Documento-propuesta

Participantes

Representantes del Estado dominicano y dirigentes de las iglesias.

Propósito

Detener la campaña de odio e intolerancia contra extranjeros en condiciones de “apatridia”.

Justificación y/o motivación

La situación del crecimiento del problema migratorio y, especialmente de los "apátridas", tiende a distorsionar la visión positiva que tiene la comunidad internacional respecto a la República Dominicana. Lo que está ocurriendo ahora, erosiona el sector turístico y socaba al mismo tren gubernativo.

Es mi opinión, que se organice con urgencia un diálogo o espacio de reflexión, con la participación de dirigentes eclesiales en el país, con la finalidad de que sus oraciones, enseñanzas, prédicas, y testimonios, sirvan de ejemplo para detener la campaña de odio, y la aparente tendencia que va en aumento de posibles actos de violencia. Se debe y se puede tomar acciones de apaciguamiento.

A continuación, se presentan varios puntos de reflexión emitidos por algunas personas a través de los medios de comunicación. En primer orden, el Sr. Luis Antonio Sousa Duvergé con relación a un artículo publicado por el Dr. Milton Ray Guevara, titulado “Inexistencia de Apátridas entre República Dominicana y Haití”; también, el editorial del periódico Acento referido a Detener la campaña de odio y la violencia contra la migración y la descendencia haitiana en el país.

La condición migratoria de los padres no se transmite a sus hijos. Por lo tanto, los niños nacidos en territorio dominicano, en virtud del principio del jus solis, deben ser reconocidos como ciudadanos dominicanos. (Sousa, 2024)

En este sentido, el autor antes mencionado, reconoce que, aunque los Estados poseen soberanía, no gozan de derechos ilimitados sobre los extranjeros en su territorio, ni sobre sus propios nacionales a quienes deben proteger y amparar, conforme a lo establecido por el derecho internacional. Por lo tanto, el Estado tiene la obligación de garantizar la protección y asistencia a todas estas personas, en virtud del respeto a los derechos humanos en tiempo de paz y del derecho internacional humanitario cuando corresponda.

La dignidad del ser humano es sagrada, innata e inviolable; su respeto y protección constituyen una responsabilidad esencial de los poderes públicos (Sousa, 2024). En tal sentido, llama la atención que se utilice la Constitución haitiana para dar “solución” a un problema que ocurre en nuestro territorio nacional.

Las autoridades estatales deben buscar e implementar la fórmula para identificar a los que son “apátridas”; pues, hay miles y tienen existencia palpable, tal como los vemos continuamente en todo el territorio. Se entiende que los nacidos de padres haitianos “apátridas” en la R.D no sean “dominicanos”; pero si lo son sus descendientes engendrados y nacidos en el suelo dominicano. Estos son criaturas humanas que deben tener una identificación personal; conviene tener constancia de estos y saber quiénes están de manera irremediable y permanente en esta nación. La opinión que aquí ofrezco es para que esto sea implementado independientemente de las ganas, la Constitución, las leyes, las ordenanzas, la voluntad o incapacidad del Estado haitiano.

El Estado debe actuar férreamente para resolver y detener la hemorragia migratoria irregular hacia el lado dominicano, pero debe hacerlo bajo los parámetros y lineamientos de un Estado Social y Democrático de Derecho como ordena el artículo 7 constitucional, y en consonancia con los compromisos internacionales que, en ejercicio de su propia soberanía, han sido asumidos (Sousa, 2024).

La República Dominicana corre un gran riesgo, particularmente, en la comunidad turística de Punta Cana. Hay allí bandas de promotores del odio a los haitianos y dominicanos de ascendencia haitiana. La Dirección General de Migración tiene allí muchos inspectores y realizan redadas todos los días; pero la promoción de la violencia es muy elocuente (recuperado de www.acento.com).

Las autoridades dominicanas deben evitar que ese odio siga siendo incentivado. Las campañas de odio racial están prohibidas en la Constitución. Las organizaciones comunitarias, eclesiales, los partidos políticos, y las instituciones estatales están en el deber de evitar una tragedia incentivada por ciudadanos fanatizados y marcados por el odio, por la rabia o por la historia falsa que le han vendido de que la patria está en peligro, y que el mayor riesgo lo constituye la comunidad de migrantes desde Haití, y los que llegaron hace siglos y se establecieron para cortar caña (recuperado de www.acento.com)

Es menester restablecer la paz, concordia, unidad en la diversidad, seguridad social y convivencia a todos los niveles.

Temas potenciales para desarrollar durante el diálogo

a) La Ley 168-13

b) Diseño de documento de identidad que contenga datos específicos que permitan identificar y formalizar la presencia de miles de personas “apátridas” que deambulan por todo el territorio nacional.

c) Detener las redadas que realiza la Dirección General de Migración junto a la Policía Nacional.

Referencias bibliográficas

Ø acento. Detener la campaña de odio y la violencia contra la migración y la descendencia haitiana en el país. Editorial del periódico Acento d/f 30 de septiembre, 2024.

Ø Sousa D., Luis (2024) Don Milton, en República Dominicana sí hay apátridas. Articulado publicado en el periódico Acento d/f 29 de septiembre, 2024.