertad reprimida durante los años que le correspondió servir al régimen, pero al considerar que hubo escritores que coexistieron en la misma época y que hicieron públicas obras tan significativas como Over, Perfiles agrestes o La novela de la caña de Ramón Marrero Aristy, o tratados de una singular importancia didáctica como Manual de Derecho Administrativo de Don Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, podríamos concluir que el Dr. Joaquín Balaguer pudo mantener incólume su espíritu literario evitando las contradicciones respecto a sus ideas u omitiendo escribir sobre aspectos espinosos.

El Dr. Balaguer, junto a Juan Bosch, es sin lugar a dudas uno de los escritores más destacados del siglo pasado que supo dar, a pesar de haber ejercido plenamente las labores políticas, un invaluable aporte al mundo de las letras en la República Dominicana.