Toda bienal de arte es una institución en sí misma.
Las bienales son plataformas que vinculan al público de un país con las propuestas artísticas más frescas de su contexto, promoviendo así imaginarios y formas de pensar: sirven principalmente como espacios de fomento a la creación y la identidad cultural, mientras simultáneamente se convierten en metáforas, puntos referenciales para entender los sistemas de representación a partir de las propuestas que contienen.
Una bienal nos sitúa en el mapamundi del arte evidenciando los temas y técnicas preferidas de sus creadores. A través de una curaduría a cargo de un jurado de selección —que a su vez, ha sido seleccionado por una comisión organizadora—, se nos muestra un “aquí y ahora”, una mirada subjetiva que servirá para medir los supuestos de nuestra cultura. ¿Cómo podríamos esperar que la selección de obras de bienales de artes visuales haga justicia al basto universo creativo de cualquier país? Es imposible ser del todo justos cuando no solamente hablamos de curar de manera reduccionista a un colectivo de artistas, sino también de valorar sus obras y encima, premiarles. En ese sentido, como público, ¿tendríamos que confiar ciegamente en la mirada de un jurado que responde a su gusto, intereses y criterio personal?
El 26 de agosto del 2023 se inauguró la XXX Bienal de Artes Visuales, celebrada en el Museo de Arte Moderno, evento que estuvo abierto al público hasta el 15 de diciembre y que contó con una selección de más de 148 de 718 piezas (el 20.61% del total recibido), que presentaron 388 artistas. Esta entrega hizo homenaje al recientemente fallecido artista Jorge Pineda y contó con la participación de más de 50 expositores y un colectivo. Al conocer la decisión del jurado, me surgen numerosas preguntas que me hacen desconfiar de los criterios de premiación. ¿Es el jurado consciente de que toda premiación es un acto simbólico de carácter político?
Según las bases del concurso publicadas en la página del Ministerio de Cultura (ya que el Museo de Arte Moderno carece de una), se dice que: “Las decisiones del Jurado de Premiación estarán sustentadas y serán emitidas mediante resolución debidamente justificada” (pág. 9), sin embargo, no he encontrado ninguna publicación en la que su decisión haya sido “debidamente justificada”. ¿Dónde se puede conocer la sustentación teórica de la juraduría? ¿Qué criterios habrán hecho merecedora del gran premio de un millón de pesos a una pieza como “Retrato de pandémicos”, del artista Julio Valdez? Ningún jurado tiene por qué darnos explicaciones de su opinión o sus criterios para brindarnos algunas coordenadas. Y mejor que sea así. Al margen de la calidad de una obra a partir de sus atributos formales, su técnica, temática y por supuesto, su originalidad, están todos los demás aspectos que no necesariamente tienen que ver con el arte y que pueden servirnos para entender las maneras de pensar el arte dentro del marco de las bienales.
La figura del experto parece ser fundamental
El experto, validado por su trayectoria como voz autorizada para producir pensamiento y crítica de arte, influir en la opinión pública y promover sus ideas, se vuelve una figura nodal para entender la relación del público con el arte. Esta persona legitima discursos, selecciona y condiciona, se vuelve un instrumento de poder con la autonomía suficiente para destruir a cualquier artista y proyectar un supuesto panorama del arte que ejemplifica una muestra de la calidad artística de todo un país. Esa tendencia al poder como la necesidad de imponer su voluntad intelectual, hace que se perciba y proyecte a sí mismo como figura de autoridad. Para ello, suele escribir artículos, reseñas y ensayos que demuestren al público que tiene la voz cantante. Y suele también relacionarse con la más prestigiosa élite de galeristas y mecenas, a quienes se mete en un bolsillo. El crítico de arte, legitima la idea de que es necesario que se nos explique la obra y por consiguiente, fomenta una relación de poder y dependencia entre sí mismo, el espectador y la academia. Esto, por supuesto, establece el valor en función al gusto y más importante aún: sus intereses. Sin la figura del experto, el valor de la obra de arte estaría sujeto a las interpretaciones más disímiles de los espectadores a quienes en esencia, les importa más o menos el arte. Y hablo de espectador porque las bienales sirven como espectáculo social que aprovechan los estatutos de poder para congraciarse con diferentes agentes políticos del momento. ¿Qué pasó con la premiación de la última versión de nuestra bienal? Para analizarlo, deberemos, por supuesto, hacer énfasis en quienes la hicieron posible.
