La intencionalidad de la mirada es un reflejo del pensamiento, del proceso de socialización y las relaciones humanas. El no contacto visual es muy significativo y revela que la persona es incapaz de interpretar los estímulos del entorno, en definitiva, de interactuar, porque su pensamiento está procesando otra información que, posiblemente, ya en el caso de los delirios, no guarde relación con la realidad.
El procesamiento de la información procede de sentidos como el de la vista y el oído fundamentalmente, son los órganos eferentes. Los estímulos auditivos y visuales son procesados por diferentes áreas cerebrales.
Cuando existe una alteración en la estructura del cerebro, como en la demencia, se produce atrofia en zonas específicas y en otras patologías que, sin daño estructural, tienen una alteración en la bioquímica, como es el caso de la depresión o la psicosis, la alteración de la mirada o del contacto visual es un signo y un síntoma fundamental que refleja un estado transitorio o el inicio de un estado de disfuncionalidad en el procesamiento de la información.
En definitiva, el contacto visual es el reflejo de nuestra mente o de nuestra esencia. Las emociones, como la tristeza, la ira y la alegría, se reflejan con la intencionalidad de la mirada. Pero evitar el contacto visual de forma no intencional es un signo clínico que conforma la elaboración diagnóstica de alteración mental o alteración del procesamiento de las funciones ejecutivas superiores.