El anuncio de la novena cumbre de las Américas que celebrará en junio de 2022 en los Ángeles, California y su recepción en Nuestra América revela que la nueva ola de gobiernos progresistas ha empezado a sentirse más allá de nuestras fronteras. El anuncio de un funcionario estadounidense de que no se invitaría a Venezuela, Cuba y Nicaragua provocó una respuesta fuerte de parte del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (Amlo), quien sostiene que no de haber exclusión y que todos deben estar a la mesa para tratar los grandes problemas de la región. La posición de Amlo ha sido bien recibida en la región hasta el punto de que ya varios países la están compartiendo: Bolivia, Argentina, Chile, Hondura, los países del Caribe anglófono y, ya no se diga de los afectados. El Gobierno de Estados Unidos se ha visto precisado a enviar una delegación a tratar de persuadir al Presidente mexicano, pero aún no ha tenido éxito.
La posición mexicana es muy interesante porque nos habla de la creación de un bloque regional que incluya a Estados Unidos para enfrentar la competencia de China. De hecho, Amlo ha llegado a plantear que el presidente Joseph Biden tiene la oportunidad de convertirse en líder de la región, si aceptara que todos estén invitados a la novena cumbre de las Américas. Aún no se sabe si Cuba, Nicaragua y Venezuela serán invitados, pero la nueva coyuntura internacional creada por la guerra entre Rusia y Ucrania ya ha favorecido a Venezuela, por lo menos, en cuanto a petróleo se refiere. Igualmente, se ha aflojado un poquito el bloqueo a Cuba para que se puedan enviar remesas. En el caso de Venezuela, las necesidades energéticas han obligado a Estados Unidos a ignorar al autoproclamado presidente Juan Guaidós y autorizar que la petrolera Chevron vuelva a producir en Venezuela. Este hecho es significativo porque muestra que las sanciones a Venezuela no han funcionado como se esperaba. Es preciso recordar que en la actualidad Estados Unidos tiene sanciones económicas contra 26 países en el mundo, revelando que este es el nuevo mecanismo de dominación imperial. No se invade a un país directamente, sino que se le bloquea impidiendo que pueda participar en el comercio internacional. Al igual que en el caso de Venezuela se arguye que los países sancionados afectan a la democracia. En realidad, ese argumento ya suena como disco rayado porque cuando Estados Unidos cuando ve sus intereses afectados se olvida de la democracia y procede como si nada hubiera pasado. Esto ha sido señalado por Amlo varias veces en sus conferencias mañaneras, lo cual revela que la hegemonía estadounidense está siendo cuestionada discretamente por su principal socio comercial en la región.
Sea como fuere, la posición mexicana nos lleva a pensar si, en realidad, se empieza a desarrollar un pensamiento y una acción que ponga la soberanía en primer plano. Amlo sostiene que México es un país soberano y que él solo está aplicando lo que está en la Constitución de su país: defensa de la soberanía nacional. Esta es una idea maravillosa y, claro, uno desearía que se llevara a cabo, pero cabe preguntarse si la soberanía es un mero discurso, una ficción. Se podría decir que hay algo de soberanía, pero tenemos que ver cada caso por separado. Veamos el caso mexicano. Con uno recordar que México es uno de los principales socios comerciales de Estados Unidos y que es parte del Espacio Global de Capital constituido por Estados Unidos-México-Canadá a través del tratado de libre comercio, entonces, uno podría decir que la idea de soberanía es algo que se aproxima a la ficción. Además, no olvidemos que México está incorporado al Comando Norte de las Fuerzas Armadas estadounidenses y todo lo que esto significa al tratar en el tema de la soberanía.
Dadas estas circunstancias de la realidad económica, política y militar de México podríamos pensar que no hay esperanza y que los pronunciamientos de los gobiernos progresista son pura ficción, lo cual no es el caso. Pese a la asimetría política entre México y Estados Unidos, no cabe duda que en la actualidad el gobernante mexicano se yergue como un líder en Nuestra América que le dice al presidente de Estados Unidos que no irá a la reunión de las Américas sino se invita a todos los gobernantes de la región. Asimismo, se podría decir que los países latinoamericanos que han dicho no a Estados Unidos tienen una soberanía muy limitada. Ahora bien, lo mismo se podría decir de los países europeos, los cuales se han alineado estrechamente con Estados Unidos en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Tanto en una región como la otra, encontramos serias limitaciones a la soberanía nacional, pero también se observa una serie de particularidades en las cuales aparecen espacios que permiten la negociación y no la limitación absoluta de la soberanía.
En el caso de Nuestra América el tema de la soberanía es crucial que se traiga a relucir porque desde la Independencia de España el siglo XIX los países latinoamericanos han luchado por conseguir reducir su dependencia de los poderes extranjeros. Sabemos que en un mundo globalizado como el actual muy pocos países pueden hablar de soberanía absoluta, pero la constitución de un mundo bipolar o multipolar en la actualidad crea pequeños espacios que se pueden utilizar para negociar formas extremas de dependencia política y económica. El caso de Argentina bajo la gestión de Alberto Fernández es ilustrativo. Fernández viajó a Rusia para conseguir la vacuna que su país necesitaba y luego hizo una negociación seria con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para que no solo se reconociera que el Fondo había violentado sus propias normas al otorgar grandes préstamos a su antecesor, Mauricio Macri, sino que aceptó reducir la deuda del país. En este caso, Argentina como país que reclama cierto grado de soberanía para resolver sus propios problemas es significativo. No hay duda que Fernández fue exitoso en su negociación, pese al grado limitado de soberanía que un país puede tener en el contexto actual de globalización neoliberal.
El nuevo contexto internacional creado por la guerra entre Rusia y Ucrania abre nuevos espacios que se pueden usar para conseguir la resolución de problemas prácticos. La demanda de Amlo que se invite a todos los gobernantes latinoamericanos a la cumbre de las Américas revela que aun dentro de una soberanía limitada se pueden hacer planteamientos que cuestionen discretamente la hegemonía imperial estadounidense. En las actuales circunstancias, parece que los gobiernos de la nueva ola progresistas pueden aprovechar la nueva realidad internacional para su provecho. Estados Unidos está muy ocupado con la guerra en Europa y su rivalidad comercial con China. Es probable que estas circunstancias abran una oportunidad para América Latina. Luce que Amlo la está utilizando para proyectar su imagen de liderazgo en Nuestra América y está teniendo cierto éxito. Emelio Betances (visite www.emeliob.medium.com si desea leer crónicas y análisis sobre nuestro mundo).