En esta entrega número XXX, la comisión organizadora estuvo integrada por una lista de intelectuales que tuvieron ante sus hombros la responsabilidad de hacer posible el evento (ver listado). Su enfoque ha sido determinante a la hora de seleccionar a los jurados: el jurado de selección, integrado por Carlos Sangiovanni, artista visual dominicano y Vicerrector Académico en Universidad APEC; Pilar Lladó, presidenta de la Fundación Amigos del Museo Reina Sofía y del Consejo Internacional de Mecenazgo de España y Fermín Ceballos, destacado artista visual dominicano; el jurado de premiación estuvo integrado por Myrna Guerrero, historiadora y crítica de arte, directora y curadora del Museo Bellapart; Carlos Acero Ruiz, artista visual y curador de arte y Ángela García, persona de la que no aparece prácticamente nada en Internet, pero la que según las fuentes oficiales, es “norteamericana”.
Estos expertos de larga data, quienes han obtenido méritos que les distinguen entre la multitud, han premiado a nueve personas y un colectivo, además de otorgar algunas menciones honoríficas. Si nos fijamos con detenimiento, estas personas, además de expertos en el ámbito del arte, son figuras de cierta envergadura por sus posiciones: viceministros, artistas, directores de galerías, representantes de instituciones de arte y gestores. En apariencia, el solo hecho de su trayectoria les dota del criterio suficiente para determinar el valor de una obra, cuál merece ser seleccionada y posteriormente, premiada. Pero si lo analizamos bien, notaremos que son personas con cierta influencia social. ¿Qué agendas tendrán? ¿Cuáles fundamentos teóricos servirán de parámetros para que estas figuras determinen la selección de lo mejor de nuestra producción artística?
¿Cómo se puede valorar una obra de arte?
El valor de una obra de arte no es subjetivo. Valor, como sinónimo de importancia y representación, implica una convención social en la que los diferentes agentes que ejercen sus influjos, convergen en su legitimación. La relación entre individuo, artista, arte y sociedad, sugiere la posibilidad de que la obra se entienda a partir de su valor cultural. ¿Pero quién define el valor del arte? ¿Qué hace que una obra sea más significativa que otra? Ningún artista le concede un valor definitivo a su propia obra, sino más bien, su valor está definido por el contexto, el público y sobre todo el mercado. En ese sentido, la subjetividad en la valoración de la obra de arte, responderá de manera condicionada a las dinámicas y razones que una colectividad propone a partir de sus propios valores estéticos y por supuesto, los de su tiempo. Estos valores estarán influenciados por la figura de esos “expertos”, quienes a su juicio, dirán qué está por encima, qué merece ser premiado. En esto no tendrán cupo las críticas de los artistas inconformistas con la decisión del jurado ni opiniones de la audiencia, a quienes les quedará el placebo del “premio del público” para que sientan algún tipo de voz y voto. Estemos de acuerdo o no, la valoración del jurado de premiación de la bienal es irrevocable. Esto, por supuesto, no significa que su decisión no se preste a cuestionamientos y qué bueno, ya que este ejercicio es un derecho fundamental que fomenta un pensar más allá de un gusto y el amiguismo.
