En un artículo anterior, nos referimos a las diversas representaciones, artículos y opiniones, sobre los cambios sociales que ha estado experimentando la sociedad dominicana. Decíamos que, en el pensamiento social, se destacan, por un lado, las posiciones crítica-antimodernistas y, por el otro, los defensores o neomodernista y, se argumentaba sobre la necesidad de trazar un puente entre la sociología crítica y la analítica (https://acento.com.do/opinion/paradoja-de-la-sociologia-y-la-modernizacion-de-la-sociedad-dominicana).

En esta ocasión, nuestro interés es subrayar, la metamorfosis que ha experimentado la sociedad dominicana y los retos que estos cambios sociales, políticos y culturales representan para la sociología dominicana.

Desde la década del ochenta, la sociedad dominicana ha estado experimentando grandes transformaciones. Por un lado, la política de empréstitos y endeudamiento externo, trajo como consecuencia una crisis fiscal, la intervención de los organismos financieros internacionales y la obligación de implementar la rígida política fiscal del consenso de Washington. Durante este período, los informes del Consejo Económico para América Latina (CEPAL) y otros estudios, establecen que se ha producido un aumento de la inflación, la precarización e informalización del trabajo y, un incremento de la desigualdad social en la región (https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/1241/1/S1100927_es.pdf).

Con el fortalecimiento del Estado neoliberal, se llevó a cabo un proceso de privatización de los servicios públicos como educación, salud, energía, transporte, debilitando los soportes institucionales que brindan protección y seguridad social a los dominicanos, en situaciones de precariedad, incertidumbres y crisis sociales.

En la década del ochenta, se produce también el proceso de democratización en la sociedad dominicana; se fortalece el sistema de representación de los partidos y los procesos electorales, se ocasiona un declive de las luchas obreras y sindicales y, el desarrollo de la sociedad civil y los nuevos movimientos sociales: populares, feministas, homosexuales y, ambientalistas, que incrementan las demandas por un mayor nivel de igualdad, inclusión social y el reconocimiento de sus derechos culturales.

A mediados de los años noventa, se fortalece en la región y el país, las consecuencias culturales de la globalización y el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs), produciendo una transformación del consumo cultural y un conflicto en la construcción de las identidades de los dominicanos.

Como respuestas a la globalización cultural, se formulan una diversidad de opiniones sobre las preferencias de los nuevos gustos populares; sobre los géneros musicales como el dembow, el reguetón y la música urbana. Sobre el impacto de las redes y las nuevas tecnologías de la comunicación digitales. Planteando la necesidad de reconstruir nuevas representaciones sobre el consumo cultural, la sexualidad y la resignificación del cuerpo en la nueva generación, debido a lo importante y significativo que se ha convertido la estética y el gusto por las vestimentas de moda, las marcas internacionales, el fitness, los piercings, tatuajes y, las cirugías estéticas en la cultura popular de los dominicanos.

Es evidente, que estos cambios sociales, políticos y culturales que se han producido en las últimas décadas, han configurado una metamorfosis de la sociedad dominicana que, nos deja ver que estamos frente a nuevos problemas estructurales y, culturales que, inciden en las nuevas subjetividades, imaginarios, preferencias y deseos de los dominicanos.

Hay que reconocer que, en la actualidad, la sociología dominicana discute la nueva cuestión social, poniendo en evidencia que no solo se trata de los problemas estructurales del empleo, de la explotación laboral, los bajos salarios y la desigualdad social, sino también del detrimento de los soportes institucionales de los individuos. Como ha sido el deterioro de la familia, la educación, la inseguridad social y los déficits de los servicios públicos en general, que están produciendo graves problemas de delincuencia, migraciones e inseguridad social de los ciudadanos.

Por otro lado, se están produciendo en la sociología política dominicana nuevas preguntas que nos plantean nuevos temas de discusión: ¿Si la transición democrática ha devenido en una crisis de representación de los partidos, debido a los escándalos de corrupción, narcotráfico  e impunidad? ¿Si se ha perdido la confianza y credibilidad en los partidos pero, mantienen su representación electoral? ¿Si durante el periodo señalado, se ha producido el aumento de la capacidad de organización, comunicación y movilización de la sociedad civil y los nuevos movimientos sociales? ¿Si se ha producido una reconfiguración del poder de la opinión pública, pues con el desarrollo de las tecnologías digitales, el internet  y, las redes sociales, el Estado, los partidos y los medios de comunicación tradicionales, han perdido el monopolio en la construcción de la opinión pública y la subjetividad (preferencias) política de los ciudadanos dominicanos?

La dimensión cultural de la globalización, por un lado, nos ha obligado a replantear los temas del papel de la cultura nacional tradicional en la formación de las identidades narrativas, pero también, a examinar  la incidencia de la globalización, las industrias culturales, las migraciones, las tecnologías de la comunicación, en la hibridación cultural, el consumo cultural y las subjetividades de los dominicanos.

De toda forma, al margen de que estemos o no de acuerdo sobre la prioridad e importancia de estos cambios sociales, políticos y culturales, hay que reconocer que representan grandes retos para el desarrollo y diversificación de la sociología dominicana.