Poco a poco las corporaciones mediáticas cambiaron la percepción de la muerte, lo que era catastrófico, siempre penoso, triste y solemne por ser la entrada a la vida eterna; al paraíso de leche y miel; a las moradas del Padre; a la reencarnación o al fin de los días para esperar el juicio final, lo convirtieron en espectáculo, en cotidianidad banalizada por palabras e imágenes de odio para justificar políticas y acciones de una elite contra los “enemigos señalados”, contra el “mal”, para llegar a la industria de la guerra.
La muerte como espectáculo se nos presenta con el mismo ritmo de un videojuego y respondemos a esas informaciones/estímulos de las corporaciones mediáticas con la percepción de credibilidad que han colocado, entre otras, en nuestro imaginario colectivo durante los procesos de cognición social. Atrapados en nuestra “libertad”, hegemonizado nuestro “libre albedrío” desde la historicidad de los medios, convertidos en seres indiferentes que sólo responden a las incitaciones de las corporaciones igual que el infante responde al videojuego, así nos cuentan historias en el mundo virtual mientras suceden los acontecimientos en el mundo real.
Recargados con dramáticas imágenes y audios de niños que gritan desgarrados, seducidos por la narrativa del periodista, asumimos el odio, celebramos la muerte de los señalados como “malos”, no hay dudas, todo está legitimado e iniciamos el juego, apostamos a lo que apuestan los medios, gritamos, discutimos, somos parte de una reproducción masiva del discurso mediático de las corporaciones que hegemonizaron el pensamiento, “indignados” contra la “maldad del enemigo”, como niños, creemos en la élite que nos convierte en autómatas que nos hace pedir sin ningún tipo de pudor: ¡Mátenlos a todos! Así formamos parte de la gran masa que ve los acontecimientos en el mundo desde la impuesta perspectiva maniquea del juego.
La muerte/espectáculo se apoya en la posverdad, llega en busca del respaldo de los sentimientos y al mismo tiempo con la Fake News demanda la inacción de la gente. Apela a la "agenda setting", a la indiferencia plantada en las masas hacia las razones de los “otros” para silenciar cualquier denuncia en contra de la elite que los mantiene desinformados, ignorancia que les impide entender los sucesos de la política internacional, estrategia usada para imposibilitarles la capacidad de intervención en los acontecimientos, prohibiéndoles incluso el acceso a informaciones diferentes para presentar sólo “el odio y la guerra del otro” como sus razones supremas, es el montaje perfecto.
Invisibilizan la realidad con imágenes “de la realidad”, se usan las palabras y todas las técnicas de persuasión para lograr el razonamiento motivado, se llenan las cabezas y los corazones de odio hacia el “enemigo”, se miente, el lenguaje es fundamental para violentar la capacidad cognitiva de las masas, para confundir las mentes, se cierran todos los canales de información diferente, se miente, una y otra vez se miente y se desacralizan las vidas de “los enemigos”, y se espectaculariza la muerte de los “buenos señalados”.
Hoy, ahora, para todos, Ucrania es el lugar de la muerte, las corporaciones mediáticas buscan las imágenes, hurgan el aire con sus micrófonos, van tras los gritos, quieren los juguetes de los niños entre los escombros, quieren dolor, humo, ruinas, rebuscan envejecientes, ancianos y refugiados, todos contando sus historias, desean llantos y rostros atribulados, imágenes de abusos, de maldad para adornar sus historias sesgadas en el mundo virtual, pero sobre todo quieren cadáveres.
Cadáveres que están ahí, en el mundo real del Donbáss, invisibilizados. Están entre los escombros de Lugansk y Donetsk, repartidos en pequeñas tumbas en el “Callejón de los Ángeles”, un cementerio de niños asesinados por el “Batallón Azov”, de origen neonazi del ejercito ucraniano. Es otra maldita guerra que han desatado en lucha por la hegemonía del nuevo orden mundial y que puede desembocar en la Tercera Guerra Mundial, escenario perfecto para la desaparición de la vida.
Esa es la guerra que nos presentan las grandes corporaciones mediáticas, alentada por los EEUU, la UE y su OTAN, con el envío de dinero, mercenarios y armas cada vez que las partes involucradas, Rusia y Ucrania, hablan de paz y nosotros, con nuestras mentes colonizadas, hegemonizados, desconocedores de la geopolítica, creemos, olvidando que:
En febrero del 2014 se inició la guerra en Ucrania; en 2003 los EEUU junto al Reino Unido, Australia y Polonia invadieron Irak, con millones de muertos y desaparecidos; en Camerún hay una guerra desde el 2017, con un resultado de más de 6 mil muertos y 700 mil desplazados; en Etiopía hay una guerra con millares de muertos y desplazados.
Desde principios del siglo XX Israel y Palestina están en guerra y sólo durante el año 2021 Israel mató, según sus propios datos, a más de 310 palestinos, entre ellos a 71 menores; en marzo del 2011 se inicia la guerra en Siria, en el 2021 se registraron 3 mil 882 muertos, mil 558 eran civiles, es la cifra más baja de muertes desde el inicio de la guerra; desde el 2014 está la guerra en Yemen, con más de 233 mil muertes.
Faltan muchas aún por mencionar, es un gran listado de guerras y crisis humanitarias “olvidadas” por las grandes corporaciones mediáticas, quizás es la silenciosa industria de las armas que se mueve detrás de los medios y causa el olvido.
La hegemonización y colonización del pensamiento implica todo un montaje, un manejo de la información, un proceso de demonización de ciertos personajes mientras otros resultan angélicos héroes de nuestras libertades y democracias, de nuestros calcados estilos de vida, también responsable del cambio climático antropogénico.
En este mundo, como en la comedia, somos los invitados de piedra, los espectadores perfectos, no sentimos la sangre que ya llega a nuestros tobillos, pocos medios protestan por el silencio impuesto a la prensa rusa, los periodistas callan sin entender lo que ocurre, parece que Ucrania será el lugar final de la historia, el sitio elegido por los EEUU, por la OTAN, por la UE y Rusia. En el pórtico del nuevo orden mundial se leerá la advertencia del divino Dante: “Vosotros, los que entráis, dejad aquí toda esperanza”.