Toda premiación es un acto simbólico. A partir del rol de juez que se asume en las bienales de arte, la valoración estará íntimamente relacionada a aquellos criterios no escritos que se establecen. Aspirar a entender será un ejercicio de especulación, sin embargo, es importante analizar las bienales más allá del papel utópico de promoción de la cultura, sino como dispositivos de influencia política. Según Avelina Lesper, “El valor del arte es estimativo” (Avelina Lésper, 2022). Es decir, que valdrá a partir de las dinámicas del mercado, no necesariamente de su propuesta creativa. Toda selección de obras y artistas tendrá siempre que partir de algún parámetro, pero, reitero: ¿qué parámetros tomó en cuenta el jurado de la XXX Bienal de Artes Visuales del Museo de Arte Moderno? Según las bases del concurso: “el Gran Premio Bienal se otorgará a la obra de un artista de confirmada trayectoria. Dicha obra deberá presentar valores estéticos y técnicos que contribuyan al enriquecimiento del patrimonio artístico de la República Dominicana. El ganador del Gran Premio Bienal de las dos ediciones anteriores no podrá recibir el Gran Premio Bienal de la XXX BNAV 2023”. En definitiva, el cúmulo de exposiciones en las que el artista a participado, sus premios, etc, será un indicador para medir si vale la pena darle un premio. Esto sugiere que lo que la obra es o representa, queda en un segundo grado de importancia, ya que en primer lugar deberá existir algún aval que confirme “trayectoria”. No queda muy claro qué valores técnicos de la obra se tomarían en cuenta, pero sí queda claro el carácter de representación y proyección del patrimonio.
De alguna manera, al margen del arte siempre quedan todas las demás cosas que gravitan inseparables. Por un lado, ese deseo de los artistas de expresar y ser reconocidos por espacios de representación deficientes que les utilizan para llenar y cumplir con agendas, por otro lado, el falso ideal del bien cultural, en la que se reducen espacios como las bienales pretendiendo fomentar la cultura. ¿Es eficiente esa manera de promover la cultura? ¿Es realmente genuina? ¿Es necesario que una bienal premie a los artistas? Los premios son estrategias que suelen partir de la necesidad de estimular la producción artística, pero que terminan reduciendo a la obra a un producto de mercado, en un bien. Pareciera un aliciente a que el artista continúe con su producción de obras para justificar las bienales, pero termina en convertirse en entretenimiento mediático, en contenido de redes sociales y prensa. En ese sentido, la bienal se convierte en un espectáculo de masas que encaja perfectamente, por ejemplo, en el marco de la XXV Feria Internacional del Libro 2023 en Santo Domingo, para bien de los funcionarios de turno que se llenarán de oportunidades para proyectar sus carreras políticas. ¿Por qué acercar el público a la obra de arte? Como estrategia de promoción cultural, acercar al público a las galerías se vuelve una acto de adoctrinamiento del gusto, aunque pretendiera constituirse en acto liberador del espíritu. Al margen de la negligencia o la mediocridad, no fue al azar que ambos eventos coincidieran en el tiempo, aunque históricamente cada una tenía su propio espacio y público. Como casi todo, estos eventos rara vez cumplen con el objetivo que prometen.
¿Qué metáforas nos revela el gran premio de la bienal? “Retrato de pandémicos”, de Julio Valdez, el políptico de 15 retratos de personalidades como Víctor Víctor, Jenny Polanco y René Rodríguez Soriano, es una obra que (según su leyenda), está hecha con lápiz gráfico. En esta pieza, lo único que ha hecho diferente el artista, ha sido sustituir el tradicional lienzo por un material altamente utilizado en la pandemia: las mascarillas. Una obra común, sin mucho qué contar, de fácil entendimiento que apela a lo emocional intentando hacernos llorar. Esta obra pretende generar un aura falsa y oportunista de un público poco exigente. En un país en donde lo mediático y la farándula definen la cultura, donde su espectacularización rinde homenaje a lo emotivo y lo transitorio, otorgarle el premio a una obra esta es aspirar a contentar a una masa de espectadores burgueses a quienes se les conmueve con lo cursi, quienes llenarán de aplausos al artista y recordarán a los fallecidos entre el brindis de las cavas y los camareros que traen la picadera mientras los fotógrafos llenarán de flashes sus rostros sonrientes. Ni siquiera vale la pena hacer un análisis técnico de sus atributos formales. Lo importante no es la obra en sí, es su público.
