Con Gaza en el corazón
La mayoría de las enfermedades mentales crónicas comparten una característica común: quien las sufre no es consciente de que está enfermo. Esta situación, además, suele ir acompañada de una gran resistencia a la intervención y más aún al internamiento en un centro clínico especializado.
¿Cómo se pueden gestionar estas situaciones de manera más lógica? A menudo, la intervención indirecta a través de la medicina de atención primaria o la medicina interna resulta efectiva. Es importante recordar que las enfermedades mentales son también enfermedades orgánicas, por lo que seguir protocolos y realizar un diagnóstico diferencial es fundamental. La gama de trastornos delirantes y cuadros disociativos (ruptura con la realidad) es amplia y su abordaje debe ser multidisciplinario.
Cuando ocurren explosiones conductuales, existen signos indirectos que pueden evidenciar el problema, como cambios en los hábitos. La persona enferma suele volverse menos expresiva, más extraña o con poca interacción con los demás. El autocuidado puede verse afectado, reflejado en la falta de armonía o coherencia en su vestimenta, la forma en que habla o el contenido de lo que expresa.
Para abordar situaciones complejas es necesaria la participación de diversas áreas. En función de la edad, se puede gestionar a través del entorno laboral o escolar, implementando diferentes estrategias de intervención. En el ámbito familiar, se debe intentar un acercamiento al médico de atención primaria o realizar un análisis de control. Muchas veces, estas fases iniciales vienen acompañadas de desajustes en la alimentación, ya sea por exceso o defecto. Normalmente, la familia es una parte fundamental en la identificación del problema.
Es importante recordar también que cada caso es único. Aunque se pueden hacer aproximaciones estadísticas, lo esencial es que estamos ante una persona gravemente enferma que ha perdido la capacidad de reconocerlo. Esta situación es dramática y muy difícil para los familiares, quienes muchas veces son incapaces de tomar decisiones debido al peso de los prejuicios sociales ante este tipo de diagnósticos.
Siempre debe existir una referencia a la que acudir. En las estrategias de abordaje, los médicos internistas juegan un papel clave, ya que dominan todos los sistemas del cuerpo y pueden proporcionar una evaluación integral.