En ocasión de la celebración la semana pasada del Día Nacional de la Juventud, el Gobierno entregó el Premio Nacional de la Juventud a 40 jóvenes exitosos que se destacaron por su labor, en distintas categorías, a lo largo y ancho de la geografía nacional
Con estos galardones se reconoce a una juventud empoderada, esforzada y resiliente, capaz de vencer los obstáculos para alcanzar sus metas y sobresalir en los más distintos campos como deportes nacionales e internacionales, artes y cultura, liderazgo político, religioso y servicios sociales entre otros.
Sus prestaciones son tanto más sobresalientes y sus esfuerzos tanto más destacados cuando se toma en consideración que la población juvenil es un grupo que enfrenta numerosos factores de riesgo y discriminaciones.
Por esta misma razón y al mismo tiempo, el semanario Camino de la Iglesia Católica denunciaba vehementemente que los adultos están llevando los jóvenes dominicanos hacia el abismo y que “les hemos secuestrado su presente y el futuro y les hemos robado sus esperanzas”. El arzobispo de Santiago reclamaba además al Estado ser más eficiente en la realización de políticas que beneficien a este segmento de la población
Todos los estudios concuerdan sobre el hecho de que en América Latina los mecanismos de transmisión intergeneracional de la desigualdad están fuertemente arraigados. En nuestro país, uno de los retos más importantes es el de la inclusión social de la juventud.
Las brechas se inician desde la familia. La estructura familiar, unida a la desigualdad socio económica y espacial entre los hogares de mayores y menores ingresos, son elementos que influyen desde la niñez sobre la calidad de la oferta educativa, de la salud y de la nutrición. El entorno inmediato es un factor primordial en el desarrollo de la niñez y la juventud y en las ulteriores oportunidades de inserción social.
En las familias más vulnerables, donde impera a menudo la violencia intrafamiliar, la brecha se acentúa con una elevada tasa de deserción escolar que se traduce en trabajo infantil y situación de calle, así como en embarazos en adolescentes y matrimonio infantil entre otros. Los adolescentes y jóvenes son uno de los segmentos más expuestos a la violencia, a la discriminación, a la inseguridad del barrio, a la delincuencia y al narcotráfico.
Sus derechos fundamentales son pisoteados al no tener acceso a una educación de calidad y a una salud integral que reconozca sus derechos a la salud sexual y reproductiva.
Además, los esfuerzos y decisiones individuales acertadas no son siempre suficientes para que este segmento poblacional pueda echar palante, tomando en cuenta que muchos jóvenes no adquieren a tiempo las destrezas básicas requeridas para un empleo digno y su inclusión en el mundo globalizado.
La pandemia de COVID-19 ha agravado la situación de desempleo de la juventud y casi 685,000 jóvenes de 15 a 24 años no estudian ni trabajan, llevando la tasa de desempleo juvenil a alrededor de un 29 %.
Todos estos factores influyen de manera decisiva en la inserción social, el sentimiento de pertenencia y la biografía de nuestros jóvenes, que no se sienten representados en los espacios de poder y no creen en las promesas de los políticos aun cuando una parte de ellos tienen reclamos de equidad, no discriminación y atención al medio ambiente.
No es casual que los programas de las instituciones de la sociedad civil y de la cooperación internacional orientan sus esfuerzos a proyectos que empoderan la juventud, forman líderes y luchan contra la violencia y la discriminación.
Algunos ejemplos no exhaustivos de estos esfuerzos: Save the Children, con el programa auspiciado por la Unión Europea de Gestión Municipal Participativa: Inclusión del enfoque de derechos de la niñez en la administración local del Gran Santo Domingo; el programa Alerta Joven, implementado por Entrena y el IDDI con fondos de USAID; la Fundación Abriendo Camino con sus clubes de Adolescentes.
World Vision, Plan Internacional y otras instituciones enfocan también sus programas hacia el empoderamiento de la juventud, la creación de liderazgo y la lucha contra la violencia y la delincuencia. Sus acciones están destinadas a contribuir al mejoramiento de las políticas estatales, a fomentar alianzas entre el sector público y el sector privado para fortalecer la posición de la juventud en el mundo laboral dominicano y propiciar su participación en los espacios de poder.