Una bienal debería servir para generar públicos y audiencias más sensibles e inteligentes, pero tiende a servir a adoctrinar el gusto y ganar favores; debería servir para promover espacios de diálogo y discusión, pero sirve para promover una falsa idea de cultura. Nunca un jurado querrá ponerse en contra de la muchedumbre de empresarios y personalidades de la farándula. Nadie “inteligente” querrá cerrarse puertas hablando mal del amigo de alguien importante (nunca se sabe), ni haciendo un ejercicio justo de crítica de arte. Por eso, nunca ninguna de esas 19 personas entre la comisión organizadora, jurado de selección y de premiación, escribirá algún ensayo explicando nada.
—Claudio Mena. 26.12.2023
Este texto ha sido escrito a partir de una asignación de la clase de “Estéticas contemporáneas y nuevos lenguajes de arte”, impartida por el profesor Fidel Munnigh en el marco de la Maestría en Artes Visuales, Promoción 2023-2025 de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Anexos:
Temas recurrentes:
Las “obras tributos”:
- “Pantheom Art Esperado”, de Luis Alberto Rodríguez (LARS).
- “Retrato de pandémicos” (Políptico de 15 piezas), de Julio Valdez.
Sobre violencia infantil o la infancia:
- “La bolita”, de Lorraine Franco.
- “Cuando éramos felices y no lo sabíamos”, de Félix Hernández.
- “Jardines de la inocencia I”, de Fausto Ortiz.
- “Jardines de la inocencia II”, de Fausto Ortiz.
- “Cuando éramos felices y no lo sabíamos”, de Félix Hernández.
Sobre la violencia contra la mujer, el empoderamiento femenino, la femeneidad o la representación de la mujer:
- “Y seré más fuerte”, de Mayelin Pérez.
- “La niña, la puta y Santa María”, de Citlally Miranda.
- “Violencia” (Políptico). Inés Tolentino.
- “Y seré más fuerte”, de Mayelin Pérez.
- “Íconos de una lágrima y un corazón” (en emojis), de Yolanda Naranjo.
Sobre la contaminación ambiental:
- “El dije, historias entrelazadas”, de América Olivo.
- “Especies endémicas”, de Ángel Urrely.
Sobre la idea de migración:
- “Migración Arawaka”, de Enrique Royo.
- “Migrantes por aire, mar y tierra RD” (díptico), de Franklin Rodríguez.
Sobre la relación Haití-Dominicana:
- “Yon sel dwet pa manje kalalou” (No se debe comer calalou), de Emmanuel Jhonson Reyes.
- “Techo a dos aguas”, de Marcos Lora Read.
Sobre la inteligencia artificial:
- “Interlocutores legítimos de inteligencia artificial”, de Dustin Muñoz.
- “Relaciones interpersonales de inteligencia artificial”, de Dustin Muñoz.
- “I. A.”, de Nelson Barrera.
Sobre la cotidianidad o el realismo sucio:
- “Ducha”, de Andrea Ottenwalder.
- “Homenaje a don Esteban”, de Frank Barnett.
Sobre lo taíno, lo folklórico y/o lo religioso:
- “Migración Arawaka”, de Enrique Royo.
- “La última cena”, de Enrique Royo.
- “Сohoba 20”, de Frank Lara.
- “Por amor al arte”, de Genaro Reyes (Cayuco).
- “Por los 21 caminos II”, de Lucía Méndez Rivas.
- “El camino del dolor”, de Manuel Toribio.
- “Exuberancia de poder y la carne”, de Manuel Toribio.
- “Vínculo sagrado polvo eres y al polvo volverás”, de Miguel Ramírez.
- “Arrajatabla”, de Yuly Monción.
- “Dame mi cuaito”, de Yuly Monción.
- “El rancho de Tula” de Yuly Monción.
Sobre la homosexualidad y su estética reivindicadora:
- “Caín y Abel”. De la Serie Dios es Aquí, de Ernesto Montgomery.
- “Jacob luchando contra el ángel”, de Ernesto Montgomery.
