¿Algunas mujeres de tu familia son o han sido empleadas del hogar? ¿Las trabajadoras del hogar que conoces se parecen a las de las telenovelas que viste en tu niñez o adolescencia?
El impacto de las telenovelas, especialmente de las mexicanas, en las audiencias de Latinoamérica y El Caribe entre las décadas de 1980 y 2010 es innegable. Generaciones y generaciones suspiraron con sus romances, amaron a las protagonistas, odiaron a las villanas y miraron a las sirvientas, esos personajes casi siempre secundarios que se mimetizaban en las vidas de los patrones, que con frecuencia no tenían sentimientos ni proyectos propios, más allá de servir y complacer, sin que sus habilidades como trabajadoras fueran valoradas.
En María la del Barrio (1995-1996), la Nana Calixta, interpretada por la actriz cubano-mexicana Silvia Caos (ya fallecida), vive por y para la villana Soraya Montenegro ( Itatí Cantoral). Está dispuesta a morir y a matar para que Soraya sea feliz.
La Nana es presentada como una mujer indígena, de piel morena, mayor y con menos belleza física que las señoras. En otras novelas, especialmente en la década de 1950 y 1960, Silvia Caos asume roles protagónicos y secundarios como una mujer blanca, ama de casa de la élite.
La raza, el género, la clase y la edad juegan un rol importante en la representación de las sirvientas en las telenovelas. Jessica Galván Centeno en su tesis “La figura de la empleada doméstica en las telenovelas mexicanas Cuna de lobos (1986) y María la del barrio (1995)” establece una relación entre la edad, el género y la belleza, que toma como referencia a la mujer blanca, en la estigmatización de los personajes de trabajadoras del hogar. “Sus diferencias recaen en el aspecto físico, María, al gozar de tanta juventud y belleza es perfecta para encajar en una nueva familia y es por ello que es adoptada en la casa donde supuestamente iba a trabajar, pero Lutecia, al ser una mujer madura y sin una belleza notable, nunca es tomada en cuenta para formar parte de la familia, ni siquiera para tener voz y voto ante las situaciones que la rodeaban a ella y a sus jefes”, plantea la autora de la tesis.
Por otro lado, la representación de las mujeres indígenas y su relación con el refuerzo de estereotipos racistas y clasistas ha sido analizado ampliamente en estudios culturales y de comunicación dentro y fuera de México. En el ensayo “El racismo y el clasismo en la publicidad mexicana”, Carl Winston Jones, citando a Carrillo Trueba, recuerda que: “La mayoría de los actores tiene una tez clara, excepto las empleadas domésticas de las telenovelas y los actores de algunos anuncios del gobierno dirigidos a la población en general”.
Y no se trata solo de la piel, el estereotipo se refuerza con el peinado, con la forma de vestir, el eterno uniforme y con la forma de hablar característica, entre otros aspectos.
Todos estos estereotipos se reproducían una y otra vez en millones de televisores y dejaron huellas. Hace unos cinco años, la plataforma Funny or Die publicó un video resumen, a modo de parodia, de María la del barrio, tanto en inglés como en español. Miles de personas comentaron sobre el video y algunos de estos comentarios se referían a cómo estas producciones formaron parte de su niñez o adolescencia. Una usuaria o usuario comentó “La narradora me hizo mear de risa… no podia mas. Muy buena!!! Si me acordare de Maria la del Barrio cuando venia del colegio a la tarde. La miraba con mate y facturas (variedades de panes dulces de Argentina)”. También miles de comentarios reciben videos sobre escenas ridículas, graciosas o icónicas sobre telenovelas mexicanas de la plataforma Watch Mojo.
En República Dominicana, con una población de mayoría afrodescendiente, que empezó la gran inmigración del campo a la ciudad a partir de la década de 1960, podemos asumir que casi todas las personas que veían las telenovelas eran de clase trabajadora y podían rastrear sus orígenes campesinos a sus padres o abuelos, o ellas mismas todavía residían en zonas rurales o eran inmigrantes recientes a la ciudad. En todo caso, la mayoría vivía en barrios populares o marginados, muchas eran empleadas del hogar o en sus familias o círculo de amigos y amigas había alguna mujer que desempeñaba ese rol.
La novela María la del Barrio dio un giro inesperado cuando nos enteramos de que Soraya era en realidad hija de la Nana Calixta. Al descubrir sus orígenes, Soraya tiene un ataque de rabia, una ira que raya en la locura porque, ¿qué puede resultar peor para una mujer blanca y rica que ser hija de una campesina, de una indígena?
Las personas no blancas en las telenovelas mexicanas viven para servir, no para tener historias de amor, de éxito o grandes pasiones. En cambio, María la del Barrio (interpretada por Thalía), no nació para ser sirvienta en el universo de las telenovelas mexicanas. Joven, blanca y hermosa, es rescatada por una familia blanca y rica, y vive una historia de amor y desamor, de grandes éxitos y fracasos, y al final triunfa, perfectamente integrada a su familia rica y blanca.
Soraya, como muchas de las villanas, muere destruida por sus propias obsesiones y maldades, después de haber vivido apasionadamente con cierta libertad de elección que ejerce de forma destructiva y autodestructiva en función de sus propios intereses, opción que no tienen las sirvientas. La Nana Calixta muere a manos de Soraya. La villana reivindica su parte blanca y rica hasta el final, mata a la madre indígena, pobre, trabajadora, bruja y “fea”.
Y nosotras, nosotros vimos una y otra vez a la hermosa chica blanca triunfar. Fuera o no de clase trabajadora, tenía al menos una oportunidad, podía unirse a la élite. En el olvido quedaban sus nanas, cocineras y sirvientas que como nosotras y nosotros eran de clase trabajadora y de piel más oscura. ¿Cómo habremos integrado a nuestro imaginario esa historia repetida durante años, una y otra vez, cómo estará latente en nuestras referencias culturales, en nuestros sueños o pesadillas, la Nana Calixta?
*La Canoa Púrpura es la columna de Libertarias, espacio sobre mujeres, derechos, feminismos y nuevas masculinidades que se transmite en La República Radio, por La Nota.