Hay personas que han nacido para posar frente a una cámara pero, aunque es difícil de creer por mi constante exposición en los medios de comunicación debido a mis actividades profesionales, no soy una de ellas y quizás por eso cuando veo a quienes tienen adicción a tomarse fotos lo relaciono con la baja autoestima, la búsqueda de atención y hasta desórdenes de personalidad como el narcicismo y el trastorno dismórfico corporal, el cual se caracteriza por la preocupación excesiva por los defectos físicos que se pudieran tener.
Es algo tan personal que mi hija está convencida de que tomarse una foto es una acción divertida mientras yo me lo pienso siempre. Con la popularización del “selfi” hemos entrado a esa moda de autoretratarnos a cada momento y para mí eso es estresante, más aún, imagínense que hacerme una sesión fotográfica por trabajo me genera una inquietud enorme y solo quienes son como yo saben lo difícil que es el momento.
El marketing político actual necesariamente se ha montado en esa tendencia y quienes hacemos política debemos armarnos con nuestras buenas fotos, esas que cuenten la historia que queremos transmitir y es así como un día nos dice nuestro equipo que debemos someternos a la tortura de una o varias sesiones fotográficas para las nuevas líneas de campaña. Y te buscan un superfotógrafo, de los que retratan a gente famosa y ya no es estrés sino que me da algo malo, casi un yeyo.
La cosa es que me metieron en ese embrollo, organizaron todo y una mañana, obediente yo aunque refunfuñando, me sometí temprano al proceso de selección de la ropa, que ahora llaman “outfit”, el equipo de comunicación ensayando conmigo poses, peinado y maquillaje. Señores, no es fácil, les confieso que al salir de mi casa por mi mente pasó todo menos la palabra diversion, y eso me tenía tensa porque soy de las que me gusta disfrutar los procesos tanto como los resultados.
Salimos de casa hacia el estudio de fotografía y mientras, entré leer mis mensajes de Whatsapp, las noticias del día y escuchar música, pero no medí el tiempo y de pronto el carro para, subo la vista y me encuentro frente a mi destino. Pienso, como diria mi hija: “vieja llegaste, siente como si estás en el barrio fino y tómatelo chilin, que vas a triunfar.”
Estaba en el estudio de Luis Nova para tomarme las fotos de la primera etapa de mi campaña politica, y como se imaginarán, con la fama de ese señor estaba tensa, nerviosa y esperando encontrarme con alguien exigente, recto, de trato impersonal, como se imagina uno a alguien que ha logrado mantener tan altos niveles de calidad en el tiempo y delante de cuyo lente desfilan decenas de personalidades al año. Así operan los prejuicios.
Cosa rara, previo a este encuentro no googlée el nombre de Luis Nova, por lo que el encuentro fue todo un descubrimiento para mí. Me encontré con una persona cercana, sensible, informada, de conversación fluida, franca, divertida y decidida a sacar lo mejor de mí a través de su lente.
Me dijo que las fotos mías que había encontrado en la web no se parecían a la Janet alegre y cercana que tenía en frente y así comenzó mi sesión de fotos, él tratando de relajarme con chistes, comentarios y música, para lograr su objetivo, y yo tratando de dejarme llevar colaborando con lo que me pedía.
Al terminar me di cuenta que disfruté el proseso, me sentí protagonista de mi historia y admiré al profesional que con paciencia y positivismo me guió paso a paso, pose a pose, hasta finalizar su trabajo y dejarme fascinada por descubrir el gran ser humano que es este destacado fotógrafo dominicano.
Y es que delante de las lentes de las cámaras de Luis Nova han pasado generaciones de dominicanos que buscan plasmar en una foto un recuerdo, una imagen o algún sueño, hace magia pero convierte un acto tan trivial en algo fantástico, se involucra con la persona fotografiada, ventila con ella sus inquietudes y utiliza todas las herramientas de la experiencia y las teconológicas para sacar lo mejor de cada persona en una imagen. Lo cual me demuestra que no es la cámara la que hace la magia, es el fotógrafo.
Creo en la energía, todo ocurre por algo y siempre te deja un aprendizaje de vida. Después de concer a Luis Nova lo busqué en Google y de lo que leí les comparto algo que él expresó cuando presentó su muestra ¨LUISA 3D¨: “La energía de vida corre a través de fluidos. Estos se mueven y deforman constantemente. No pueden resistirse al cambio y se mimetizan con la forma de quien los alberga. Son variados, impredecibles y son íconos de libertad y vida, aunque son capaces de anunciar la muerte. Se traducen en colores, matices e imágenes furtivas, que nos arrastran a un laberinto donde ignoramos si nuestro destino será un baño de luz o acaso nuestra destrucción misma. ¿Sería inútil resistirlo? Son fantasmas y lazarillos. Son nuestra luz y nuestra sombra. Son nuestra suerte y nuestra desgracia.”
Entendí durante esta sesión de fotos que me tomó Luis que voy detrás de la luz que me proyecta, desvelando la esperanza y desenmascarando emociones. Que estoy en el camino correcto y que mi compromiso es seguir construyendo las vías que nos garanticen igualdad y libertad, para que podamos vivir más y mejor.