Sobre el Caribe, el mar y nuestra relación con él:
- “Atravesando la nebulosa del tiempo y la memoria, te sigo arrastrando con mi corazón”, de Ezequiel Taveras.
- “La isla” de Luis Alberto Checo Muñoz.
- “Pétalo Caribe”, de Ricardo Brito.
- “Jardín urbano II”, de Susan Mézquita.
Sobre la realidad social y la dominicanidad:
- “Capilla del encuentro”. Colectivo Comecoco.
- “Morfosintaxis cultural XI”, de Félix Soñé Del Monte.
- “Bu' cándome lo mío”. De la serie Ángulos de Inseguridad. Joel Gonell.
- “La isla de los músicos”, de Ricardo Toribio.
- “Merengue Yerto, desde el sur” de Rosalba Hernández.
- “Voladoras”, de Yermine Richardson.
Sobre lo poético:
- “Eterno interludio” (Tríptico), de Fued Yamil Koussa Méndez.
- “Conversaciones entre poetas con caleidoscopio”, de Genaro Phillips.
- “Génesis, nueva generación”. Julián Amado.
- “Mundo en trance”, de Orlando Irvin López Nivar.
- “Mecanismo perverso para causar sufrimiento”, de Ramón Calcaño.
Sobre la sensualidad y lo erótico:
- “En un cuarto, dos amantes”, de Julio Guillén.
- “Dolor y placer”, de Manuela Corji.
- “Placer”, de Manuela Corji.
Crítica, humor o sarcasmo:
- “Solo para curadores”, de Rafael Hernández Peguero.
Obras premiadas y menciones de honor:
Gran Premio: (de 1,000,000 de pesos)
- “Retrato de pandémicos” (Políptico de 15 piezas), de Julio Valdez. Lápiz gráfico y mascarillas. 2023. (Gran Premio)
Premios igualitarios: (de 300,000 pesos c/u)
- “Jardín urbano II”, de Susan Mézquita. Pintura mixta sobre lino. 2023 (Premio) (Matices caribeños con patrón de color verdoso que hace contraste con el rojo del sillón. La ventana, clausurada con una malla ciclónica, pareciera interpelarnos sobre los límites de la cárcel y la libertad)
- “El rancho de Tula” de Yuly Monción. Técnica mixta sobre tela. 2023 (Premio)
- “Íconos de una lágrima y un corazón” (en emojis), de Yolanda Naranjo. Instalación. Zippers e hilo. 2023. (Premio)
- “El dije, historias entrelazadas”, de América Olivo. Fundas Plásticas, tejidos, arena, fotografías y pared pintada. 2023 (Premio) (Femeneidad, contaminación ambiental)
- “La isla” de Luis Alberto Checo Muñoz. Instalación de barro, plástico y tela. 2023 (Premio)
- “Capilla del encuentro”. Colectivo Comecoco (Carlos Oliva, Ignacio Alcántara y Raymundo Martínez). Video Instalación. Metal, madera y cartón. 2023. (Premio)
- “Andromorfia”, de Ico Abreu. Instalación y medios mixtos. (Premio)
- “Techo a dos aguas”, de Marcos Lora Read. Instalación de madera, hierro, zinc y led. 2023. (Premio)
- “La última cena”, de Enrique Royo. Arcilla Raku, óxidos y esmaltes. 2023 (Premio)
Menciones de honor: (Sin premio en metálico)
- “Merengue Yerto, desde el sur” de Rosalba Hernández. Pintura acrílica y barniz sobre lienzo. (Mención de Honor)
- “Eterno interludio” (Tríptico), de Fued Yamil Koussa Méndez. Papel fotográfico. 2023
- “Atravesando la nebulosa del tiempo y la memoria, te sigo arrastrando con mi corazón”, de Ezequiel Taveras. Acero inoxidable, cerámica y soga. 2023
- “La bolita”, de Lorraine Franco. Cerámica, goma, metal y tela. 2023 (Mención de honor)
Comisión organizadora y jurados:
Comisión Organizadora:
- Giovanny Cruz, viceministro de Creatividad y Formación Artística del Ministerio de Cultura (presidente)
- Gamal Michelén, viceministro de Patrimonio Cultural (asesor)
- Federico Fondeur, director del Museo de Arte Moderno (coordinador)
- Marianne de Tolentino, crítica de arte y directora de la Galería Nacional de Bellas Artes
- Ana Agelán Fernández, curadora del Museo de Arte Moderno
- José Sejo, representante del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos (CODAP)
- Guadalupe Casasnovas, representante de la Asociación Dominicana de Críticos de Arte (ADCA/AICA)
- Juan Julio Bodden Leroux, representante de la Asociación de Galerías de Arte de la República Dominicana.
- Abil Peralta Agüero, coordinador de la Unidad Técnica de Cultura de la Cámara de Diputados.
- Plinio Chaín, representante de la Escuela de Crítica e Historia del Arte de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)
- Salvador Bergés, gestor cultural independiente.
- María Amalia León, representante del Centro León.
- Luis Tejada, museógrafo de la bienal.
Jurado de selección:
- Carlos Sangiovanni, artista visual dominicano y Vicerrector Académico en Universidad APEC.
- Pilar Lladó, presidenta de la Fundación Amigos del Museo Reina Sofía y del Consejo Internacional de Mecenazgo de España.
- Fermín Ceballos, artista visual dominicano.
Jurado del concurso:
- Myrna Guerrero, historiadora y crítica de arte, directora y curadora del Museo Bellapart.
- Carlos Acero Ruiz, artista visual y curador de arte.
- Ángela García
Enlaces de interés y referencias consultadas:
- Bases de la XXX Bienal Nacional de Artes Visuales. (s.f.). Ministerio de Cultura. https://cultura.gob.do/index.php/publicacion/item/download/268_d6ea00e8fe273eb3be004e70b21a9624
- (2023, 17 de diciembre). Ministerio de Cultura – Clausura la XXX Bienal Nacional de Artes Visuales con la entrega de premios a los ganadores. Ministerio de Cultura. https://cultura.gob.do/index.php/noticias/item/2527-clausura-la-xxx-bienal-nacional-de-artes-visuales-con-la-entrega-de-premios-a-los-ganadores
- Ministerio de Cultura inaugura la XXX Bienal Nacional de Artes Visuales. (s.f.-c). Ministerio de Cultura inaugura la XXX Bienal Nacional de Artes Visuales | Presidencia de la República Dominicana. https://presidencia.gob.do/noticias/ministerio-de-cultura-inaugura-la-xxx-bienal-nacional-de-artes-visuales
- Myrna Guerrero – ADHA. (s.f.). ADHA. https://adha.org.do/team/myrna-guerrero/
- Avelina Lésper. (2022, 24 de febrero). EL MERCADO DEL ARTE[Video]. https://www.youtube.com/watch?v=fAa8Tp_FoOg
- XXX Bienal Nacional de Artes Visuales – Arquitexto. (s.f.). Arquitexto. https://arquitexto.com/2023/10/xxx-bienal-nacional-de-artes-visuales/
- Pilar Lladó, consagrada pasión por el arte – Ritmo Social. (s.f.). Ritmo Social. https://ritmosocial.com/pilar-llado-consagrada-pasion-por-el-arte/
- Emmanuel Peña. (2023, 22 de octubre). Yuly Monción, su renuncia al premio de la Bienal 2023. https://acento.com.do/cultura/yuly-moncion-su-renuncia-al-premio-de-la-bienal-2023-9259064.html
- LA BIENAL MARGINAL: Silvano Lora y su bienal de todos — ONTO. (s.f.). ONTO. https://www.onto.pub/new-blog-3
- Educación Artística Minerd. (2023, 16 de diciembre). Cápsula Educativa Nelson Barrera conversando con Cruz M. Dotel | XXX Bienal | Artística | MINERD[Video]. https://www.youtube.com/watch?v=PShXJgYeeMg
- Avelina Lésper. (2022, 24 de febrero). EL MERCADO DEL ARTE[Video]. https://www.youtube.com/watch?v=fAa8Tp_FoOg